“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

14/11/13

Régimen político y discurso | El Uribato

Ricardo Sánchez Ángel  |  Los días 25 y 26 de octubre se realizó la Convención Nacional de Uribe Centro Democrático, donde se escogió a su candidato presidencial: el doctor Oscar Iván Zuluaga. Una criatura ungida para representar en cuerpo ajeno al ex presidente Álvaro Uribe Vélez: el del largo gobierno, el de los ocho años (2002-2010).Los precandidatos Francisco Santos y Carlos Holmes fueron sometidos a la molienda en el trapiche de los designios, de los caprichos, de los cálculos, de los humores del Gran Burundún Burundá, quien anuncia que está vivo y vuelve reencarnado en la persona de Oscar Iván Zuluaga.

Fue una convención amañada, con un propósito: el de suplantar la consulta a la ciudadanía previamente acordada por los precandidatos y bendecida por Álvaro Uribe. Una convención en que todos, los Muchos, eran UNO. Una ceremonia de adoratrices de la figura mesiánica que la televisión y la radio se han encargado de recrear. La política como religión. Ninguna novedad, los mismos con las mismas. Se trata del Uribato, un fulanismo, un personalismo,
un caudillismo para representar los intereses creados, de los latifundistas, ganaderos, del agro negocio, de los financieros. Con vínculos reconocidos y señalados por la justicia con el crimen organizado y el paramilitarismo. Se trata de la derecha económica, religiosa, cultural y política, a escala doméstica e internacional. El Uribato expresa al mismo tiempo el atraso, lo oligárquico y lo transnacional de los negocios y la política.
 
Una diferencia del Uribato cuando comenzó con el gobierno de su jefe y hoy, es que entonces el doctor Álvaro Uribe era un hombre acaudalado y hoy es súper acaudalado. Su círculo de colaboradores está cuestionado y varios de ellos procesados judicialmente: ex ministros, ex congresistas, ex jefes del DAS, ex generales, ex…

En las distintas perspectivas del Uribato, está el evitar que la opinión pública democrática y la justicia republicana tan distinta a la justicia de encaje, realice la gran tarea de salud pública de concluir los procesos de manera debida.
Qué ironía la del ex presidente al decir en la proclamación de su candidato: “En sus pulcras manos le entrego esta batalla”. Por la vía de una frase que es un maquillaje, un mensaje cosmetológico, se quiere transformar el imaginario del Uribato en el de una cofradía de virtuosos y honestos. 

Por supuesto que se requiere un traje programático que es simple propaganda. Frases simplistas que dicen todo y no dicen nada, pero que se trata de más de lo mismo: capitalismo salvaje, desigualdad, violencias y entrega de la soberanía. Los puntos que resumen el pasado, el presente y el futuro del Uribato son: seguridad democrática, confianza inversionistas, cohesión social, Estado austero y diálogo ciudadano.

En lo político, el Uribato enfatiza en volver a la seguridad democrática, aplicada a rajatabla durante el gobierno del Burundún Burundá y que, a su juicio, el gobierno del Arlequín, abandonó. La verdad monda y lironda es que el ministro de defensa de entonces, Juan Manuel Santos, fue leal a la seguridad democrática y que ahora como presidente continúa e insiste en ella. Lo que ocurre es que la seguridad democrática fracasó desde la presidencia de Álvaro Uribe y en el actual hace agua. Elemental mi querido Watson!!!

El modelo de guerra para la confianza inversionista -vale decir, para perpetuar el capitalismo realmente existente- encuentra resistencias de todo orden en lo nacional e internacional. Tal pretensión de Uribe y de Santos, cada cual con sus élites, camarillas, favoritos y “preciosas ridículas”, y en el entramado del espectáculo de la manipulación mediática, tiene el único propósito de consolidar la sociedad para los ricos de aquí y de allá. 

Los de abajo, los trabajadores, los pobres del campo, los indígenas, negros y las mujeres, que son multitud, están sometidos a la sobreexplotación, al desprecio, a las violencias y al olvido. Sí, es el viejo pleito que tendrá que resolverse a favor de los humillados y ofendidos, cambiando al capitalismo por la sociedad de los comuneros libres e iguales. 

El presidente Santos ha reconocido este fracaso de la seguridad democrática. Por ello cambió de enfoque al afirmar que sí existe conflicto armado y guerrillas, y adelanta diálogos con las FARC en la Habana en torno al asunto central de la vida de los colombianos: la paz política. 

Pero insiste en la guerra desechando la tregua bilateral, el cese al fuego de doble vía. Un gobierno que reconoce que existen guerrilleros, al tiempo que los señala de terroristas. Pero no desmonta el paramilitarismo y no cesa de militarizar la protesta social, en los más ortodoxos parámetros de la seguridad democrática.

El Uribato cabalga sobre la zozobra de los colombianos, sobre la crisis del gobierno del Arlequín, pero también sobre la crisis de las izquierdas en el orden programático de dirección y organización. La crisis nacional en todos los órdenes es lo que quiere canalizar el Uribato para perpetuar los intereses creados. 

El Uribato propugna por una política internacional de enfrentamientos con el vecindario, además de antagonizar con Nicaragua. Quiere reeditar el modelo del gobierno anterior para capitalizar el patriotismo canalla.  

En la estrategia del doctor Álvaro Uribe, está no sólo el que Oscar Iván Zuluaga sea su cuerpo ajeno para la presidencia, sino que buscará en un eventual triunfo de este, cambiar las reglas de juego para buscar la reelección. Es una derecha económica y política con anclaje internacional, que nació para mantenerse y lo está logrando.
 
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