“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

30/5/13

Entre el revisionismo y el Panteón / Alain Badiou lector de Althusser

Marcelo Starcenbaum

En el año 2002, fue editado en Argentina ‘Releer Althusser’, un libro de entrevistas a intelectuales argentinos que, de una manera u otra, se inscribían dentro de lo que podría considerarse el althusserianismo argentino. La mayoría de las preguntas realizadas a los entrevistados apuntaban a cuestiones tales como cuáles habían sido las condiciones socio-políticas en las que había leído por primera vez a Louis Althusser, qué elementos de su obra les había permitido pensar los procesos políticos y sociales locales y mundiales, qué balance realizaban del itinerario del althusserianismo, cuál podía ser el legado de Althusser a comienzos del siglo XX. Sin embargo, los entrevistadores insistían con una pregunta extraña, en apariencia, para una problemática política e intelectual: «¿Vivís mejor o peor que cuando eras marxista althusseriano?». Ese mismo año, fueron traducidos y editados en España una serie de textos del «Althusser tardío» en un volumen titulado Para un materialismo aleatorio.


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En el texto que oficia de introducción a los textos publicados, Pedro Fernández Liria remarcaba la radicalidad de la renovación althusseriana y advertía de la enorme deuda de la tradición marxista con su obra. A modo de ejemplificación de lo señalado, retomaba un comentario contundente de Gabriel Albiac, uno de los principales lectores españoles de Althusser: «Durante algún tiempo, todos fuimos althusserianos o anti-althusserianos, que al fin, es lo mismo».
 
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