Las experiencias de gobierno condensan la complejidad del
fenómeno de izquierda, porque involucran proyectos y concepciones diversas, la
relación y el balance de fuerzas entre los diversos componentes de la
izquierda, las prácticas y su eficacia, y porque no operan en el vacío sino en
la disputa de proyectos de sociedad antagónicos, con sus efectos combinados en
términos regionales y del sistema mundo capitalista. Es una
complejidad no siempre contemplada en los análisis.
complejidad no siempre contemplada en los análisis.
Ejemplo de ello son las clasificaciones que se han hecho de
los gobiernos en los últimos años. Como en toda clasificación, se han
jerarquizado algunos aspectos en desmedro de otros, en lo que se expresan
concepciones teórico-metodológicas. Y me parece interesante ilustrar, desde
esas clasificaciones, la compleja problemática que debemos asumir, no sólo por
sus implicaciones intelectuales sino también por sus efectos prácticos, es
decir, políticos. De partida, no podemos eludir el reconocimiento de que todos
los gobiernos, más allá de las diferencias entre procesos, han generado cambios
importantes en las condiciones de vida de amplios segmentos sociales. Cómo no
reconocerlo, máxime cuando venimos de países como México, donde se está
llevando a cabo una masacre social. Y éste es un primer asunto a considerar
para pensar en términos regionales. Hoy día, un 54 por ciento de la población
de Nuestra América vive en países gobernados por las fuerzas que se autodefinen
como izquierda y centroizquierda, con un aporte numérico grande de Brasil en
ese porcentaje.
Esto es inédito en la historia latinoamericana. Pero el otro
46 por ciento, casi 269 millones, viven bajo gobiernos de derecha que siguen
ahondando la tragedia social y la entrega descarada de sus países, y que bajo
esa lógica operan también en la geopolítica regional. Este ámbito, el de la
geopolítica, ha sido un criterio muy determinante de las clasificaciones sobre
los gobiernos y, en buena medida, ha condicionado la discusión sobre esas
experiencias. Estamos en un momento
inédito en nuestra historia por el número de expresiones gubernamentales de
mayor distanciamiento respecto al gobierno de Estados Unidos y la creación de
instituciones regionales sin su presencia, como la CELAC y UNASUR, de gran
importancia en su histórico “patio trasero” y para la geopolítica mundial, sobre
todo para contener los escenarios de guerra. También asistimos al
desdibujamiento de la arrogante presencia del Estado español, como ocurrió en
la última Cumbre Iberoamericana en Panamá.
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