“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

25/7/15

Las banderas y otros símbolos: ¿importan acaso?

Immanuel Wallerstein   |   La respuesta corta es: muchísimo. Estados Unidos, como un todo –en particular los estados del sur que fueron parte del intento de secesión en 1861, algo que se conocía como la Confederación–, se ha embrollado en un apasionado debate que dura ya semanas. El 17 de junio, un hombre joven, llamado Dylaan Roof, autoproclamado supremacista blanco, mató a ocho personas e hirió a muchas otras en la iglesia Emanuel AMF, templo cristiano histórico de los negros de Charleston, Carolina del Sur. Uno de los muertos fue la reverenda Clementa C. Pinckney, quien pertenecía al Senado estatal de Carolina del Sur. La violencia contra las personas negras no es inusual en todos estas entidades. De hecho, sigue siendo frecuente y rara vez se le castiga seriamente. Lo que también es cierto en los estados de la antigua Confederación es el persistente uso de símbolos legales, como la bandera de la Confederación. Se ha utilizado como parte de las banderas de los estados y como parte de las placas automovilísticas. Han existido muchas estatuas en terrenos estatales de personas que fueron prominentes durante la secesión.

24/7/15

Adolfo Sánchez Vázquez, militancia de la Inteligencia

Foto: Adolfo Sánchez Vásquez
Fernando Buen Abad Domínguez   |   No somos pocos, por suerte, los endeudados para siempre con la obra [1] de Adolfo Sánchez Vázquez [2], militante de la inteligencia cuyo trabajo es indispensable contra “Un mundo injusto, abismalmente desigual; insolidario, competitivo y egoísta; un mundo en el que, por ejemplo, una potencia –los Estados Unidos– se burla del derecho internacional y recurre a la forma más extrema de la violencia contra los pueblos: la guerra preventiva, y a la más bárbara y repulsiva práctica contra los individuos inocentes: la tortura; un mundo en el que la dignidad personal se vuelve un valor de cambio y en que la política –contaminada por la corrupción, el doble lenguaje y el pragmatismo– se supedita a la economía”. Este endeudamiento voluntario con Sánchez Vázquez no se salda con fiebres apologéticas. Acaso lo que menos desearía el propio Sánchez Vázquez es pertenecer al santoral de las lisonjas ceremoniosas. Quienes lo vimos y leímos tenemos la responsabilidad, que debe tenerse ante el trabajo de todo revolucionario, de aprovechar y perfeccionar críticamente su obra como herramienta viva para la construcción de una alternativa al capitalismo -como el socialismo- cada minuto más urgente. Herramienta dialéctica para un trabajo que tiene la obligación histórica de fortalecer la inteligencia en la praxis revolucionaria, fortalecer la voluntad y la sensibilidad para que tal praxis revolucionaria sea un acto creador colectivo y enamorado. Ética, estética y praxis hacia el socialismo.