“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

18/5/09

La desaparición de la burra del tío Quintín

Comprobante de la denuncia de Quintín Castillo por el robo de su burra.
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Omar Montilla

Los amigos de lo ajeno se adaptan a los tiempos históricos. A comienzos del siglo XX era impensable hablar del seguro para el carro, de trancapalanca, de bastón de seguridad, de los accesorios, como por ejemplo el radio, el aire acondicionado automotriz, etc. Ahora, más de 100 años después es impensable hacer una denuncia como la que pueden ver en el facsímil del documento, donde Quintín Castillo, quien fue tío de mi esposa, denuncia el robo de una burra que llevaba “… el hierro probante de su propiedad”.  El tío Quintín, como todos lo conocían, que murió célibe y sin descendencia, fue el protagonista de este evento, que tuvo como decorado histórico una Venezuela muy particular y fascinante.

Quiero hacer resaltar que para el 15 de marzo de 1906, cuando se produjo la desaparición de la burra del tío Quintín, gobernaba nuestro país el general Cipriano Castro y sólo 24 días después de este suceso, los enemigos de Cipriano Castro, que son los mismos que hoy andan en lo mismo con diferentes actores, propusieron al vicepresidente Juan Vicente Gómez que le diera un golpe de estado a su compadre.

Enterado don Cipriano de esta maniobra, hizo una jugada maestra: presentó su renuncia a la Presidencia para constatar la situación del balance del poder y probar la lealtad de Gómez. La renuncia de Cipriano Castro, el 9 de abril de 1906, concitó a su favor fuertes reacciones de apoyo. Es lo que se ha conocido en nuestra historia con el nombre de “La Aclamación”.

Posteriormente Cipriano Castro regresó a ejercer las funciones de Presidente y luego, por motivo de enfermedad, dejó encargado de la Presidencia al vicepresidente Juan Vicente Gómez, quien con el apoyo de  los Estados Unidos y de varias potencias extranjeras habían concebido un plan de golpe de estado que se concretó el 19 de diciembre de 1908. A partir de 1906, se habían comenzado a producir enfrentamientos diplomáticos con Estados Unidos, Francia y Holanda, que condujeron a la ruptura de relaciones diplomáticas con esos países. Si ello no fuera suficiente, también en 1906 se interrumpen las relaciones internacionales con Colombia motivada por la incursión, para variar, de ciudadanos colombianos al territorio nacional. Por su parte, los jefes del llamado “liberalismo amarillo” y de los eternos traidores que estaban en el destierro, organizan un nuevo movimiento reaccionario y pro-imperialista, que fue visto con muchas simpatías por los norteamericanos, que posteriormente le proporcionarían a Gómez la ocasión para organizar el golpe de estado y sustituir definitivamente a Cipriano Castro.

En 1906, con existencia efímera como casi siempre sucede, encontramos algunos medios de comunicación impresa que circulaban en Valencia: El Gran Boletín, El Poder Civil, El Reformador, La Lucha y La Epoca. Ninguno de ellos habla de la desaparición de la burra del tío Quintín.  En 1906 cuando se encontraba en Berlín como encargado de negocios, José Gil Fortoul finaliza el primer tomo de su “Historia Constitucional de Venezuela”, sin hacer tampoco la más mínima referencia a la desaparición de la burra del tío Quintín.

El primer representante diplomático de Cuba en Venezuela fue nombrado en ese año de 1906, cuando nacía en Caracas, el ilustre escritor, historiador y político Arturo Uslar Pietri, apenas 2 meses después de la desaparición de la burra del tío Quintín. Tito Salas y Andrés Pérez Mujica fueron aceptados en el Salón de Artistas Franceses de París; Alejandro Chataing completaba el proyecto Arco de la Restauración, que por cierto nunca fue construido y Eladio Alemán Sucre, director y fundador del diario “El Carabobeño” nacía en Ocumare del Tuy, que como hecho curioso y olvidado, reseñamos que en aquel entonces esta ciudad era la capital del estado Miranda. El mismo Gómez mudó después la capital para Los Teques, porque le quedaba en la vía hacia Maracay, que pasó a ser la capital del estado Aragua en sustitución de La Victoria. ¿Razones? Ya las saben.

Aurelio Baldor, el autor del libro más famoso de Matemáticas, nació en Cuba en 1906 y Nicanor Bolet Peraza, murió en Nueva York, el autor de “Vuelta a la Patria”, poeta y escritor, costumbrista, periodista y orador venezolano. Cantó a las cataratas del Niágara, pero nunca tuvo una palabra para referirse a la desaparición de la burra del tío Quintín, quizá porque este acontecimiento se habría producido dos meses y medio antes de su partida hacia “el más allá”.

En 1906 en el Colegio Don Bosco, entre lo más granado de la godarria valenciana, eran profesores los señores Antonio Sandoval, Faustino Figueredo Herrera, Miguel Bello Rodríguez, Francisco Caballero, Manuel Napoleón Barrios, Jesús María Briceño Picón, R.A. Torres Coronel, Marcos Sergio Godoy y Aquiles Antich. Entre los alumnos estaban Germán Vizcarrondo Rojas, José Gregorio Ponce Bello, Manuel Delvalle, Juan Vicente Lecuna, J.J. París, Roberto Carvallo, Carlos Amaré, Ramón Roberto Chazzím, Agustín Fernández, Miguel Enrique González Zárraga, Alfredo Carvallo, Francisco Ríos, Simón Rojas Galea, Pedro Antonio Maninat y Francisco Rey. Ninguno de ellos, ni profesores ni estudiantes, dejaron testimonio alguno acerca de la desaparición de la burra del tío Quintín.

En 1906, Francisco Tosta García publicó en Caracas su obra “La Guerra a Muerte”, en la tipografía "La Semana" de Romero García. Ya para 1906 el sistema ferroviario de Venezuela contaba con 105 estaciones, 109 túneles, 593 puentes y viaductos, entre los ramales Caracas-Valencia, Puerto Cabello-Valencia-La Guaira, prestando el servicio más de 80 locomotoras, 170 vagones de pasajeros y 580 vagones de carga, todas ellas regidas por empresas extranjeras, entre ellas la inglesa Railway Co. Ltd. y la alemana “Gran Ferrocarril de Venezuela”.  Los ingleses construyeron también la Casa del jefe de la estación, donde funciona hoy el rectorado de la Universidad de Carabobo. En el frontón superior de la puerta se lee la fecha: 1906, el mismo año en el que Teresa de la Parra quien para entonces contaba 17 años viaja a España donde cursaría estudios en el colegio Sacré Coeur de Valencia, la de allá, y Vicente Emilio Sojo dejaría su Guatire natal para trasladarse a Caracas para estudiar armonía en la Academia de Bellas Artes: contaba 19 años.

Aparte de los incidentes que se produjeron con motivo del nombramiento de monseñor Juan Bautista Castro, como Arzobispo de Caracas y de los problemas que tuvo que enfrentar después con un clero indigno y dividido, muchos historiadores dicen que con él la Iglesia venezolana comenzó su proceso de reestructuración, y a pesar de un clima hostil, pudo volver a asegurar los cimientos de la Iglesia e imprimirle una nueva vitalidad. Ya en 1900, siendo todavía Vicario General, había logrado del Presidente Cipriano Castro, la derogación de la ley sobre la prohibición de seminarios clericales, por lo que entre 1906 y 1907 pudo fundar las dos secciones del seminario metropolitano.

En Puerto Cabello, el 16 de julio 1906, justo tres meses después de la desaparición de la burra del tío Quintín, nació Walter Dupouy, quien se destacó y publicó trabajos en los diversos campos de la antropología, indigenismo, museología, historia, espeleología, ornitología, geografía, folklore, periodismo, drama y novela, a pesar de haber sido un autodidacta. En 1940, organizó e inauguró el Museo de Ciencias Naturales siendo su director hasta 1948.

Puente Morillo en Valencia, tal como se veía en 1906,
cuando desapareció la burra del tío Quintín
En 1906 una enorme crecida del río Cabriales casi hace desaparecer el llamado Puente Morillo, el único puente colonial que queda en Venezuela y por cual todavía circulan automóviles. Evidentemente es un patrimonio histórico y una joya de la arquitectura colonial venezolana, construido en los tiempos en que el general Pablo Morillo fue primera autoridad en Valencia, entre 1815 y 1817. El alcalde Edgardo Parra declaró como Patrimonio Cultural de la Ciudad de Valencia al Puente Morillo, con lo cual se inicia el proceso para solicitar su declaración como Patrimonio Artístico y Cultural de la Nación.

Como ven, muchas cosas pasaron en 1906 entre Valencia y Caracas. ¿Le dedicaría un poco de tiempo el  señor Prefecto del Distrito Valencia para buscar a la burra del tío Quintín?

Tampoco he podido averiguar hasta el presente, el resultado de las investigaciones que posiblemente hayan sido generadas por este hecho delictivo: no se sabe si la burra apareció, si fue capturado el peligrosísimo delincuente que se la robó, y si a éste -si eventualmente fue capturado- le fue impuesta la sanción penal acorde con el delito cometido, o sea el robo de la burra del tío Quintín.