“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

11/5/09

Globovisión: Una nueva batalla en la Guerra de Cuarta Generación



Omar Montilla 

 

"Entonces viene un loco de estos, porque es un loco. ¡Un loco con un cañón! […] Lo digo: eso se va a acabar. Ese loco con ese cañón, se va a acabar o me dejo de llamar Hugo Rafael Chávez Frías. ¡Ya basta! Si van a dar un golpe, prepárense, vengan. Si van a hacer guarimba, vayan, los esperamos. ¡Pero no vamos a tolerar más a un loco con un cañón disparándole a todo el mundo! ¡Ya basta! Llamo al pueblo a que se prepare".

Hugo Chávez en "Aló, Presidente!"

Entonces hay que tomarle la palabra al presidente, y como en toda batalla debemos preguntarnos ¿dónde están las armas? Porque evidentemente este nuevo escenario es digno de la Guerra de Cuarta Generación, donde los instrumentos “letales” son invisibles y los daños que se producen están localizados en la mente de las personas. Hasta ahora la derecha exógena tiene las de ganar porque las mejores armas están en sus manos: prensa, radio y televisión tanto nacionales como extranjeras.

Aunque debemos estar preparados, esa derecha exógena carece de armas militares suficientes para dar un golpe de estado y las marchas y las guarimbas están tan desprestigiadas que basta con repasar los resultados de la “supermegamarcha” del 1º de mayo para sacar algunas conclusiones. Están tan desorganizados y la rebatiña por el liderazgo es tal, que fue el propio Antonio Ledezma quien saboteó la marcha “pacífica” para transformarla en lo que degeneró y así tapar las apariencias de lo que fue un estruendoso fracaso.

Pero las armas para librar la batalla que se avecina las tenemos amelladas unas, escondidas otras, dispersas las más. Augusto Hernández en su columna de Aporrea denuncia que la Radio Nacional es ilocalizable en casi todo el territorio nacional pues “…tiene en cada estado y, en algunos casos, en cada ciudad, una frecuencia distinta en el dial, con el agravante que no obedecen a ninguna secuencia lógica y por ende nadie las conoce o sabe dar información sobre ellas. A estas alturas sería bueno que alguien le dijera al ministro o ministra de Telecomunicaciones que el Estado tiene o debería tener prioridad absoluta en materia de frecuencias radioeléctricas y por tanto las mejores, preferiblemente repetidas en cada ciudad o región del país, tendrían que corresponderle a RNV”.

A esta singular anomalía, se une la baja frecuencia en la que opera, por lo que Hernández opina que “sería deseable y lógico que ésta tuviera transmisores de 50 o 100 kilovatios convenientemente ubicados en las regiones fronterizas, como fieles guardianes de la soberanía comunicacional de nuestra patria…”  Esto en lo que se refiere a la Radio Nacional de Venezuela que debería “debería ser la mejor ubicada en el dial, fácilmente localizable en cualquier zona, tanto en la modalidad de FM como en la de AM. En lo que atañe a la prensa mejor no hablar, porque la diferencia es de 99 a 1.

Las “armas” de la televisión están tan maltrechas como las de la radio. Venezolana de Televisión (VTV) tiene los mismos problemas de la Radio Nacional. Su señal es débil y escasa, no llega a todo el país. Muchas de las zonas más importantes de Venezuela están sin cobertura o de muy mala calidad. Los otros medios del Estado apenas si existen: TVES no repunta porque sufre de una disfunción eréctil; VIVE sobrevive en su lenta agonía; TeleSur es repetitiva y ha dejado de ser novedosa para transformarse en algo insustancial; el canal de la Asamblea ANTV es clandestino y Ávila TV ni siquiera está en el cable o en DirecTV. ¿Entonces?

Afortunadamente sólo tenemos un soldado que se encargará el solo de esta batalla: Hugo Chávez, porque si no fuera así, hace tiempo ya estaríamos fritos.