“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

17/6/13

A la OTAN con el Tío Sam

Gustavo Márquez Marín

Especial para La Página
Con la partida del Comandante Chávez, la diplomacia del dólar intensificó su ofensiva para intentar deshacer el proceso de integración de ALC que con su liderazgo, desarrolló y generó una compleja arquitectura, conformada por diversos mecanismos convergentes hacia un mismo propósito: concretar el proyecto independentista bolivariano de la Patria Grande, para dejar atrás el proyecto neoliberal, anexionista y neocolonial del ALCA.

La  ALBA y PETROCARIBE, la ampliación de MERCOSUR, la consolidación de la UNASUR con la activación del Consejo de Seguridad y Defensa Suramericano (CSDS) para hacer de la región una zona de paz, desembocó en la fundación de la CELAC. Quizás, el manejo por dicho Consejo de una agenda que incluye la lucha conjunta contra el narcotráfico y el desarrollo de una industria militar multinacional, indujo a John Kerry  a quitarse la careta  al calificarnos ante  el Senado gringo como su “patio trasero”, amenazando  con una acción “más vigorosa” de Washington en  contra aquellos países que no se alineen con sus políticas en la región.

Esta ofensiva sigue una estrategia envolvente y sostenida.  Atacando por  el flaco económico, mediante la creación del TLC  del Arco del Pacífico, conformado por Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Perú y Colombia. Tras la “muerte” del ALCA en la Cumbre de Mar del Plata en el 2005,  por mandato de Bush, Uribe propuso este “Alquita” para “resucitarlo”.

En el flanco político dirige sus baterías hacia la desestabilización del gobierno bolivariano, ejecutada por  la  derecha fascista apátrida y  la oligarquía colombiana reunificada ahora por USA. Más allá de las increíbles excusas  diplomáticas ofrecidas a nuestra Cancillería por Colombia, está claro que el recibimiento del capo fascista por Santos  responde a esa estrategia. Es una señal que evidencia un nuevo punto de inflexión en el tratamiento que la Casa Nariño ha  comenzado a darle al gobierno venezolano,  demasiado parecido  a la política injerencista de Uribe. El anunciado ingreso de Colombia a la OTAN de la mano del “Tío Sam”, “por ahora” como “socio cooperante”, ratifica el rol de “quinta columna” y “cabeza de playa” en la UNASUR y CELAC que le asignó el imperio al gobierno colombiano.