“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

12/6/15

Frida Kahlo: un grito desesperado por la vida

Frida Kahlo ✆ Guillermo Kahlo
Frida pintó como nadie su propio dolor y quizá, como nadie, hizo de la tragedia «la tragedia de su vida» su mejor obra.
“Me pinto a mí misma porque estoy mucho tiempo sola, y porque soy la persona que mejor conozco.” – Frida Kahlo

Ernesto Paz León   |   Postrada en una cama crea sus primeras pinturas como imágenes desgarradoras de sí misma, aquellas que la llevarían a convertirse en una de las artistas más célebres y talentosas de todos los tiempos. Ya que nadie como ella sabría hacer de la tragedia ─traída en abonos desde la infancia─, su mejor obra.

A los seis años sufre de poliomielitis en la pierna derecha. A los dieciocho, el autobús en el que viaja es arrollado por un tranvía con consecuencias fatales en las que hubo hasta muertos. Este accidente ─del cual se dudaba pudiera sobrevivir─ es el que la llevaría al hospital por primera vez, con fractura de huesos en la columna vertebral, hombros, costillas, pelvis y daños severos en un pie, manteniéndola en cama e inmovilizada por espacio de un mes en el hospital, y tres más en su casa. Al cabo de un año, con muchas complicaciones regresaría por segunda vez para ser atendida, ya que varias de las vértebras de su columna se habían desplazado como consecuencia de una mala o inadecuada atención médica en el accidente sufrido.

Nuevamente de regreso a su casa y durante los nueve meses que siguieron, Frida volvió a quedar en cama convaleciente, teniendo que usar incómodos corsés de escayola. Es aquí, precisamente «que con la ayuda de un caballete especial apoyado en la cama, un espejo y unos cuantos pinceles» nacería la leyenda de Las Dos Fridas.
De padre judío de origen húngaro-alemán y madre oaxaqueña hereda el mestizaje
Museo Frida Kahlo, Cd. de México ✆ Anagoria
En la casa que hoy se conoce como la «Casa Azul» y en la cual viviría gran parte de su vida, nace el 6 de julio de 1907 en la ciudad de México, en el entonces pueblo de Coyoacán, Magdalena Carmen Frida Kahlo Calderón. Hija del fotógrafo Wilhelm Kahlo ─o Guillermo Kahlo, nombre que adoptó en México─ y Matilde Calderón. Es la tercera de cuatro hermanas: Matilde, la mayor, Adriana y Cristina, la menor de todas.

Frida no tuvo formación artística en escuela alguna, pero comenzó a pintar desde muy joven, enseñada por su padre: autorretratos, retratos de familia y de algunos amigos, pero todo esto sin tener la intención de dedicarse algún día a ejercer en forma profesional la pintura. Es más, antes del accidente y durante algún tiempo estando en el hospital, pensaba estudiar medicina.
“Para combatir el aburrimiento y el dolor, sentí que todavía tenía suficiente energía para hacer algo diferente de estudiar para convertirme en un médico. Sin prestarle ninguna atención especial, empecé a pintar.”
Y pintó con un estilo que con el paso del tiempo se haría único, no solo por la temática sino, además, por la combinación de colores utilizados en su obra, por los trazos desplegados en ella y, sobre todo, por esa manera subyugante de mostrarse a sí misma. Como lo muestran sus primeras pinturas realizadas durante su convalecencia: Degradada en una cama, lacerada, cubierta de vendas y aprisionada en ese incómodo corsé a sus tan solo ¡19 años! Estos temas serían una constante en las subsecuentes recaídas producto de operaciones diversas a lo largo de su vida.

Ella, como ningún otro artista, crearía una obra extraordinariamente personal en su lucha por la vida basada en sí misma, como un grito desesperado de su yo interno para dar algún sentido a sus desgracias.
“Pensaron que yo era surrealista, pero no lo fui. Nunca pinté mis sueños, sólo pinté mi propia realidad.”
El sueño – La cama (1940) ✆ Frida Kahlo
En estas sencillas palabras se deslinda la pintora de ser catalogada «surrealista», hay algo de protagonismo en ello, algo de cierto, pero solo algo. Ya que, en efecto, buena parte de esa obra sí es surrealista. Sobre todo la que tiene que ver con los momentos más dolorosos en una cama y que se compone de imágenes terribles, alucinantes, que dan idea del dolor y la frustración sentida.

Que está basada en escenas reales sí, muy reales, porque no fueron inventadas en manera alguna. Pero el despliegue de esas imágenes y la composición misma en su obra es onírica en esencia, con elementos propios o característicos de la escuela surrealista y que, como se sabe, está sujeta a la ensoñación y al reacomodo imaginativo del artista. Habrá discusión en esto, como en todo, y quizá, solo los críticos de arte y estudiosos de su obra tendrán la última palabra.

A lo largo de su carrera experimentó con diferentes estilos y temas, algunos de ellos, influenciada por el mismo Diego Rivera, muralista también mexicano con quien se casa en 1929 a la edad de 22 años, siendo Diego aún 20 años mayor que ella. La presencia de Diego en la vida de Frida es el nuevo parte aguas que habrá de marcar un antes y un después en su obra.
“Sufrí dos graves accidentes en mi vida… uno en el cual un tranvía me arrolló y el segundo fue Diego.”
Admiradora del muralista ─pues cuando lo conoce él ya era un consumado y reconocido artista─ y profundamente enamorada después. Su vida al lado de Diego Rivera se vuelve una relación de contrastes, tormentosa, con claroscuros que marcarían una vez más su obra. Ambos poseían ese carácter indomable que tienen todos los grandes personajes. Ambos se necesitarían y repelerían al mismo tiempo.
“Ser la mujer de Diego es la cosa más maravillosa del mundo. Yo le dejo jugar al matrimonio con otras mujeres. Diego no es el marido de nadie y nunca lo será, pero es un gran compañero.”
Sin esperanza (1945) ✆ Frida Kahlo
Diego Rivera, a pesar de ser obeso y mal parecido, tenía una personalidad que atraía fuertemente a las mujeres. Sería la fama, su carácter o el dinero, en fin, lo que hubiera sido. El asunto es que sabía aprovechar muy bien esa cualidad para tener amoríos con pleno conocimiento de Frida. Al parecer, sin mucho daño al principio, ya que ella era muy joven y por sobre todas las cosas, lo idolatraba.
“Quizá esperen oír de mí lamentos de ʻlo mucho que se sufreʼ viviendo con un hombre como Diego. Pero yo no creo que las márgenes de un río sufran por dejarlo correr.”
La historia de Frida no se puede separar en ningún momento de su obra; están íntimamente ligadas, ya como reflejo de sus diferentes estados de ánimo, ya como fiel testigo de sus frecuentes ingresos en un hospital. En su obra se despliega en cada lienzo el surrealismo más realista y espontáneo ─como quien se aleja de su cuerpo para observarse en medio del desastre─. Uno de sus primeros dibujos: Accidente,denota esa característica, donde aparece su rostro mirando con ojos contemplativos, su cuerpo cubierto de vendas e inconsciente tendido sobre la cama.

Dolor, angustia, soledad, pérdidas, se plasman en sus autorretratos como un diario personal cuya simbología es fascinante, que no requiere palabras, que no requiere de un conocimiento preciso de las diferentes técnicas para ser entendido. Tal vez en ello estribe su genialidad: Porque el arte, para grande, debe ser universal.

En esta pintura, Frida se muestra pequeña en comparación con Diego, quien aparece enorme, y con una paleta de colores en una mano y sujetando con la otra, la mano de Frida. Ejemplo simbólico de lo que él significaba para ella como artista y como compañero.
Para bien o para mal, la presencia de Diego Rivera es siempre un factor determinante en su vida y en su obra
Diego Rivera y Frida ✆ Frida Kahlo
En esa simbiosis, en ese intercambio también cultural y artístico se fue madurando la obra de Frida, mejorando su técnica creativa, puliendo los diferentes elementos que habrían de caracterizarla. Donde no se puede apartar la figura del maestro en ese progreso gradual, ya que es el mismo Diego quien la induce a ceñirse al nuevo movimiento artístico imperante en México, basado en las raíces y folklore de la cultura mexicana y del cual, su esposo, era uno de los principales exponentes.

Esta faceta en su obra la lleva no solo a pintar con motivos nacionalistas, sino a adoptar esa mexicanidad de manera permanente. En su vida diaria, social y en actos públicos utilizará la vestimenta tradicional indígena ─no olvidemos que su madre era de origen oaxaqueña─. Peinados de trenzas o chongos se hicieron presentes, la comida regional y hasta el lenguaje, se vuelven parte de esa identidad que orgullosa exhibe.

Como esposos, Frida y Diego viven una intensa actividad social, cultural y política. Ella se incorpora al Partido Comunista Mexicano, como ya lo había hecho anteriormente Diego, donde militan con un activismo destacado, participando en todo lo relacionado con los asuntos del partido, fueran éstos reuniones de trabajo o marchas de protesta en las calles.

Dada la importancia de Diego Rivera en el medio cultural y político, Frida se vuelve también parte de ello o bien, asume de manera individual algunas de esas actividades, convirtiéndose en foco de atención nacional cuando en 1936, al estallar la guerra civil en España funda con otras mujeres, un comité de solidaridad de ayuda a los republicanos españoles.

Henry Ford Hospital (1932) ✆ Frida Kahlo
En plena efervescencia política y gracias a una solicitud que hiciera Diego Rivera de asilo ante el gobierno mexicano, llegan en 1937 expulsados de Rusia y Noruega, León Trotsky y su esposa Natalia Sedova para instalarse en la Casa Azul, la misma en que recibirá en 1938 a André Bretón y a su esposa Jacqueline Lamba. Bretón es el fundador y principal exponente del surrealismo o «Padre del surrealismo» como se le conoce hasta ahora.

Hay que destacar que ya desde 1927 André Bretón y Paul Éluard ─otro integrante importante del movimiento surrealista─, se habían afiliado al Partido Comunista, por lo que su visita a México la realiza con el único propósito de conocer a Trotsky, a quien, al igual que Diego Rivera, profesaba gran admiración. Pero no es sino hasta 1941 que Bretón redactaría su tercer manifiesto surrealista llamado: Manifiesto por un arte revolucionario independiente. Producto de esa relación con Trotsky en casa de los Rivera.
“En realidad no sé si mis cuadros son surrealistas o no, pero sí sé que representan la expresión más franca de mí misma.”
Durante su estadía en la casa de Coyoacán, André Bretón queda tan impresionado con la obra de la pintora, que al año siguiente, 1939 programa una exposición de sus pinturas en París. Por este tiempo Frida no pensaba vender o llegar a vivir en modo alguno por la venta de sus cuadros, pues siempre pintaba para sí, y como terapia para hacer llevaderos sus problemas de salud.

Ya antes, en 1930 había sufrido su primer aborto, con las consecuencias anímicas y sicológicas que esto implicaba, sumándose otro más ─que sería el segundo─ en 1934. Ese mismo año tuvo que ser operada del pie derecho y amputada de cuatro dedos que tenían gangrena. Para colmo de males su relación sentimental con Diego se había ido deteriorando a consecuencia de sus continuas infidelidades, llegando incluso al extremo de descubrirlo con su propia hermana Cristina, motivo que causaría su separación del muralista en 1935.

A esta separación vendría una reconciliación, después un divorcio en 1939 para volver a contraer nupcias en 1940. En fin, un continuo ni contigo ni sin ti. Años difíciles durante los cuales ambos se permitieron de todo en infidelidades. Muchos de estos momentos de soledad, de rabia o impotencia Frida los plasma en imágenes fotográficas con el cabello desaliñado, deshaciendo sus trenzas o bien: tratando de ahogarlos en alcohol.
“Intenté ahogar mis dolores, pero ellos aprendieron a nadar.”
 Podría decirse que algunos de los momentos de mayor felicidad en la vida de Frida, se debieron al éxito inusitado que comenzaron a tener sus cuadros en el extranjero, cuya venta y reconocimiento de la prensa especializada no se hizo esperar, rebasando toda expectativa.

Tan solo en una exposición llevada a cabo en Nueva York se vendieron la mitad de sus cuadros, recibiendo encargos de nueva obra por parte del Museo de Arte Moderno de Nueva York. En una exposición en Paris su pintura: Autorretrato -El Marco, se convirtió en la primera obra de un artista mexicano del siglo XX adquirida por el Museo del Louvre.

La columna rota (1944) ✆ Frida Kahlo
Como en cascada comenzaron a llegar, a partir de los años cuarenta, los reconocimientos por su obra, dando a su talento y creatividad la reputación merecida. Su pintura por estos tiempos, cambia de los clásicos autorretratos a las naturalezas vivas, a los cuadros nacionalistas o bien con un exacerbado realismo. Ejemplos de estas obras son: El marxismo dará salud a los enfermos y Mi nacimiento.

En la Escuela Nacional de Pintura y Escultura «La Esmeralda» ─nombre con el cual se le conoció a esta escuela por estar situada en la calle del mismo nombre─, Frida ingresa para dar clases como maestra y conforma un grupo de alumnos que serían llamados los fridos, porque, cuando ella no podía asistir a la escuela por motivos de salud, ellos asistían a su casa para tomar la clase.

Es elegida, junto con otros veinticinco artistas e intelectuales, miembro del Seminario de Cultura Mexicana, institución creada con el único propósito de promover la cultura de México. En la Galería de Arte Mexicano ─la galería de arte privado más importante de México─ expone: Las Dos Fridas. Se inician, así, una serie de exposiciones colectivas en México y los Estados Unidos. En 1946 gana el Premio Nacional para el Arte y la Ciencia.
“No estoy enferma… estoy rota… pero estoy feliz de estar viva mientras pueda pintar.”
En 1944 y debido a fuertes dolores de espalda, los doctores le ordenan descansar en su casa y usar un corsé de acero. Motivo por el cual compondría su pintura: La Columna Rota. Años más tarde, en 1944 es operada nuevamente con la intención de enderezar su columna, pero la operación no tiene éxito.
“Pies para qué los quiero si tengo alas pa’ volar.”
En 1953 le es amputada la pierna derecha y realiza un cuadro donde escribe: “Pies para qué los quiero si tengo alas pa’ volar”. Ese mismo año, la Galería de Arte Contemporáneo de México le dedica una exposición. El día de la inauguración, Frida asiste transportada en una cama para asombro del público. Este fue un gran acontecimiento, en el que ella dio rienda suelta a la euforia, cantando y bebiendo hasta la madrugada.

En 1954 hace su última aparición pública en vida, participando en una manifestación en protesta por el derrocamiento del gobierno democrático del presidente de Guatemala Jacobo Arbenz. Evento por el cual habría de enfermar de pulmonía, falleciendo en La Casa Azul el 13 de julio de 1954 a la edad de 47 años, cuando el Instituto Nacional de Bellas Artes le preparaba un homenaje nacional con algunas de sus obras, entre las cuales se encontraban: Las Dos Fridas, Viva la Vida, Unos Cuantos Piquetitos y Diego en mi pensamiento.

Las dos Fridas (1939) ✆ Frida Kahlo
Durante su corta existencia Frida realizó unas 200 pinturas, dibujos y esbozos relacionados con las experiencias de su vida, de las cuales 55 fueron autorretratos. Sus cuadros se encuentran en numerosas colecciones privadas alrededor del mundo y se cotizan como las más caras que cualquier otra pintora hubiera realizado en la historia del arte.

El 12 de julio de 1958, La Casa Azul abre oficialmente sus puertas cambiando su nombre por el de Museo Frida Kahlo.