- El filósofo analiza el caso del intérprete para sordos del funeral de Mandela
The 'fake' Mandela memorial interpreter said it all |
Filósofo pop por excelencia, el esloveno ha hecho de Jantjie
el fantasma que acecha nuestras autocomplacientes fantasías. Žižek podría
suscribir las palabras del sudafricano, quien recientemente ha declarado estar
orgulloso de su destrezas para la traducción hasta el punto de autorpoclamarse
"campeón de la lengua de signos". ¿Por qué
podría Jantije llevar razón? Pues porque, según el esloveno, este tipo de traductores no es están allí para los sordos, sino para hacernos sentir bien a los que oímos perfectamente. Para tranquilizarnos y permitir que creamos estar haciendo lo correcto, como si de verdad pensáramos en los menos privilegiados. En este sentido, la actuación de Jantjie habría sido intachable, de matrícula de honor.
podría Jantije llevar razón? Pues porque, según el esloveno, este tipo de traductores no es están allí para los sordos, sino para hacernos sentir bien a los que oímos perfectamente. Para tranquilizarnos y permitir que creamos estar haciendo lo correcto, como si de verdad pensáramos en los menos privilegiados. En este sentido, la actuación de Jantjie habría sido intachable, de matrícula de honor.
El mismo razonamiento se podría aplicar a las grandes galas
benéficas —como los telemaratón que cada diciembre emiten muchas cadenas
televisivas—, pues tales espectáculos melodramáticos no están pensados para los
niños con cáncer o las víctimas de una inundación: son, en realidad, nuestra
gran catarsis anual. Son galas organizadas en favor de nuestro beneficio
emocional y simbólico. De hecho, según Žižek, el mismo funeral de Mandela tuvo
más de pirotecnia lacrimal que de cualquier otra cosa.
El 'caso Jantjie'
habría acabado con todo eso por un momento. Como Nuevo Mesías, nos habría
revelado la verdad de nuestro autoengaño complaciente. Al mago se la he visto
el plumero. Podemos preguntarnos, sin embargo, si Jantjie ha encarnado la
pastilla azul que nos ha devuelto fuera de Matrix,
como pretende Žižek, o si por el contrario ha supuesto una sobredosis de
pastillas rojas. Por más goloso que sea pensar lo contrario, nos inclinamos a
creer que estamos en el segundo de los escenarios. Que siga el espectáculo.
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