Foto: Thomas Piketty |
Según los cronistas, lo que convierte en especialmente
relevante el libro de Piketty es
haber dado el respaldo del análisis científico, trabajando con miles de datos correspondientes a un amplio lapso de tiempo, a algo que en Europa sabe toda la izquierda y parte de la derecha: que las desigualdades aumentan sin parar y que el dominio del capitalismo financiero sobre el productivo está en la raíz del problema. ¿No fue acaso un conservador como Sarkozy quien defendió «la refundación del capitalismo sobre bases éticas?». Si el sistema no sirve a la vez para generar riqueza y para que alcance a todo el mundo, pierde legitimidad y no puede ser aceptado por quienes tienen el mandado de defender los intereses de la comunidad
haber dado el respaldo del análisis científico, trabajando con miles de datos correspondientes a un amplio lapso de tiempo, a algo que en Europa sabe toda la izquierda y parte de la derecha: que las desigualdades aumentan sin parar y que el dominio del capitalismo financiero sobre el productivo está en la raíz del problema. ¿No fue acaso un conservador como Sarkozy quien defendió «la refundación del capitalismo sobre bases éticas?». Si el sistema no sirve a la vez para generar riqueza y para que alcance a todo el mundo, pierde legitimidad y no puede ser aceptado por quienes tienen el mandado de defender los intereses de la comunidad
Pero a diferencia de Marx, que tras analizar el
funcionamiento del capitalismo propuso su drástica substitución forzosa por
otro sistema radicalmente distinto, Piketty da por descartadas, por razones
históricas obvias, las recetas comunistas, y no defiende que haya una manera
mejor que crear riqueza. La acción debería centrarse entonces en la
distribución y el instrumento sería la fiscalidad, que debería ser
especialmente agresiva con los beneficiarios máximos de la desigualdad. Es
decir, lo que ha intentado François Hollande sin que con ello haya conseguido
evitar una oleada de medidas de austeridad (que ha encargado a Manuel Valls
para que se queme bien quemado), mientras los muy ricos evitaban fácilmente el
castigo moviendo residencias y capitales por el ancho mundo. Gerard Depardieu,
abrazando a Putin para eludir al fisco francés, es el ejemplo más vistoso de
que una receta socialdemócrata de progresividad fiscal solo puede ser hoy
efectiva si la aplica un gobierno mundial con verdadero poder global. O sea,
que va para largo o para nunca.
Título original: “Piketty y
Depardieu”