“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

5/10/12

Una nueva constitución es la oportunidad para profundizar la democracia y necesaria para cambiar la historia de Chile

Álvaro Cuadra

Especial para La Página
Resulta interesante constatar cómo un tema político, desdeñado hasta hace muy poco como algo irrealizable, ha adquirido carta de ciudadanía en amplios sectores sociales: La Asamblea Constituyente. Cuando un tema de este calibre se instala en la agenda política del país, todos los actores relevantes se sienten obligados a pronunciarse en un sentido u otro, convirtiéndose en una de las cuestiones insoslayables que deberá ser abordada por los próximos candidatos presidenciales de todos los signos.

En esta segunda década del siglo XXI, es claro que aquel orden constitucional concebido para la eternidad ha comenzado a dar muestras de fatiga. El diagnóstico es compartido por distintos sectores de izquierda, centro e, incluso, de derechas: La política en Chile está funcionando mal y ha generado una aversión de gran parte de la población hacia la política y hacia los políticos. El tinglado institucional de nuestro país ha puesto en evidencia su incapacidad para hacer frente a los complejos problemas que comienzan a manifestarse por doquier.

Ante los preocupantes síntomas que se advierten, lo sensato es tomar la iniciativa y abrir caminos hacia una asamblea de ciudadanos. Una nueva constitución es la oportunidad para profundizar la democracia, legitimar sus instituciones y abrir cauce a una real modernización en Chile. La actual institucionalidad impuesta por un régimen de facto no es viable en el largo plazo; si bien no resulta del todo evidente para algunos, la única cuestión política inteligente en torno a un cambio constitucional es el “cuándo”

El proceso puede ser dilatado por algún tiempo mediante la demagogia y reformas cosméticas, pero no nos engañemos, la historia ya ha señalado una tendencia nítida: Chile reclama otra democracia más inclusiva y más justa. No es necesario consultar el horóscopo para advertir que las movilizaciones sociales han llegado para quedarse y que el clima político en nuestro país está cambiando drásticamente. Es paradojal que haya sido necesario un gobierno de derechas para advertir en toda su magnitud y profundidad la debilidad del reformismo concertacionista.

La derrota de la Concertación, finalmente, ha significado el más rotundo fracaso de un régimen de “mediación” que prolongó el diseño político institucional dictatorial y el modelo neoliberal en un marco democrático de muy baja intensidad. La pretensión de reeditar este diseño político, sería una suerte de “remake” con perfume de mujer, cuyo horizonte no puede ser otro que postergar los reclamos democráticos expresados en las calles. En el mediano plazo, una Asamblea Constituyente pareciera una solución viable y necesaria para cambiar la historia de Chile en el presente siglo.