“No creo que seamos parientes muy cercanos, pero si usted es capaz de temblar de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo, somos compañeros, que es más importante.”
Che Guevara
Si de algo me ha valido vivir esta vida, si de algo puedo complacerme, es la de haber aprendido a conocer a las personas. Vulgarmente, entre el pueblo llano (los argentinos dicen que es una expresión propia del lunfardo) se acostumbra a decir sin muchas solemnidades, pero con cuánta carga de verdad que “el pájaro se conoce por la cagada”. En la época de los 60, cuando precisamente conocí a José Vicente, pululaban los “revolucionarios” que siempre estaban dispuestos a señalar con su dedo despiadado a los “enemigos” de
Yo nunca quise irme a las guerrillas, nunca tuve gran fervor por la lucha armada, aunque apoyé a los camaradas que tomaron esa decisión. No voy a referirme en este momento a las razones, sólo diré que en aquellos momentos no le veía futuro a ese tipo de lucha. Pero nunca renegué de la revolución, yo prefería ser, como se decía entonces “un hombre de masas”. Muchos me censuraban, me atacaban y me lanzaban epítetos de toda naturaleza, entre ellos el de reformista. Recordando eso, hasta me complací cuando alguien por ahí escribió: “Tradicionalmente, los sectores reformistas en los movimientos revolucionarios por sus posiciones conciliadoras con los enemigos de clase de los trabajadores –la burguesía- han logrado detener el desarrollo de las revoluciones sociales. En el proceso revolucionario venezolano tenemos un representante del reformismo: José Vicente Rangel. Este sujeto con una retórica engañosa quiere utilizar los resultados del referendo del 15-F con la intención de llevar a este joven proceso a la capitulación.”
Esta andanada viene al caso, porque José Vicente Rangel, ha formulado algunos planteamientos, nada fuera de lo común de su posición como revolucionario consecuente, y que según mi parecer, no están nada descontextualizados de la realidad que se traduce de la situación política de nuestro país.
Esta bien, estamos de acuerdo con que José Vicente es un reformista. Pero ¡es que ni siquiera saben lo que es eso, ni con qué se come! Seguramente porque ven a José Vicente tan ecuánime y ponderado, piensan que debería ser un gritón deslenguado para ganar “credibilidad” como revolucionario. Si la intención de José Vicente Rangel hubiera sido la de llevar a “a este joven proceso a la capitulación”, creo que no hubiera dudado ni un solo segundo hacerlo el 11 de abril de 2002 en el Palacio de Miraflores, cuando recomendó al presidente Chávez que había que resistir y no “capitular” ante el enemigo. El presidente optó por una salida, a mi parecer más inteligente, que a la postre resultó exitosa.
Hay quienes se esconden en la filosofía y la historia, recurren a los libros y a las experiencias ya pasadas para atacar por mampuesto a una persona, se atrincheran en una posición y lanzan sus proyectiles más letales, con la seguridad de que la explosión no les alcanzará. Si no entienden lo que quiero decir, vean esta opinión: “Pienso que José Vicente Rangel al hacer esta apreciación revela claramente cuál es su concepción de los fines del socialismo y los medios para alcanzarlos, la cual no es más que una posición pequeño burguesa. Esto me permite afirmar, que desde la perspectiva del socialismo científico, José Vicente Rangel ta’ pelao.”
Vale decir entonces que científicamente está comprobado que José Vicente Rangel es un pequeño burgués. Posiblemente haya compatriotas que no sepan el verdadero significado connotativo que acompaña al concepto de “pequeño burgués”, pero les aseguro que no es nada bueno. A los pequeño-burgueses se les tienen reservados los peores papeles dentro de una revolución y cada vez que se localiza a alguno, hay que ponerlo en remojo. Un pequeño burgués sería siempre un traidor en potencia, porque a la larga se pondría al lado de los intereses de su clase. Esas expresiones, “mutatis mutandi”, correspondían a sapientes marxistas, científicos y muy revolucionarios que defendían a los trabajadores como Teodoro Petkoff, Américo Martín y Pompeyo Márquez, que dejaron el pelero en el camino y que sin remilgos la usaban para ponerlas como un hierro incandescente en la humanidad de muchos revolucionarios que obedeciendo sus órdenes se morían en los campos de Venezuela, mientras ellos lanzaban sus encendidas críticas contra otros. ¿Cómo explicar que José Vicente esté aquí y ahora?
¿Qué tiene de malo dialogar? En
Exageraciones, simples exageraciones, pero dañinas y/o perversas. La victoria en la guerra de Vietnam fue posible, además de las acciones militares que fueron muy exitosas, por acciones eminentemente políticas que derivaron en intensas negociaciones y diálogos entre las partes. Anecdóticamente se puede decir que pasaron meses para ponerse de acuerdo en París sobre la forma de la mesa de diálogo. No tengo noticias de que los herederos de Ho Chi Minh hayan sido condenados con los calificativos que se le endilgan a José Vicente Rangel, por la actitud que entonces acordaron seguir.
No es mi intención salir lanza en ristre a defender a José Vicente Rangel, porque le estaría privando de algo que ya está acostumbrado a hacer, y ¡vaya en qué momentos! Cuando en este país nadie tenía noción de lo que eran los Derechos Humanos, porque en la práctica no existían, nos dio clases de valentía y se enfrentó, casi solo, al demonio de las represión, de
No se quién le diría a cierto señor que “… en las circunstancias actuales en las cuales Venezuela ha derrotado todas las estrategias guerreristas de los enemigos internos y externos […] no podemos pedirles a ese pueblo que se siente a dialogar con quien lo atacado para destruirlo de por vida…” Nada que se le parezca lo ha dicho José Vicente, y sin embargo estos calumniadores infecundos se permiten la bajeza de repetir estas vilezas, asumiendo con cobardía el papel que cotidianamente le corresponde al terro-canal de TV Globovisión.
Algo estará pasando en este país que José Vicente esté hablando así. En vez de tener 4 millones de “oligarcas”, ahora tenemos 5. ¿Será eso verdad? Sólo los miopes no ven lo que está a
Nadie en este país ha hablado de negociar, ni de claudicar, ni de entregarse al enemigo, ni nada que se le parezca. Pero si fuera posible llegar a ese punto, ¿por qué no hacerlo? “Empecemos, pues, de nuevo, recordando en ambas partes que la civilidad no es indicio de debilidad, y que la sinceridad puede siempre ponerse a prueba. No negociemos nunca por temor, pero no tengamos nunca temor a negociar”. Esas palabras corresponden al presidente Kennedy, en su discurso de toma de posesión, el 21 de enero de 1961. Sólo tomo las palabras, no el autor, ni el momento, ni
Por su parte los antiguos romanos tenían una expresión muy adecuada para este momento: “Ad impossibilia nemo tenetur” (Nadie está obligado a realizar lo imposible), bella frase que puede justificar la inacción, pero el Che la hizo trizas cuando dijo: “Seamos realistas, hagamos lo imposible”.
Nota: Algunas citas son textuales de opiniones vertidas en diversos medios. No indico los autores porque lo estimo innecesario, superfluo.