“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

10/12/12

Sentido e instinto marxista en Gilles Deleuze

Eduardo Zeind Palafox

Especial para La Página
Decía Althusser que es muy difícil ser un filósofo marxista, pues implica reeducación, dolorosa reeducación. Pero cuando decimos educación no estamos diciendo forzosamente "renovación de la cultura". No nos hacemos marxistas leyendo a Marx, pero sí comprendiendo su lógica, su sentido. La clase proletaria tiene otra lógica, otro sentido. Lo que para nosotros no tiene sentido para la clase obrera sí lo tiene.

Nuestro instinto de clase, como filósofos marxistas (ser filósofo es ser burgués, es tener tiempo, o mejor aún, dinero para dedicarse al pensamiento y no a la acción), no está del todo desarrollado, y es fácil desviarnos del rumbo. Pero, ¿cuál es el rumbo? El comunismo científico o libre de ideologías humanitarias. El comunismo busca muchas cosas, y entre ellas está la fusión de la teoría con la práctica. Usaré, someramente, algunos textos de Lenin y de Deleuze para explicar cómo reeducarnos y ser marxistas.

Pocos poetas han sido tan burgueses como Goethe, y sin embargo Lenin lo cita, lo cita diciendo que la teoría es gris, pero que el árbol de la vida es verde. ¿Qué nos quería decir Lenin citándonos a Goethe? Que todos vemos colores, que todos nos estamos interesando por lo sintético o sensorial y no por lo que hay en el fondo de las cosas, por la dialéctica en movimiento. Vayamos al fondo de nuestro problema, que está en el "mecanismo" con el cual las ciencias y concepciones del mundo se han ido estibando. Este mecanismo es el lenguaje. Hemos ido acumulando proposiciones sintéticas y analíticas en la misma bodega, y ahora creemos que porque están todas juntas todas obedecen a una sintaxis divina.

¿Por qué un matemático no permite que un físico avezado en matemáticas compruebe sus teorías y ejercicios? Porque el físico, avezado en matemáticas, no ha desarrollado su "instinto" matemático. No importa que nuestro físico sepa más de matemáticas que el matemático, pues el matemático ha pasado más tiempo practicando matemáticas y se ha "apropiado" de la práctica teórica matemática (hay experiencias imposibles de articular con el lenguaje, decía Wittgenstein). No importa que un geógrafo sea experto en trazos y en mapas, pues jamás verá los diferentes tonos grisáceos que logra ver el ojo del esquimal, que no sabe geografía, pero que sí tiene un "instinto" desarrollado para reconocer hielos sólidos y hielos frágiles sin observar demasiado, sin perderse en lo observado.

El sentido proletario, es decir, el sentir instintivamente las problemáticas proletarias nos es ajeno y nos aleja de la filosofía de Marx una y otra vez. Esta debilidad ha provocado que confiemos ciegamente en los profesionales marxistas, en los expertos izquierdistas, en los "iluminados" u hombres instintivos. Remontémonos a la historia para entender los orígenes de nuestras costumbres intelectuales. Los romanos antiguos creían en el genius o ‘fuerza divina interior’, fuerza que era heredara del paterfamilias. Podemos apreciar una bifurcación añeja. En Roma, como en Grecia, había hombres destinados a la "iluminación" y hombres destinados a la "práctica". Toda esta filosofía se desarrolló y cristalizó después en la Edad Media y con los trabajos de San Agustín y Santo Tomás.

Citaré a Copleston hablando de San Agustín (‘Historia de la Filosofía’): "Ya he indicado que acepto la interpretación del pensamiento agustiniano según la cual la función de la iluminación divina es hacer visible a la mente el elemento de necesidad en las verdades eternas, y que rechazo cualquier forma de interpretación ontologista". Vamos a extraer del texto citado las razones por las cuales es tan difícil ser marxista y aceptar una dialéctica que trabaja con reglas diferentes "para" tratar la teoría y "para" tratar la práctica. Vemos que San Agustín creía en un momento de "iluminación", en un momento de descubrimiento.

¿Quién nos garantiza que la "iluminación" del santo es verídica? Nadie, pues no hay autoridad material superior a él. Hoy en día los únicos que pueden garantizarnos una interpretación válida del "sentido" de la iluminación científica son los profesionales o nuevos santos de la técnica. Pero sigamos. ¿Qué significa eso de "hacer visible a la mente el elemento de necesidad en las verdades eternas"? ¿No es contradictorio poner en una misma proposición la palabra "necesidad", que es terrenal, y la palabra "eternas", que es celestial? Sí. Ambas operan con leyes distintas, y sin embargo viven en un mismo espacio.

En la proposición de Copleston, al que no podemos culpar de distracción, pues sólo explica el pensamiento ajeno, vislumbramos cómo el idealismo y el pragmatismo hacen trampa. Lo celestial y lo terrenal no pueden jugar bajo las mismas reglas, que son las del lenguaje. Pero desanudemos el asunto citando algo de la ‘Lógica del sentido’ del maestro Deleuze: "Humpty Dumpty distingue con fuerza las dos clases de palabras: ‘Algunas tienen carácter, especialmente los verbos: son los más orgullosos. Con los adjetivos puede hacerse lo que se quiere, pero no con los verbos. Y sin embargo, ¡yo puedo utilizarlos todos a mi gusto! ¡Impenetrabilidad! Esto es lo que digo’. Y cuando Humpty Dumpty explica la insólita palabra ‘impenetrabilidad’, da una razón demasiado modesta (‘quiero decir que ya hemos hablado bastante de este tema’)".

Lo celestial es un verbo (allá se dirigen los asuntos humanos), mientras que lo terrenal es un sustantivo (acá se comprueban las directrices de allá). Copleston dice que rechaza interpretaciones ontológicas. Los iluminados manejan un lenguaje "mágico", "místico" o extraño para que las personas jamás entiendan lo que oyen. Los "iluminados", como dice el texto, hacen con los sustantivos o con la sustancia lo que quieren, y dejan que la gente entienda lo que desee mientras ellos se apropian de los verbos, de las directrices para la experimentación y para la comprobación.

¿Quién o qué ha roto con este viejo orden? La Comuna de París, que "cubrió todos los cargos administrativos, judiciales y de enseñanza por elección, mediante sufragio universal, concediendo a los electores el derecho a revocar en todo momento a sus elegidos", según Engels. La prueba más nítida para hacerle ver  a la burguesía que está haciendo mal su trabajo está en la sociedad, que no funciona. ¿Cómo sabemos que no funciona la sociedad? Es muy fácil. ¿No son todos los hombres propietarios de un ‘genius’? Sí. ¿Abundan los hombres seguros y capaces de tomar con ingenio decisiones? No.

Oigamos a Lenin: "Los obreros y los campesinos son todavía ‘tímidos’, no están aún acostumbrados a la idea de que ahora son ‘ellos’ los que constituyen la clase ‘dominante’, les falta resolución". Hay que dejar atrás a los arúspices y augures, que pretenden que salgamos a la calle a ciegas. ¿Saldremos a la calle con los ojos tapados sólo porque hemos memorizado el mapa de la ciudad? En los mapas jamás podrá registrarse la dialéctica, es decir, la lucha de clases.