Especial para La Página |
[…] el gobierno de España [anunció
el 31/08] un nuevo decreto ley que pondrá en funcionamiento el llamado banco
malo. Se trata de una medida que venía incorporada en el memorándum que el
Gobierno negoció con la troika, el cual no es otra cosa que un conjunto de
condiciones económicas que ha de realizar España a cambio de los 100.000
millones de euros del rescate. Es decir, se trata de una nueva imposición que
refleja la pérdida de un grado más en la soberanía de nuestro país.
Pongámonos en contexto. Actualmente estamos viviendo la
resaca de la burbuja inmobiliaria, durante la cual se construyeron entre 2002 y
2007 más viviendas que en Francia y Alemania juntas (y ambas cuentan con el
doble de población y el triple de territorio). Ese proceso de construcción
desaforada permitió enormes ganancias al sector de la construcción-inmobiliario,
que en alianza con los poderes políticos locales pudo utilizar mecanismos como
las reclasificaciones y recalificaciones de suelo para añadir unos cuantos
ceros a sus ganancias habituales. La conocida y práctica habitual del “pelotazo
urbanístico”.
Pero en ese proceso no se utilizaba sólo dinero ahorrado sino también dinero prestado, así que durante todos esos años la economía española vio como su endeudamiento privado se disparaba. Las grandes empresas de la construcción se regaban con deudas y también los hogares (especialmente los más ricos) multiplicaban su endeudamiento para comprar varias viviendas y poder participar en la orgía especulativa.
Pero en ese proceso no se utilizaba sólo dinero ahorrado sino también dinero prestado, así que durante todos esos años la economía española vio como su endeudamiento privado se disparaba. Las grandes empresas de la construcción se regaban con deudas y también los hogares (especialmente los más ricos) multiplicaban su endeudamiento para comprar varias viviendas y poder participar en la orgía especulativa.
El acceso a la Unión Europea había supuesto el desmantelamiento del sector industrial y agrario de España, así que el binomio construcción-inmobiliarias se convirtió en el motor del crecimiento español y de la creación de empleo. Cuando la patata caliente estalló y ya nadie quería comprar viviendas todo se vino abajo. Las constructoras tuvieron que cerrar tras despedir a miles de trabajadores y sus activos (viviendas, suelo, préstamos, etc.) pasaron a formar parte de los bancos y cajas que les habían prestado el dinero.
Pero estos bancos y cajas tenían a su vez deudas contraídas
con los bancos extranjeros, y ahora las viviendas, suelo y otros activos que
recibían ya no valían lo mismo que antes. Incluso, podría decirse, ya no valían
nada. Así que muchos bancos tuvieron y tienen que ser rescatados. Y los únicos
que los pueden rescatar somos todos nosotros, el dinero público.
Esta es precisamente la esencia de todo el problema actual.
Si el banco quiebra entonces se produce un efecto dominó y los que prestaron a
los bancos españoles no pueden cobrar su dinero. Si el banco es rescatado,
entonces los flujos de dinero seguirán yendo hacia el extranjero al menos
durante un tiempo más (que puede ser infinito mientras sigan produciéndose este
tipo de rescates). Por supuesto estos rescates siempre van acompañados de
condiciones, por más que los ejercicios de retórica del Gobierno pretendan
hacer creer lo contrario. La troika y el Gobierno del PP, en esencia, no están
rescatando a España sino a los acreedores, es decir, a los bancos alemanes y de
otros países que prestaron a los bancos españoles en su afán por sacar
beneficios de la burbuja inmobiliaria. Ya ocurrió con Grecia y Portugal.
El banco malo sólo persigue cambiar esos activos que no
valen nada por algo de dinero que valga algo. Buscan salvar los muebles como
puedan, nunca mejor dicho. El banco acepta una pérdida (que compensará de otra
forma) al vender una vivienda o suelo por debajo del que la recibió, pero muy
por encima de lo que recibiría si lo quisiera vender ahora mismo a cualquier
sujeto económica. Por esa razón el propietario del banco malo, el Estado,
pierde mucho más. Esto es, perdemos todos. Se socializan las pérdidas y se
privatizan las ganancias. Una clarísima transferencia de dinero desde lo público
hasta lo privado. Una explicación completa y detalla del funcionamiento
genérico del banco malo puede leerse
aquí.
El coste es inmenso. En primer lugar porque el gobierno
asumirá pérdidas en esas operaciones: comprará las viviendas y suelo muy por
encima de lo que ahora mismo valen y esperará, quién sabe cuánto, a venderlas
más adelante. No es probable (¡ni deseable!) que vuelva una burbuja
inmobiliaria, así que las pérdidas están aseguradas. Pero en segundo lugar
porque todas estas medidas no corrigen los problemas reales de la economía, que
son la falta de crecimiento económico que genere empleo. Más al contrario,
aceleran el empobrecimiento de la economía y llevan a una mayor recesión. El
crédito bancario no puede volver a fluir porque los bancos están absolutamente
empantanados con deudas e incluso aunque no fuese así no tendrían a quien
prestar en una economía en recesión. Pero el plan del memorándum y la troika
prosigue porque el objetivo no es crear empleo sino empobrecer la economía (con
objeto de acabar compitiendo con países como China, con bajos salarios y a
través de la exportación). Estas cuestiones las expliqué con más detenimiento aquí.
Hay alternativas al banco malo, y a falta de una Unión
Europea sensata (que rescate a las personas y no a los bancos) todas pasan por
dejar quebrar a los bancos y nacionalizarlos después. Las viviendas y otros
activos inmobiliarios podrían servir para crear un “banco bueno” que creara un
stock de viviendas de alquiler público barato. Las estimaciones del censo de
2011 (que todavía está realizándose) plantean que en nuestro país hay entre 5 y
6 millones de viviendas vacías, muchas de las cuales son propiedad de los
bancos. De forma paralela es conocida la necesidad de vivienda por gran parte
de la población, especialmente joven. Hablamos de un problema que tiene
solución técnica, pero que requiere enfrentar con la radicalidad necesaria a
los poderes económicos y financieros que nos gobiernan sin legitimidad alguna.
El gobierno acredita con esta medida y una vez más que
estamos ante una inmensa estafa y con un plan que responde únicamente a los
intereses de los poderes financieros extranjeros. Este gobierno no se preocupa
de los ciudadanos sino que sólo obedece las órdenes de instancias no
democráticas que son las que realmente mandan. Ausencia de democracia y un
gobierno traidor a sus votantes y a sus ciudadanos.