“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

9/2/13

La noche más oscura / El regalo de Hollywood al poder americano

Slavoj Žižek
Traducción al español por Kelly Aronowitz, Manuel Vargas Ricalde & Pablo González de la Torre

Muchos han señalado que la película de Kathryn Bigelow respalda la tortura. Pero ¿porqué este tipo de película fue realizada ahora? Aquí se muestra cómo, en una carta al LA Times, Kathryn Bigelow justificaba la representación de los métodos de tortura empleados por los agentes del gobierno para atrapar y matar a Osama bin Laden:

“Nosotros quienes los que nos dedicamos al mundo de las artes sabemos que representar no es lo mismo que promocionar. Si lo fuera, ningún artista podría haber pintado prácticas inhumanas, ningún autor hubiera podido escribir sobre ellas, y ningún cineasta hubiera podido profundizar en los temas espinosos de nuestros tiempos.”

¿De verdad? Uno no necesita ser un moralista, o ingenuo sobre la urgencia de pelear ataques terroristas, para pensar que torturar a un ser humano es en sí mismo algo tan profundamente devastador que al representarlo neutralmente - ej. al neutralizar esta devastadora dimensión - eso ya es una forma de promoción.

Imagine un documental que nos muestre al Holocausto en una fría, desinteresada manera como una gran operación industrial-logística, enfocándose en los problemas técnicos involucrados (transporte, desecho de cuerpos, prevención de pánico entre los presos para ser gaseados). Dicha película o encarnará una fascinación profundamente inmoral con su tema, o utilizaría con su obscena neutralidad para generar consternación y horror a sus espectadores. ¿Dónde se encuentra Bigelow aquí?

Sin una sombra de duda, ella está del lado de la normalización de tortura. Cuando Maya, la heroína de la película, presencia por primera vez el método de tortura submarino (en el que prisionero es asfixiado bajo el agua), ella se impacta levemente, pero aprende a atar los nudos rápidamente; luego en la película ella fríamente chantajea a un prisionero de alto nivel con, “si no hablas con nosotros, te enviaremos a Israel”. Su fanática búsqueda por Bin Laden ayuda a neutralizar reparos morales ordinarios. Mucho más ominoso es su compañero, un joven, barbudo agente de la CIA quien domina perfectamente el arte de pasar con soltura de tortura a amabilidad una vez que la víctima se quiebra (prendiendo un cigarro y compartiendo bromas). Hay algo profundamente perturbador en cómo, luego, él cambia de torturador en pantalones de mezclilla a un bien vestido burócrata de Washington. Esto es normalización a su máxima expresión y eficiencia - hay cierto malestar, más sobre la lastimada sensibilidad que sobre ética, pero el trabajo tiene que ser hecho. La conciencia de la lastimada sensibilidad del torturador como el (principal) costo humano de la tortura asegura que la película no sea una barata propaganda de la derecha: la complejidad psicológica es mostrada para que los liberales puedan disfrutar de la película sin sentirse culpables. Esto es el porqué ‘La Noche Más Oscura’ es mucho peor que ‘24’, donde por lo menos Jack Bauer se quiebra al final de la serie.

El debate sobre si el submarino es tortura no debe de ser descartado como un obvio disparate: ¿porqué, si no por la causa de dolor y miedo a la muerte, el submarino hace que los más endurecidos sospechosos-terroristas hablen? El reemplazo de la palabra “tortura” con “mejorada técnica de interrogación” es una extensión de la lógica políticamente correcta: violencia brutal practicada por el estado es hecha públicamente aceptable cuando el lenguaje es cambiado.

La más obscena defensa de la película es el reclamo de que Bigelow rechaza un barato moralismo y sobriamente presenta la realidad de la lucha anti-terrorista, planteando difíciles preguntas y por lo tanto obligándonos a reflexionar (además, algunos críticos agregaron, ella “deconstruye” clichés femeninos - Maya no proyecta sentimentalismo, ella es fuerte y dedicada a su tarea como los hombres). Pero con tortura, uno debe no “reflexionar”. El paralelo con la violación se impone aquí: ¿qué si una película fuese a mostrar una violación brutal en la misma neutral manera, declarando que uno debe de evitar barato moralismo y comenzar a pensar sobre violación en toda su complejidad? Nuestro instinto nos dice que hay algo terriblemente mal aquí; yo quisiera vivir en una sociedad donde la violación simplemente sea considerado inaceptable, para que así cualquiera que argumente por él parezca un excéntrico idiota, no en una sociedad donde uno tiene que argumentar en contra de ello. Lo mismo va para la tortura: un signo de progreso ético es el hecho que tortura es “dogmáticamente” rechazada como repulsiva, sin que haya una necesidad de argumentar el porqué.

Entonces qué sobre los argumentos “realistas”: tortura siempre ha existido, entonces ¿no es mejor por lo menos de públicamente hablar de ello? Esto, exactamente, es el problema. Si tortura siempre ha estado presente, ¿por qué aquellos en el poder ahora nos dicen abiertamente sobre ello? Sólo hay una respuesta: para normalizar, para bajar nuestros estándares éticos.

¿La tortura salva vidas? Tal vez, pero con seguridad esta pierde almas - y su más obscena justificación es el de reclamar que un verdadero héroe está listo de sacrificar su propia alma para salvar las vidas de sus compatriotas. La normalización de tortura en La Noche Más Oscura es un signo del vacío moral que estamos gradualmente alcanzando. Si hay alguna duda sobre esto, trata de imaginar un éxito de taquilla de Hollywood representando tortura de forma similar 20 años atrás. Es inimaginable.