El FMI establece la probabilidad de recesión en las llamadas ‘economías emergentes’ de América Latina, China, Asia y el resto del mundo en un 50%. La desaceleración de las economías emergentes ha comenzado por la significativa desaceleración de la poderosa economía china, que ha caído de un crecimiento real del PIB de dos dígitos apenas hace algunos años a menos del 7% actual según las cifras oficiales (muchos “expertos” creen que el crecimiento del PIB real es mucho menor que el oficial). A medida que China frenaba, su demanda inexorable de energía, materias primas y otros bienes de exportación provenientes de otras economías, se redujo. Otras economías emergentes grandes cayeron también en recesión (Brasil, Rusia, Sudáfrica).
De hecho, como he señalado anteriormente, antes de la crisis el comercio mundial tendía a crecer casi dos veces más rápido que el PIB mundial, pero desde 2012 el crecimiento del comercio sólo ha igualado al del PIB.
Esta preocupación ha llevado incluso a la Reserva Federal de
Estados Unidos a retrasar el planeado y muy esperado aumento de su tipo de
interés básico, que afecta al coste de los créditos de dólares en los EE.UU. y
en el mundo. Si las economías emergentes se desploman, sería un mal momento
para frenar el gasto de los hogares y la inversión empresarial.
Sin embargo, los optimistas entre los economistas ortodoxos
descartan estos pronósticos. Las economías emergentes pueden estar
ralentizándose y algunas pueden haberse contraído directamente, pero las
principales economías avanzadas no van mal y Europa parece recuperarse un poco
de su depresión de 2010-13. Por lo tanto, no va a haber una recesión económica
mundial.
Pero ahora estamos conociendo los datos de crecimiento
económico real del tercer trimestre (T3) de 2015 (de junio a septiembre) de las
principales economías avanzadas, y no son buenas noticias para el escenario
optimista. La desaceleración de la actividad económica en China y en la mayoría
de las economías emergentes se está contagiando a las economías avanzadas.
La economía de Estados Unidos es la más grande en el mundo y
hasta ahora se ha estado recuperando relativamente mejor que las otras grandes
economías de Europa y Japón. En el T3, la economía estadounidense se expandió,
pero sólo a un ritmo anualizado del 1,5%, por debajo del 3,9% del segundo
trimestre. Eso significaba que la economía estadounidense se expandió en
términos reales en los últimos 12 meses sólo un 2%, frente al 2,7% en el
trimestre 2 (T2).
Esta tasa de crecimiento del 2% se ha convertido en la norma
para los EE.UU. desde el fin de la Gran Recesión. No parece que haya
posibilidad de un retorno a la tendencia de crecimiento anterior y eso
significa que se ha producido una pérdida permanente de valor para la gente en
EE.UU. desde la Gran Recesión.
En el T3, la inversión empresarial de Estados Unidos se
desaceleró a su tasa interanual más baja desde hace más de dos años. La
inversión empresarial creció más lentamente, representando sólo una tasa anual
del 2,1%, en comparación con el 4,1% en el T2. La inversión en nuevas plantas en
realidad se redujo un 4%, mientras que la inversión en software y similares
aumentó al ritmo más lento desde 2013. Y, como porcentaje del PIB, la inversión
se mantiene por debajo de los niveles previos a la crisis.
Algunos han venido defendiendo que la inversión empresarial
en plantas, maquinaria y equipo es menos necesaria dadas las nuevas
“tecnologías de punta” de Internet, software, algoritmos, etc., que no
requieren estructuras tangibles. Así que la inversión se lleva a cabo, pero
ahora cuesta mucho menos y no se refleja realmente en los datos.
Por ejemplo, McKinsey sostiene que
la economía estadounidense se ha desplazado hacia las empresas basadas en la propiedad intelectual. Las empresas que producen dispositivos médicos, productos farmacéuticos y tecnología aumentaron su participación en los beneficios empresariales hasta el 32% en 2014, desde un 13% en 1989. Dado que la tasa de crecimiento y la rentabilidad del capital de una empresa determinan cuánto necesitan invertir, estas y otras empresas de alta rentabilidad pueden invertir menos capital y aún así lograr el mismo crecimiento de los beneficios que las empresas con rendimientos más bajos. (McKinsey- US – Are share buybacks jeopardizing future growth)
O dicho de otra manera:
(…) mientras que el gasto de capital ha superado el crecimiento del PIB por poco, las inversiones en investigación, desarrollo y propiedad intelectual han aumentado mucho más rápido. En cifras ajustadas a la inflación, las inversiones en propiedad intelectual han crecido a más del doble de la tasa de crecimiento del PIB, un 5,4% al año frente al 2,4%. En 2014, estas inversiones ascendieron a 690 mil millones de dólares. McKinsey concluye: Ciertamente, algunas empresas concretas están probablemente gastando demasiado poco en crecimiento, del mismo modo que otras demasiado. Pero en conjunto, es difícil defender en general que la inversión sea insuficiente.
Sin duda hay algo de verdad en esto. Pero incluso si la
inversión es cada vez más en “propiedad intelectual” y no en fábricas y robots
(¿en serio?), incluso en el primer caso, parece haber habido una desaceleración
en los EE.UU. La inversión en software ya no es superior a la inversión en
hardware.
El gasto de los hogares en Estados Unidos aumentó un 3.2%
este trimestre. El impuesto sobre la renta disponible de las personas se
redujo, por lo que el ingreso fiscal sobre la renta disponible de las personas
aumentó un 4,8% en comparación con el 3,4% en el T2. Y con la inflación general
cerca de cero, el ingreso personal disponible real aumentó. Por eso aumentó el
gasto de los hogares. Pero si bien es cierto que la tasa de desempleo de EE.UU.
sigue cayendo, el ritmo de esa mejora se está reduciendo.
La desaceleración del crecimiento de la economía de EE.UU.
también ha tenido lugar en el Reino Unido, la única otra economía avanzada
importante que ha experimentado un crecimiento del PIB real por encima del 2%
en el último año. El PIB real aumentó sólo un 0,5% en el tercer trimestre de
2015, de modo que el PIB real es ahora un 2,3% mayor que hace un año, frente a
una tasa de crecimiento del 2,4% interanual en el T2. Aunque el PIB real del
Reino Unido es ahora un 6,4% superior a su punto máximo a principios de 2008
(antes de la Gran Recesión), hace casi siete años, una vez que se tiene en cuenta
el aumento de la población (unos 3 millones, en parte por la inmigración neta),
el PIB real per capita apenas ha
alcanzado el nivel de 2008.
Al igual que en los EE.UU., el crecimiento en el reino Unido
se ha restringido casi totalmente a los “servicios”. De hecho, el sector
manufacturero y construcción se han contraído. Dentro de los servicios, la
principal contribución ha sido del sector inmobiliario y las finanzas, los
sectores “improductivos” de la economía.
En 2008, la industria manufacturera representó casi el 10%
del PIB y el sector inmobiliario el 8,5%. Ahora el sector manufacturero supone
el 8,6% y el sector inmobiliario el 10,4%. Este último ha aumentado más de un
20% desde 2008, mientras que el sector manufacturero se ha contraído cerca de un
7%. De hecho, en el Reino Unido, la industria pesada, como el acero, está
siendo aplastado por la caída de los precios de las materias primas, el débil
crecimiento económico en Europa y el dumping del acero chino en los mercados
mundiales. Esa es la naturaleza del crecimiento económico del Reino Unido:
improductivo e inflado a base de crédito.
En cuanto a las otras economías del G7, la desaceleración es
aún peor. Canadá se encuentra en una “recesión técnica”, dos trimestres
consecutivos de contracción del PIB real.
Japón está al borde de una recesión. Y justo hoy, el Banco
de Japón (BoJ) ha reducido su pronóstico de crecimiento económico real hasta
2018. El BoJ prevé ahora un crecimiento anual hasta abril de 2016 de sólo un
1,2%, por debajo del 1,7%. Hasta marzo de 2017, el Banco espera un crecimiento
anualizado del 1,4%, por debajo de la previsión del 1,5% en julio. Y para el
mismo período de 2018, el prevé un crecimiento de sólo el ¡0,3%!
Las otras economías del G7 están en la zona euro. Alemania
ha mantenido una tasa de crecimiento muy modesta en los últimos años de
alrededor de un 1,0% a 1,5%; Francia tiene un crecimiento aún menor cada año, e
Italia se ha estancado a pesar de que parece estar finalmente experimentando
una leve recuperación en los últimos dos trimestres). Sabremos más cuando se
publiquen las cifras del PIB del T3. Pero es probable que Alemania registre un
crecimiento más lento en la medida que las exportaciones a Asia y China han
caído.
España ha sido la economía con un crecimiento más rápido de
la zona euro en el último año, después de haber sufrido mucho en la Gran
Recesión con un colapso de la construcción y un aumento masivo del desempleo.
Pero la recuperación iniciada en 2013 parece haber terminado. Las cifras dadas
a conocer para el T3 de 2015 del crecimiento real del PIB muestran una
desaceleración del 0,8% ese trimestre, en comparación con el 1% en el trimestre
anterior. La tasa interanual aumentó hasta el 3,4%, aunque en comparación con
3,1% del T2. Pero podría haber acabado ahí.
Así que la recuperación de las principales economías
avanzadas se está desacelerando en paralelo con una fuerte caída del
crecimiento del PIB en las economías emergentes. De hecho, Taiwán, una economía
industrial asiática clave, acaba de anunciar que su PIB real en el T3 se redujo
en un 1% respecto al año anterior, la primera contracción en seis años.
Desde la Segunda Guerra Mundial, las recesiones han ocurrido
a intervalos regulares, entre 6-10 años. La expansión actual dura más de seis
años, desde julio de 2009. La economía ortodoxa ha fracasado rotundamente a la
hora de predecirlas. Por ejemplo, en la primavera de 2001, la economía de
Estados Unidos se enfrentó a un débil crecimiento en el extranjero y a las
consecuencias del estallido de la burbuja de las empresas punto com, pero sólo el 15% de los economistas encuestados creía
ese verano que había comenzado una recesión. Sin embargo, la economía se
encontraba ya en medio de una recesión que duró nueve meses. En cuanto a la
Gran Recesión, el fracaso de casi todos los economistas ortodoxos y de las
principales instituciones internacionales, como el FMI y la OCDE, para predecir
la gravedad de la crisis que se avecinaba está bien estudiado. (The causes of
the Great Recession).
La próxima recesión planteará grandes problemas a los
responsables de las políticas económicas de los principales países. La política
monetaria de flexibilización cuantitativa (con tasas de interés cero) ha sido
prácticamente agotada (aparte de ser bastante ineficaz de todos modos a la hora
de impulsar la “economía real” a diferencia de los mercados de valores y los
bancos). Hasta ahora se ha frenado o rechazado hacer uso del gasto público,
como sugieren los keynesianos, porque los niveles de deuda del sector público
son muy altos y la rentabilidad de las empresas muy baja.
Hay quienes, como Ben Bernanke, el ex jefe de la Fed o Andy
Haldane, actual economista jefe del Banco de Inglaterra, que defienden que los
bancos centrales han salvado a las principales economías de una Gran Depresión
y aún se puede hacer más imprimiendo dinero para dárselo directamente a los
hogares o con unas tasas de interés negativas para evitar una nueva recesión.
Y los keynesianos como Paul Krugman, Larry Summers,
SimonWren-Lewis y muchos otros continúan presionando para que aumente el gasto
público y los déficits presupuestarios para ‘cebar la bomba’ de la economía.
Pero es probable que ello reduzca aun más la rentabilidad y la inversión del
sector capitalista en vez de salvarlo.
No se podrá evitar la próxima recesión, y no está muy lejos.
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