Miguel
Manzanera | El posmodernismo ha sido la forma cultural de
la última fase del desarrollo capitalista –denominado capitalismo tardío por Ernst Mandel-, que comenzó hace ahora unos
50 años cuando la revolución informática se instaló en el tejido productivo de
la civilización contemporánea. Esa transformación tecnológica se convirtió en
un hecho decisivo de las últimas décadas al favorecer la pervivencia del
capitalismo, mediante un incremento impresionante de la productividad
industrial. Esto se ha traducido por el triunfo del neoliberalismo con el
aumento de los desequilibrios sociales, nacionales e internacionales, y el
retroceso de la política socialista y de las posiciones políticas de la clase
obrera a nivel mundial.
En el plano cultural, esos
acontecimientos se han traducido por una cultura hedonista, fuertemente impregnada
por el individualismo, y una actitud escéptica sobre los valores y sobre la
racionalidad de la acción humana. Ahora que la crisis económica ha demostrado
las fisuras del orden social así constituido, parece necesaria una reflexión
sobre este periodo histórico, para reorientar la acción política en un sentido
más adecuado a las aspiraciones humanas.