Tarde temprana en el cerro "Los Picachos" en Choroní,
Primero, en el horizonte, el mar eterno de Choroní. Nuestro amado mar que tantas esperanzas sembró en mi corazón.
¿Cómo no amar y estar sembrado en Choroní? Aquí nos trajo la vida y aquí esperamos quedarnos hasta que llegue la hora. ¿Cuál hora? La que nunca se atrasa ni se adelanta.
Mientras tanto, en el cerro "Los Picachos", mi amigo Coco y sus compañeros, siguen la vida vigiando al cardúmen de peces y disfrutando de un paisaje, que de ser tan familiar casi les produce hastío: un interminable hartazgo de belleza.