La gastronomía italiana nos ofrece también buenos entrantes – los antipasti – para abrir la velada, y de grandes licores que pongan el broche final a una comida copiosa o que podemos usar en la elaboración de algunas recetas.
Uno de los licores italianos más conocidos es el limoncello, muy utilizado además para hacer postres y dulces por su poder aromatizador. Se obtiene de la maceración de las cortezas de limón en alcohol, pero no cualquier tipo de limón, ya que en su forma original debían ser los cultivados en la costa amalfitana (Por la bellísima ciudad de Amalfi). Para disfrutar más de su suave sabor, se sirve muy frío o a temperatura ambiente.
Más fuerte es la grappa.
Se elabora a partir de las cáscaras que no han sido útiles en la vendimia, y
actualmente en Italia ha desbancado a muchos vinos como protagonista de la
sobremesa. Hay muchas variedades, pero la más famosa es la que se produce en el
Véneto, al norte de Italia. Si bien puede producirse en todo el territorio italiano, existe un
reconocimiento de las seis áreas tradicionales mediante decreto I.G.T.
(Indicación Geográfica Típica); estas son: Piamonte, Lombardía,
Trentino, Alto Adige, Friuli y Véneto. Se sirve muy frío y sin mezcla. Deriva del latín medieval grappolus, que significa "racimo de uva". Otros argumentan que viene de grape, palabra que deriva de graspa
y que significa "uva exprimida". Y es que la grappa ha sido llamada,
poéticamente, el último suspiro de la uva, pues se hace a partir de los
restos de la uva prensada.
El amaretto es otro de los grandes licores italianos. Tiene esencias de vainilla, lo que le da un toque afrodisíaco, y de otras diecisiete plantas y frutas aromáticas. Lo completan el dulzor de los huesos de albaricoque, el amargor de las almendras y el alcohol puro. Todo ello resulta en uno de los licores más utilizados en toda Italia, tanto para beberlo solo y con hielo como para mezclarlo con algún cítrico o aderezar postres, como el conocido tiramisú.
Por último, la sambuca. Sambuca es un licor digestivo originario de
Roma. Su nombre deriva de la palabra árabe “zammut”. Así se
llamaba una bebida a base de anís que llegaba al puerto de Civitavecchia
en barcos procedentes del Oriente.
Esta bebida, es una delicada mezcla de
licores neutros, anís, hierbas y especies. Por su composición, se le
atribuyen propiedades calmativas para la digestión. Durante siglos, los
aguadores, conocidos como sambucchelli, llevaban agua con sabor a anís a
los campesinos que trabajaban en el campo. Así, a mediados del siglo
XIX, comenzó a elaborarse y embotellarse la sambuca.
Se bebe casi siempre con granos de café
tostado que se mastican previamente. Cuando viene preparado con café, es
llamado “sambuca negra”. También se puede flambear de una manera
espectacular: en una sala en penumbra, se sirve el Sambuca en una copa y
después de colocarle 3 o 4 granos de café, se aplica una llama hasta
que los granos se hayan chamuscado, luego se sopla obteniendo así un
aroma especial. Los italianos lo llaman “sambuca con le mosche”.