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Como ya se ha dicho, el bipartidismo imperfecto que ha caracterizado la monarquía parlamentaria juancarlista está roto; lo que se muestra por la emergencia de nuevos partidos con importantes cuotas de apoyo social. Especialmente destaca el hecho de que las candidaturas de Unidad Popular -situándose en una línea política radical-, hayan conseguido sacar tantos votos como los partidos conservadores y/o monárquicos en las grandes ciudades; éstas serán gobernadas en los próximos años por fuerzas democráticas que están llamadas a modificar la cultura y las formas de vida de las grandes metrópolis de nuestro país. De su acierto en conseguir tal objetivo dependen las posibilidades de vida en el futuro.
Asumir las alcaldías de Madrid y Barcelona es un desafío importante, que va a encontrar numerosos obstáculos, algunos de ellos provocados por las fuerzas interesadas en hacer fracasar la experiencia. Pero más allá de las tácticas y las tretas de la política, la cuestión clave se sitúa en otro lugar:las grandes ciudades son gigantescos agujeros de entropía, donde se despilfarran ingentes cantidades de energía, generando toneladas de basura contaminante. Es decir, son aglomeraciones humanas completamente insostenibles a medio plazo.
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Existen modelos para una ciudad sustentable, que es el momento de empezar a poner en marcha. Y a la vez debe quedar claro que esos modelos son incompatibles con el capitalismo liberal que nos gobierna: los corruptos que nos gobiernan no sólo nos están robando; además están haciendo imposible una vida digna para las futuras generaciones. La necesidad de cambiar es evidente; y la necesidad de que el cambio sea democrático también: una transformación de tal profundidad requiere la participación activa de una ciudadanía consciente. No basta con utilizar con tecnología más o menos verde, se hará necesario mudarde costumbres y de concepciones culturales. En ese aspecto, las fuerzas del progreso deben apartarse radicalmente de las formas culturales y las estructuras políticas que han sido puestas en acción por el liberalismo.
Se ha hablado mucho de la necesaria unidad para vencer en las próximas elecciones generales. Sin duda es imprescindible. Pero esa unidad solo se logrará sobre la base de la claridad programática y el desarrollo de la conciencia ciudadana. Avanzar hacia un cambio en el modelo de ciudad será la garantía del compromiso con un nuevo paradigma viable de humanidad, servirá para aclarar el futuro que nos espera, y nos ayudará a juntar las fuerzas necesarias para modificar la dirección en el desarrollo histórico.