Nunca antes en la historia de la música popular se había dado el caso de que una segunda voz llegara a ser considerada la estrella de un espectáculo. Los cantantes que tenían la “mala suerte” de ser dotados con un timbre de voz poco comercial, fueron tenidos en muy poca consideración y estima, por ser precisamente eso, los “segundos”, una especie de caja de resonancia para el lucimiento de la primera voz, que se convertía así en la atracción.
“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell