“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

13/11/14

Los “monumentos” fálicos del cementerio de Khalid Nabi

Melodi Parga Otero
Al noroeste de Irán, entre dos colinas, se encuentra el peculiar cementerio de Khalid Nabi o Kalat Nabi, famoso por su monumentos funerarios en forma de falo y vulva. Lo singular de las formas de sus tumbas ha llevado a que en los últimos tiempos el cementerio se haya convertido en una atracción para el turismo. Sin embargo, la mayoría de empresas turísticas no suelen realizar visitas a este lugar, dado su emplazamiento tan alejado de otros puntos de interés; por otro lado, el cementerio se inscribe en una región de restrictivas normas respecto a la conducta sexual y a cualquier manifestación que haga referencia a la misma, razón por la cual el cementerio ha sido víctima de diferentes agresiones, a pesar de estar protegido y reconocido como Patrimonio Nacional de Irán.

La necrópolis se localiza en la provincia del Golestán, muy cerca del actual Turkmenistán. Según la tradición, en este cementerio fue enterrado el profeta precristiano Khalid Nabi, motivo por el que es un punto de peregrinación de los fieles musulmanes, por lo general mujeres que buscan su bienestar y que dejan como ofrenda en el lugar lazos atados a árboles.

Vista del entorno del cementerio

Popularmente se dice que la forma de las tumbas es una referencia al sexo de sus ocupantes: las formas fálicas corresponden a hombres mientras que las formas más redondeadas, que recuerdan a vulvas o pechos, corresponden a mujeres. Cabe esperar, entonces, que por cada forma fálica se encontrase una bulbar o con forma de busto, entendiendo que allí habrían sido enterrados los miembros de una pareja, un matrimonio. Sin embargo, la disposición de estas lápidas es otra, aparecen por grupos, sí, pero no necesariamente en pareja. Según el historiador Hesar Nuee, el simbolismo fálico de estas lápidas podría tener su origen en las religiones fálicas de la India y Asia Central. La memoria popular cuenta también que estas lápidas son fueron en realidad personas que por sus actos de idolatría fueron castigadas por Dios y convertidas en piedras.

Khalid Nabi saltó a la fama en el año 1989 de manos del arqueólogo David Stronach y su publicación “Standing Stones in the Atrek Region: The ālat Nabī Cemetery” para el Instituto Británico de Estudios Persas. [1] 

Stronach clasificaba las tumbas en dos tipos, ya aventuradas al inicio de este artículo:

Tipo 1: Aquella lápidas de forma cilíndrica y altas, reconocidas popularmente como formas fálicas, y que Stronach describe como cilindros rematados con una forma finial, crista o floron, bajo la que se talla un lazo simple o a veces doble y que en cojunto recuerdan a un poste cuya cima se corona con un yelmo, gorro o turbante. 

Tipo 2: Aquellas lápidas de menos altura que las anteriores, que la tradición reconoce como formas de busto o vulvares y que se caracterizan por un remate lobulado, entre dichos lóbulos emerge una especie de cogollo o pinaculillo. Stronach, advierte aquí que no necesariamente la forma recuerda a algo femenino, si no que podría tratarse de nuevo de la estilización de un turbante.

Es decir, para Stronach, este tipo de monumentos funerarios no representan necesariamente órganos sexuales humanos, si no que son la representación estilizada de personas. Ahora bien, las teorías propuestas tanto por Stronach como por otros estudiosos siguen dejando muchas cuestiones en el aire. Ninguna de ellas explica porque todas presentan alturas irregulares, ni por que las tumbas de tipo 2 son más cortas. Tampoco se han encontrado paralelos exactos en dicha región, aunque si en otras más alejadas del propio irán. La datación no es tan poco segura, aunque se cree que los primeros enterramientos se realizan en el siglo XVII y que la actividad inhumatoria se extiende hasta el siglo XIX, según la epigrafía presente en alguno de estos monumentos. Incluso se baraja la posibilidad de que muchas de estas tumbas no sean enterramientos sino cenotafios, puesto que no se han hallado huesos en las zonas exploradas.

En todo caso, este cementerio se convierte en uno de esos alejados y olvidados lugares del mundo donde seguramente aconteció una gran historia: un lugar donde durante doscientos años los habitantes de la región encontraron un refugio tras la muerte. Sin embargo, hoy en día el cementerio debe hacer frente, tristemente, a la presión censora de una población que encuentra ofensiva e inapropiada este tipo de manifestación artística, así como soportar una afluencia de turistas no gestionada que pone en peligro la integridad material de este conjunto arqueológico y paisajístico.
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