“Allons enfants de la Patrie, le jour de gloire est arrivé”
Hace 5 años se celebraba un partido de fútbol en un estadio de París. Cuando tocaban el himno nacional, la canción patriótica popularmente conocida como “La Marsellesa”, estalló una pita descomunal entre los asistentes al evento deportivo, lo que provocó la indignación de las demás personas, entre las que se encontraba el presidente de Francia monsieur Jacques Chirac. Un equipo de la isla de Córcega participaba en el encuentro y muchos de los asistentes eran de origen corso, partidarios de la independencia de su isla.
Esta respuesta, producida en un encuentro futbolístico es bastante elocuente para indicar la situación delicada por la que atraviesa Francia, la misma que es edulcorada por las élites francesas que, como en todas partes, se niegan a ver la realidad que tienen delante de sí mismos. Eso pasó, como ya dije, hace 5 años y la situación no ha mejorado, diría que ha empeorado. Existen en Francia otras minorías nacionales descontentas como son los bretones y los vascos.
La Marsellesa, que es una canción libertaria y que muchos militantes revolucionarios coreamos con ardor, hoy está sometida a un serio debate porque entre otras cosas habla de “sangre impura”, que evidentemente eran los enemigos de la Francia de la época en que fue compuesta por Rouget de Lisle, en 1792. Ahora, los de “sangre impura” no están allende las fronteras, sino que están adentro.
Hace unos días, la famosa actriz Cathérine Deneuve hacía circular por Internet su opinión sobre la campaña electoral, señalando que la candidata Ségoléne Royal del Partido Socialista, era víctima de de una campaña que pretendía desprestigiarla ante el electorado y negar las verdaderas virtudes que tenía como futura jefa de estado: inteligente, competente, determinada. Sin embargo todo esto no es suficiente porque la campaña mediática es tan grande que hace aparecer simpático a uno de los hombres más odiados de Francia como lo es el candidato de la derecha Nicolas Sarkozy.
Con humo no se asan jojotos
Un buen porcentaje del electorado francés quiere que Ségolène Royal gane las elecciones presidenciales, pero la realidad es muy dura. Hay dos candidatos de la derecha que se han difuminado haciéndose aparecer como gente que quiere cambiar, etc., y lo peor es que hasta ellos mismos se lo creen. Ségolène esta emparedada entre Nicolas Sarkozy y Francois Bayrou, ambos derechistas pero hábiles en “mutare d’accento e di pensier” como diría Giuseppe Verdi en el aria de “Rigoletto”, cuando se refiere precisamente al temperamento de una mujer y que en este caso sería atribuible a estos hombres.
No hay que olvidar que Francia ha sido y es un Imperio, aunque venido a menos. Juega un papel importante en la comunidad internacional y en su territorio vive una importante población de origen árabe y africano, procedente de sus antiguas colonias y de las llamadas provincias de ultramar, traídos para trabajar y ahora indeseables a los que hay que expulsar. Los descendientes de segunda generación, que han nacido en Francia tienen el estigma de tener “sangre impura”. Recordemos los disturbios que se produjeron hace algunos meses en toda Francia y como resultado de los mismos fueron incendiados miles de automóviles.
Ségolène Royal, ha prometido que en cada casa habrá una bandera de Francia y que enseñará a todos a cantar La Marsellesa, buscando así atraer a cierto electorado inclinado hacia la centro-derecha. Pero es bueno preguntarse si ese himno que identifica a Francia, correrá la misma suerte cuando fue interpretado hace 5 años en París.
“En marcha hijos de la Patria, ha llegado el día de gloria”, rezan las primeras estrofas de esa canción. ¿Será posible esperar algo grande de la “France eternel”, como decía el general De Gaulle? Hace dos años, en mayo del 2005 los franceses dieron una sorpresa al mundo entero. Cuando todos esperaban que aprobaran en un referendo el Tratado Constitucional de Unión Europea dijeron masivamente no! Jacques Chirac, que en una decisión de último momento decidió apoyar a su ex ministro del Interior, tuvo que admitir entonces su derrota.
Hace 5 años se celebraba un partido de fútbol en un estadio de París. Cuando tocaban el himno nacional, la canción patriótica popularmente conocida como “La Marsellesa”, estalló una pita descomunal entre los asistentes al evento deportivo, lo que provocó la indignación de las demás personas, entre las que se encontraba el presidente de Francia monsieur Jacques Chirac. Un equipo de la isla de Córcega participaba en el encuentro y muchos de los asistentes eran de origen corso, partidarios de la independencia de su isla.
Esta respuesta, producida en un encuentro futbolístico es bastante elocuente para indicar la situación delicada por la que atraviesa Francia, la misma que es edulcorada por las élites francesas que, como en todas partes, se niegan a ver la realidad que tienen delante de sí mismos. Eso pasó, como ya dije, hace 5 años y la situación no ha mejorado, diría que ha empeorado. Existen en Francia otras minorías nacionales descontentas como son los bretones y los vascos.
La Marsellesa, que es una canción libertaria y que muchos militantes revolucionarios coreamos con ardor, hoy está sometida a un serio debate porque entre otras cosas habla de “sangre impura”, que evidentemente eran los enemigos de la Francia de la época en que fue compuesta por Rouget de Lisle, en 1792. Ahora, los de “sangre impura” no están allende las fronteras, sino que están adentro.
Hace unos días, la famosa actriz Cathérine Deneuve hacía circular por Internet su opinión sobre la campaña electoral, señalando que la candidata Ségoléne Royal del Partido Socialista, era víctima de de una campaña que pretendía desprestigiarla ante el electorado y negar las verdaderas virtudes que tenía como futura jefa de estado: inteligente, competente, determinada. Sin embargo todo esto no es suficiente porque la campaña mediática es tan grande que hace aparecer simpático a uno de los hombres más odiados de Francia como lo es el candidato de la derecha Nicolas Sarkozy.
Con humo no se asan jojotos
Un buen porcentaje del electorado francés quiere que Ségolène Royal gane las elecciones presidenciales, pero la realidad es muy dura. Hay dos candidatos de la derecha que se han difuminado haciéndose aparecer como gente que quiere cambiar, etc., y lo peor es que hasta ellos mismos se lo creen. Ségolène esta emparedada entre Nicolas Sarkozy y Francois Bayrou, ambos derechistas pero hábiles en “mutare d’accento e di pensier” como diría Giuseppe Verdi en el aria de “Rigoletto”, cuando se refiere precisamente al temperamento de una mujer y que en este caso sería atribuible a estos hombres.
No hay que olvidar que Francia ha sido y es un Imperio, aunque venido a menos. Juega un papel importante en la comunidad internacional y en su territorio vive una importante población de origen árabe y africano, procedente de sus antiguas colonias y de las llamadas provincias de ultramar, traídos para trabajar y ahora indeseables a los que hay que expulsar. Los descendientes de segunda generación, que han nacido en Francia tienen el estigma de tener “sangre impura”. Recordemos los disturbios que se produjeron hace algunos meses en toda Francia y como resultado de los mismos fueron incendiados miles de automóviles.
Ségolène Royal, ha prometido que en cada casa habrá una bandera de Francia y que enseñará a todos a cantar La Marsellesa, buscando así atraer a cierto electorado inclinado hacia la centro-derecha. Pero es bueno preguntarse si ese himno que identifica a Francia, correrá la misma suerte cuando fue interpretado hace 5 años en París.
“En marcha hijos de la Patria, ha llegado el día de gloria”, rezan las primeras estrofas de esa canción. ¿Será posible esperar algo grande de la “France eternel”, como decía el general De Gaulle? Hace dos años, en mayo del 2005 los franceses dieron una sorpresa al mundo entero. Cuando todos esperaban que aprobaran en un referendo el Tratado Constitucional de Unión Europea dijeron masivamente no! Jacques Chirac, que en una decisión de último momento decidió apoyar a su ex ministro del Interior, tuvo que admitir entonces su derrota.
El próximo domingo se celebran las elecciones para elegir el próximo presidente o presidenta de Francia para un primer período de 7 años. El título de esta breve crónica no ha sido un invento mío, sino que es más bien un comentario muy extendido en el mundo. Sólo esperamos, y para ver algo distinto, que no se haga realidad.
Publicado en Aporrea: www.aporrea.org/internacionales/a33458.html