La Paradoja Francesa
Resulta que el señor Nicolas Sarkozy, candidato a presidente de Francia es hijo de padre húngaro, de raigambre aristocrática y de madre griega, judía sefardí, por lo demás. Ségolène Royal, también candidata, nació en la africana ciudad de Dakar, la capital de Senegal, donde su padre era coronel del ejército francés que se encontraba allí defendiendo la grandeur de Francia, es decir tratando de mantener a raya a los africanos que sufrían bajo la bota colonialista francesa.
Lo grande es que Sarkozy creció en ese ambiente aristocrático, se nutrió de las esencias de la vida de “allá arriba”, y siendo fiel a su entorno se ha perfilado como el candidato natural de la derecha, pero de la peor que nos podamos imaginar, no la de Jacques Chirac, que es digamos, francesa, sino la que trata de emular a Tony Blair, es la derecha que se ha declarado desde ya afecta a las políticas de George Bush. Ségolène en cambio vivió las miserias de la vida, con un padre autoritario y machista que trataba a su familia como si fueran los africanos a los que debía subordinar.
Ambos candidatos pues, se han mantenido fieles al entorno que los vio nacer y crecer. Pero lo paradójico es que Sarkozy, siendo hijo de inmigrantes, demostró que puede hacer mejor papel que cualquier otro para darle caza a aquellos que, como su padre, encontraron refugio en Francia, la mayoría de ellos provenientes de países de la francofonía, los mismos que después de la guerra trajeron como sirvientes a Francia. Pero la suerte es distinta, mientras que Sarkozy, hijo de inmigrantes disputa la presidencia de Francia, los hijos de aquellos inmigrantes, tan franceses como él, son despreciados, humillados y segregados en los cinturones humanos que rodean a París, sin mayores oportunidades para una vida digna.
Ségolène en cambio, nacida en África, pudiera ver con asombro cómo esa realidad que ella vivió de niña en Senegal, se reproduce en la “banlieu” (en español, suburbio). Pero “banlieu”, como cualquier palabra, tiende a cambiar con el tiempo y adopta la transformación paradigmática del significado. Así, por ejemplo la palabra “ghetto”, es el nombre de una pequeña isla de la laguna de Venecia en donde se refugiaban los judíos huyendo de las persecusiones, y el significado que posteriormente tuvo para los judíos en Europa, pudiera equivaler a lo que por “banlieu” se entiende hoy en Francia.
Los excluidos, los decepcionados, los que ya no quieren creer en nadie serán, paradójicamente quienes decidirán la suerte de estas elecciones; frente a los xenófobos, los que aspiran a una Francia para ciertos franceses, los privilegiados, en fin, una ultraderecha que ha llamado a una “rotunda” abstención, porque cree que Sarkozy no es lo que ellos desean para esa Francia “blanca”.
Luego del debate televisado, en el que Ségolène quedó bien parada frente al arrogante Sarkozy, quiero expresar mi esperanza que esta vez la derecha no pasará, sin obviar las consideraciones que hice en un artículo anterior sobre este mismo tema, donde expresaba mis temores sobre la volubilidad del electorado francés.
¿Qué pasará después de las elecciones? Si gana Sarkozy, el futuro es previsible; pero si gana Ségolène, no me atrevo a hacer conjeturas, sino a tener ilusiones. Como decía el poeta Charles Baudelaire, “… el hombre, no teniendo otra cosa que desear, no encuentra nada más bello que inventar que lo que ve”