Fue una convención amañada, con un propósito: el de
suplantar la consulta a la ciudadanía previamente acordada por los
precandidatos y bendecida por Álvaro Uribe. Una convención en que todos, los
Muchos, eran UNO. Una ceremonia de adoratrices de la figura mesiánica que la
televisión y la radio se han encargado de recrear. La política como religión.
Ninguna novedad, los mismos con las mismas. Se trata del Uribato, un fulanismo,
un personalismo,
un caudillismo para representar los intereses creados, de los latifundistas, ganaderos, del agro negocio, de los financieros. Con vínculos reconocidos y señalados por la justicia con el crimen organizado y el paramilitarismo. Se trata de la derecha económica, religiosa, cultural y política, a escala doméstica e internacional. El Uribato expresa al mismo tiempo el atraso, lo oligárquico y lo transnacional de los negocios y la política.
un caudillismo para representar los intereses creados, de los latifundistas, ganaderos, del agro negocio, de los financieros. Con vínculos reconocidos y señalados por la justicia con el crimen organizado y el paramilitarismo. Se trata de la derecha económica, religiosa, cultural y política, a escala doméstica e internacional. El Uribato expresa al mismo tiempo el atraso, lo oligárquico y lo transnacional de los negocios y la política.
Una diferencia del Uribato cuando comenzó
con el gobierno de su jefe y hoy, es que entonces el doctor Álvaro Uribe era un
hombre acaudalado y hoy es súper acaudalado. Su círculo de colaboradores está
cuestionado y varios de ellos procesados judicialmente: ex ministros, ex
congresistas, ex jefes del DAS, ex generales, ex…
En las distintas perspectivas del Uribato,
está el evitar que la opinión pública democrática y la justicia republicana tan
distinta a la justicia de encaje, realice la gran tarea de salud pública de
concluir los procesos de manera debida.
Qué ironía la del ex presidente al decir en
la proclamación de su candidato: “En sus pulcras manos le entrego esta
batalla”. Por la vía de una frase que es un maquillaje, un mensaje
cosmetológico, se quiere transformar el imaginario del Uribato en el de una
cofradía de virtuosos y honestos.
Por supuesto que se requiere un traje
programático que es simple propaganda. Frases simplistas que dicen todo y no
dicen nada, pero que se trata de más de lo mismo: capitalismo salvaje,
desigualdad, violencias y entrega de la soberanía. Los puntos que resumen el
pasado, el presente y el futuro del Uribato son: seguridad democrática,
confianza inversionistas, cohesión social, Estado austero y diálogo ciudadano.
En lo político, el Uribato enfatiza en
volver a la seguridad democrática, aplicada a rajatabla durante el gobierno del
Burundún Burundá y que, a su juicio, el gobierno del Arlequín, abandonó. La
verdad monda y lironda es que el ministro de defensa de entonces, Juan Manuel
Santos, fue leal a la seguridad democrática y que ahora como presidente
continúa e insiste en ella. Lo que ocurre es que la seguridad democrática
fracasó desde la presidencia de Álvaro Uribe y en el actual hace agua.
Elemental mi querido Watson!!!
El modelo de guerra para la confianza
inversionista -vale decir, para perpetuar el capitalismo realmente existente-
encuentra resistencias de todo orden en lo nacional e internacional. Tal
pretensión de Uribe y de Santos, cada cual con sus élites, camarillas,
favoritos y “preciosas ridículas”, y en el entramado del espectáculo de la
manipulación mediática, tiene el único propósito de consolidar la sociedad para
los ricos de aquí y de allá.
Los de abajo, los trabajadores, los pobres
del campo, los indígenas, negros y las mujeres, que son multitud, están
sometidos a la sobreexplotación, al desprecio, a las violencias y al olvido.
Sí, es el viejo pleito que tendrá que resolverse a favor de los humillados y
ofendidos, cambiando al capitalismo por la sociedad de los comuneros libres e
iguales.
El presidente Santos ha reconocido este
fracaso de la seguridad democrática. Por ello cambió de enfoque al afirmar que
sí existe conflicto armado y guerrillas, y adelanta diálogos con las FARC en la
Habana en torno al asunto central de la vida de los colombianos: la paz
política.
Pero insiste en la guerra desechando la
tregua bilateral, el cese al fuego de doble vía. Un gobierno que reconoce que
existen guerrilleros, al tiempo que los señala de terroristas. Pero no desmonta
el paramilitarismo y no cesa de militarizar la protesta social, en los más
ortodoxos parámetros de la seguridad democrática.
El Uribato cabalga sobre la zozobra de los
colombianos, sobre la crisis del gobierno del Arlequín, pero también sobre la
crisis de las izquierdas en el orden programático de dirección y organización.
La crisis nacional en todos los órdenes es lo que quiere canalizar el Uribato
para perpetuar los intereses creados.
El Uribato propugna por una política
internacional de enfrentamientos con el vecindario, además de antagonizar con
Nicaragua. Quiere reeditar el modelo del gobierno anterior para capitalizar el
patriotismo canalla.
En la estrategia del doctor Álvaro Uribe,
está no sólo el que Oscar Iván Zuluaga sea su cuerpo ajeno para la presidencia,
sino que buscará en un eventual triunfo de este, cambiar las reglas de juego
para buscar la reelección. Es una derecha económica y política con anclaje
internacional, que nació para mantenerse y lo está logrando.
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