La decisión de derrocar mediante un golpe de estado contra el presidente Zelaya, tuvo momentos culminantes, interconectados unos con otros: el primero fue el escenario económico, motivado al ingreso de Honduras a PetroCaribe en enero del 2008. Honduras recibiría un suministro de combustibles (búnker en su mayoría) hasta por US$730 millones al año, o sea de 20.000 barriles diarios de petróleo y derivados para la generación de energía térmica, mediante el pago del 60% en 90 días y el 40% en 25 años de plazo, con dos años de gracia y 1% de interés interanual. Ese 40% restante pasaría a conformar un fondo de financiación para obras gubernamentales.
El fideicomiso del crédito era manejado por el Banco Central de Honduras, y la deuda se venía cancelando con productos, bienes y/o servicios, al igual que lo hacen otros miembros de Petrocaribe. El gobierno hondureño vendería el crudo y/o derivados a las compañías privadas que le venden energía térmica a la Empresa Nacional de Energía Eléctrica, acosada por una grave crisis económica. La gravedad de esta decisión del presidente Zelaya fue la gota que derramó el vaso. Los oligarcas nacionales y las transnacionales se vieron perjudicadas directamente, al quitarles el papel de intermediación, lo que encarecía enormemente los costos, cuyo diferencial, iba a sus bolsillos.
El segundo escenario fue político: el ingreso de Honduras al ALBA. Esta batalla del presidente Zelaya contra las cúpulas políticas enquistadas en el Congreso, las debilitó enormemente, pues no les quedó más remedio que darle su aprobación, mientras el presidente de ese organismo era el mismísimo Roberto Micheletti. Pero el aspecto político más resaltante fue la decisión del presidente Zelaya de posibilitar la participación ciudadana mediante la aprobación de una Ley especial que la permitía y la iniciativa de convocar a una consulta popular al pueblo hondureño, mediante la siguiente pregunta: “¿Está usted de acuerdo que en las elecciones generales de noviembre del 2009 se instale una Cuarta Urna en la cual el pueblo decida la convocatoria a una Asamblea Constituyente?”.
Otro escenario fue social: El presidente Zelaya con su adhesión al ALBA y a PetroCaribe, pudo disponer de fondos para abaratar el precio de los combustibles, reducir las tasas de interés en el pago de la vivienda en un tercio, decisión ésta que estimuló la actividad económica por la construcción acelerada de viviendas; aumentar el salario mínimo en un 60%, pasando de de 157 a 289 dólares; y matricula escolar y merienda gratuita para los niños de Educación Primaria. No hay que olvidar los efectos de la campaña para erradicar el analfabetismo que pudo emprender con el método cubano “Yo sí puedo” y la cooperación de cientos de médicos cubanos para atender problemas de salud de los más pobres de Honduras.
La lógica indicaba que los éxitos de Zelaya y del pueblo hondureño eran los fracasos de las 10 familias y sus acólitos. No iban a esperar a ser barridos electoralmente como en Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia. El golpe de estado era la solución y para ello contaban con ciertos elementos que les daban ventajas. Pero nadie en este país se dio cuenta de ello, nadie advirtió al presidente de lo que venía… ¡nadie!
Entre los factores que hicieron fracasar el golpe suave y lento que se estaba desarrollando en Bolivia, estuvo el enérgico emplazamiento que le hizo el presidente Chávez al general Trigo, jefe de las Fuerzas Armadas bolivianas. ¡Lo paró en seco!. Pero en Honduras…
En Honduras las señales fueron telegrafiadas y la más importante, por ser de las últimas, fue el atentado que sufrió el presidente Zelaya la noche del viernes 13 de junio, en un tramo de la carretera de la periferia de Tegucigalpa, que la policía rápidamente dijo que "No se trató de armas de fuego, sino de piedras que impactaron en el vehículo presidencial, (lanzadas) por otro que pasaba por el lugar". El Canal 36 de TV de divulgó durante la que Zelaya había sufrido un atentado, e incluso difundió declaraciones de Zelaya diciendo que se investigaría el hecho.
Nos enteramos del golpe a través de la TV , cuando el presidente Zelaya fue secuestrado y expulsado de su país. La pregunta obligada es: ¿Pasará lo mismo con Guatemala? Este país está en la mira de los enemigos de la democracia y ya han dado bastantes pruebas de las intenciones que tienen con el presidente Álvaro Colom. ¿Nos enteraremos también por TV de su derrocamiento o de su asesinato?