“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

26/8/13

Transparencia o nada

Gustavo Márquez Marín  [Especial para La Página]  Si la eficiencia es la capacidad de los sistemas para producir los resultados esperados mediante el uso óptimo de los recursos, la corrupción es uno de los factores que más influye en las ineficiencias de la gestión pública. De hecho es una privatización continuada del patrimonio público por la rapiña coligada de “funcionarios públicos” y “empresarios” amparados en la opacidad de la administración pública. Se traduce en una merma considerable de los recursos destinados a la salud, educación, vivienda, alimentación, seguridad social y también, en la calidad de las obras y servicios públicos y en el rendimiento de las inversiones del Estado.

La corrupción es un fenómeno mundial que se ha difundido a través de los intersticios del estamento social, llegando a enlazarse con el narcotráfico y el crimen transnacional, a través del lavado de dinero y de la manipulación de información privilegiada en el sistema financiero. En el caso venezolano, la corrupción es la principal fuente de acumulación originaria
de capital de la burguesía parasitaria rentista. En ello ha influido la impunidad y la falta de transparencia en la gestión pública, fomentando una “cultura” de la tolerancia, que acepta como “normal” el uso de los cargos o vocerías públicas como medio para el enriquecimiento individual.

A pesar de contar con una legislación mundial, interamericana y nacional robusta y de complejos y sofisticados controles administrativos, cual cáncer en etapa terminal, la corrupción crece como la verdolaga, al punto que el Presidente Maduro ha hecho un firme llamado al pueblo para que lo apoye en la guerra contra este flagelo y anunció que solicitara poderes extraordinarios para legislar sobre la materia. Creemos que antes de hacer nuevas leyes deben abrirse las zonas oscuras de la administración pública, para que los ciudadanos la escruten libremente y el Poder Popular pueda realizar contraloría social permanente de la gestión pública y accione oportunamente ante los Poderes Públicos, exigiendo sanciones para los responsables y corrección de los ilícitos. Podria ponerse en marcha la Misión Transparencia con el lema ¡transparencia o nada!, aplicando con rigor la nueva “Ley de Infogobierno” y la ley contra la corrupción.