Desde hace muchos años los arroceros han ofrecido para cierto segmento del mercado, un tipo de arroz que denominan “parboiled”, palabra que en inglés significa algo similar a sancochado. Es un tipo de arroz que se utiliza en algunas ocasiones, como un domingo, cuando en los hogares venezolanos se preparan ciertos platos especiales, como la paella o ciertos “risottos”. Es sabido que la preparación de estas delicias gastronómicas demanda un particular cuidado del cocinero o cocinera de turno, pues quien está dedicado a esta faena dominguera, tiene particular esmero por quedar bien con los comensales. Eso está muy bien, porque siendo un arroz presuntamente precocido, se ahorra tiempo y la calidad del plato en cuestión estaría de antemano asegurada.
Pero de allí a ofrecer sólo este tipo de arroz ocultando al arroz “no parboilizado”, el arroz común con sabor a arroz, para duplicar las ganancias y burlar a la población, es un abuso. Pero no se quedaron ahí, sino que a la par que ofrecían este arroz “parboiled” o sancochado, se dieron a la tarea de colocar en el mercado un arroz dizque “saborizado”, que consistía en agregarle ciertos “polvitos” al arroz común y así redondear la estafa a la fe pública, porque aumentaban descaradamente el precio.
La práctica dolosa de este grupo empresarial se produce en momentos en que está desatada por todo el mundo una crisis económica que presagia el derrumbe del sistema capitalista, antecedido de una profunda recesión económica, aumento del desempleo y todos los colaterales imaginables. Pero el gobierno bolivariano le puso freno a esta situación y como consecuencia de ello hemos empezado a controlar la cadena del arroz, que va desde la siembra hasta la mesa.
No nos extrañará mucho si en los próximos días comiencen a comercializar el último invento, un tipo de cerveza “parboiled” y otras “saborizadas”. Para tal evento, les pido por favor que consulten en Choroní para la elaboración de tales brebajes, pues una de las especialidades locales es la famosa “guarapita”, que a muchos ha trastornado por sus maléficos efectos. Nada mal vendría una cerveza a la guanábana, con pasitas, con canelita, con parchita. Para paladares distinguidos podrían ofrecer cerveza con berros, poleo, o sábila. La cumbre sería la cerveza al malojillo, la que sin duda batiría records de venta.
Esto no sería una novedad, porque en Japón y en otras partes del mundo expenden una cerveza con sabor a chocolate, en el Congo, la cerveza “Mongozo” tiene sabor a cambur y en Bélgica la hacen con sabor a frambuesa. En México tienen cervezas con sabor a kiwi, a mango, a coco y a tamarindo. La cerveza suiza “Hanfblute” tiene sabor y olor de marihuana.
En Venezuela existe prácticamente un monopolio de la cerveza por parte de la Polar, que ha sido posible por la domesticación del paladar de los venezolanos, imponiéndoles desde la más temprana edad, un tipo de cerveza determinado. Nuestro gobierno no sólo debería permitir, sino que debería estimular la fabricación de cervezas artesanales de ambiente local, como en Alemania. Es más, debería permitir la importación de cervezas extranjeras con arancel cero, para poder tener un amplio espectro para escoger buenas cervezas, y no los guarapos que con el nombre de cerveza expende
Mientras tanto, la cerveza que la Polar acostumbró a los venezolanos, la tipo “Pilsen”, como el arroz con sabor a arroz, desaparecería del mercado. ¡Misterios de la ciencia!