“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

4/11/12

Hablando de comunas y eficiencia

Alfredo Portillo

Especial para La Página
Durante los días previos y posteriores a las elecciones del pasado 7 de octubre, los términos ‘comuna’ y ‘eficiencia’ han sido de los más frecuentemente  usados por parte de la clase política venezolana. Unos para declarar la inminente construcción del estado  (con  ‘e’ minúscula) comunal en Venezuela, otros para alertar sobre la amenaza de comunización que para  la sociedad venezolana representa el nuevo estado. Unos y otros, por otra parte, para decretar la eficiencia como el nuevo paradigma de la gestión pública venezolana.


La verdad es que ambos procesos, tanto el territorial, para la conformación de comunas, como el administrativo, para el uso eficiente de los recursos  humanos y materiales, presentan cada uno por su lado cierto grado de dificultad para que sean exitosos,  y al mismo tiempo están estrechamente relacionados. El territorial, porque requiere que en cada porción del territorio donde se aspira a establecer comunas, existan las condiciones apropiadas para que ello sea posible, mientras que el administrativo, porque implica un cambio cualitativo importante en todas las personas que han tenido y tienen responsabilidades en las labores de gestión pública.

Lo anterior indica entonces que  el desarrollo del proceso territorial  de conformación de comunas en Venezuela, tiene que darse necesariamente de manera simultánea con el desarrollo del proceso administrativo de una mayor eficiencia en la gestión pública. Porque lo primero sería impensable si no se hace previamente un diagnóstico de la realidad comunal venezolana, a fin de detectar los nichos territoriales donde existen experiencias exitosas de consejos comunales y otras formas de organización comunitaria, tanto desde el punto de vista organizativo, como en lo que se refiere a la gestión de recursos financieros y materiales que se les hayan entregado. Luego, una vez conformadas las comunas, se les debe hacer el correspondiente  seguimiento, para asegurar una apropiada territorialidad.

De tal manera que ambos procesos deben ser vistos como buenas alternativas para el fortalecimiento del Estado (con ‘E’ mayúscula) democrático y social de derecho y de justicia, en el que la construcción de comunas sea el impulso, mientras que la eficiencia sea el regulador de ese impulso.