¿Hasta cuándo la Embajada imperial te tendrá silenciado?
¡Te extrañamos de verdad, tú animas nuestros días con tus desplantes e impertinencias, con tu falsa arrogancia que esconde tu infinita pequeñez, moral e intelectual. Nos haces falta para guiarnos por la senda de la verdad, porque tus palabras, en boca ignara, revelan los pocos secretos que tu cerebro puede albergar. Por eso, esperamos con atención el momento estelar, cuando el señor embajador imperial, Su Excelencia William Brownfield, previa consulta con los “órganos regulares”, levante el veto mediático que pende sobre tu cabeza (sin alusiones personales).
Te puedo asegurar “Cabeza ’e Motor”, y me disculpas que te llame así, porque dime una cosa: ¿quién en este país sabe que tú eres Oscar Pérez? Tus estrechas y carnales relaciones con Antonio Ledezma (a) “Abuelo Monster” y con Oswaldo Álvarez Paz (a) “Tapita de Botella”, y demás secuaces, son el faro que nos permite alumbrar el sendero de la política venezolana. Sin ustedes se nos haría mucho más difícil presentir los designios del Imperio.
Ya lo sabemos. Los mandaron a callar, a hacer mutis por el foro. La sola presencia de ustedes, según Su Excelencia el embajador imperial William Brownfield (a) “Tuqueca”, desprestigia las luchas estudiantiles. Pero aquí entre nos, tu y yo sabemos que eso no es cierto, porque desde el principio se le vieron las costuras a esos niños ricos pro-RCTV. Su lucha, si es que así pueden denominarse las acciones meramente mercantiles de ese grupo de estudiantes, lo que pretenden es que esa empresa siga lucrándose a costa del veneno que inoculaban en nuestro pueblo.
“Cabeza ’e Motor”, te queremos pronto en la pantalla de tu canal Globovisión, donde apareces regularmente y con unos espacios tan generosos que fácilmente pueden competir con “Aló Presidente”. Tú estás corriendo el riesgo de que tus seguidores, si es que los tienes, terminen por olvidarse de tu persona y de tu verbo encendido, ígneo, volcánico y sesudo. Tus discursos, tan meritorios ellos, vertidos ante las “multitudes” que te siguen, me hicieron recordar a Jóvito Villalba, que con su sola presencia animaba y hacía delirar al pueblo que lo oía. Claro, Jóvito no se puede comparar contigo, ni en su elocuencia, ni en su erudición, ni en su don de gentes, ni en su postura académica. ¡No señor! Jóvito tenía otros defectos que no viene al caso mencionar, que a tí le sobran, y en demasía, en abundancia.
“Cabeza ’e Motor”: “Caminante, yo te saludo, con el blanco tremolar de mis banderas”, como una vez le oí decir a Rómulo Betancourt. Yo estoy seguro que tú no me estás entendiendo, y eso pese a que estoy haciendo un esfuerzo impresionante para buscar la sencillez, la simplicidad, esa inalcanzable virtud que tanto angustiaba a Federico Engels.
No hay más remedio, tendremos que esperar que esta veda mediática termine, y ojalá que sea pronto, para seguir con nuestra rutina diaria: Dando y dando.
ACLARATORIA
Cuando caminaba hacia las oficinas de Aporrea, se me extravió el original de este artículo, con tan mala suerte que fue recogido por alguien que resultó ser amigo de “Cabeza ’e Motor”, quien me hizo llegar por correo electrónico la siguiente nota, la cual transcribo textualmente a continuación respetando el sacrosanto derecho a réplica:
“Qué me vas a ta’s extrañando, balurdooo, quédate zano, tu lo que sos es un pajúo, cabeza ‘e ñema. Yo sé pan canilla, quién te rellena a ti, porque si tú me vienes con esas palabritas, tú sabes, p’impresioname, ¡no qué vao!, yo sé que tú vienes rodando pu’el barranco ‘e Chávez, que es burda de malo y quien probable es que te paga pa’tacame. Y te voy a jodé si te ponés popy. Tú lo que’stás buscando es batí un champú conmigo. Yo no’stoi preocupao por esa vaina de “Tuqueca”, porque mientras tanto ’toy cuadrando una chamita para darle chuleta, que por cierto es burda de rica, y si se pone balurda le voy a dar también mortadela.
Chamo, lo mío es tripeá…, tú saaaabes…, una playiiiita…, una jeva que me pistoneó…, eso sí, que esté burda de güena con sus chorcitos… ¡qué rico papá!, y zuas!, ¿quién dijo que La Guaira es lejos?, ¿me entiendes?, chamín, me voy por la trocha y ya!
Chamo, no me sigas mordiendo la paciencia, okey, que tú eres equis, burda de nulo, mira que en el Litoral es que yo…, soy yo!, chamo, ¿oíste?, a mí me va bandera, full diversión en la navesota que le tumbé con unos panas que me farolearon, a Alfonzo, ese que rasparon de la Maizina Americana, mi tronco ’e líder empresarial; la conseguí datiao por Marcel, allá burda de lejos, en el Alto Hatillo. Me vine ¿entiendes?, to’smechao, pa’bajo, y con el volumen a to’a mecha oyendo mi salsita, esa…, la que me gusta… la de Tito Rojas. Así que chao contigo pescao, que la rumba me espera pa’ después seguí en lo mío, a disfrazame y hablá con el manual que me dio “Tuqueca” y a bandeame con los carritos, ¿me entiendes?, ahí a’onde no tengo competencia, tú sabes. Así que, ¡dale pues…!, pendiente, es lo que’stamos.”
OTRA ACLARATORIA
Me he permitido la licencia de colocarle a la carta anterior los signos de puntuación y a la vez hacerle burda de correcciones gramaticales, para facilitar a mis lectores la mejor comprensión, tratando de respetar que jode la originalidad del texto. Si no hubiera sido por la paciencia en la traducción y asesoría de mi sobrino Ángel Rafael Castillo Hernández, --¡burda de inteligente y decente ese chamo, vale!--, la tarea me hubiera sido imposible darle mortadela. Te debo esa segunda, sobrino, ¡pendiente pues! O.M. Vale.
Te puedo asegurar “Cabeza ’e Motor”, y me disculpas que te llame así, porque dime una cosa: ¿quién en este país sabe que tú eres Oscar Pérez? Tus estrechas y carnales relaciones con Antonio Ledezma (a) “Abuelo Monster” y con Oswaldo Álvarez Paz (a) “Tapita de Botella”, y demás secuaces, son el faro que nos permite alumbrar el sendero de la política venezolana. Sin ustedes se nos haría mucho más difícil presentir los designios del Imperio.
Ya lo sabemos. Los mandaron a callar, a hacer mutis por el foro. La sola presencia de ustedes, según Su Excelencia el embajador imperial William Brownfield (a) “Tuqueca”, desprestigia las luchas estudiantiles. Pero aquí entre nos, tu y yo sabemos que eso no es cierto, porque desde el principio se le vieron las costuras a esos niños ricos pro-RCTV. Su lucha, si es que así pueden denominarse las acciones meramente mercantiles de ese grupo de estudiantes, lo que pretenden es que esa empresa siga lucrándose a costa del veneno que inoculaban en nuestro pueblo.
“Cabeza ’e Motor”, te queremos pronto en la pantalla de tu canal Globovisión, donde apareces regularmente y con unos espacios tan generosos que fácilmente pueden competir con “Aló Presidente”. Tú estás corriendo el riesgo de que tus seguidores, si es que los tienes, terminen por olvidarse de tu persona y de tu verbo encendido, ígneo, volcánico y sesudo. Tus discursos, tan meritorios ellos, vertidos ante las “multitudes” que te siguen, me hicieron recordar a Jóvito Villalba, que con su sola presencia animaba y hacía delirar al pueblo que lo oía. Claro, Jóvito no se puede comparar contigo, ni en su elocuencia, ni en su erudición, ni en su don de gentes, ni en su postura académica. ¡No señor! Jóvito tenía otros defectos que no viene al caso mencionar, que a tí le sobran, y en demasía, en abundancia.
“Cabeza ’e Motor”: “Caminante, yo te saludo, con el blanco tremolar de mis banderas”, como una vez le oí decir a Rómulo Betancourt. Yo estoy seguro que tú no me estás entendiendo, y eso pese a que estoy haciendo un esfuerzo impresionante para buscar la sencillez, la simplicidad, esa inalcanzable virtud que tanto angustiaba a Federico Engels.
No hay más remedio, tendremos que esperar que esta veda mediática termine, y ojalá que sea pronto, para seguir con nuestra rutina diaria: Dando y dando.
ACLARATORIA
Cuando caminaba hacia las oficinas de Aporrea, se me extravió el original de este artículo, con tan mala suerte que fue recogido por alguien que resultó ser amigo de “Cabeza ’e Motor”, quien me hizo llegar por correo electrónico la siguiente nota, la cual transcribo textualmente a continuación respetando el sacrosanto derecho a réplica:
“Qué me vas a ta’s extrañando, balurdooo, quédate zano, tu lo que sos es un pajúo, cabeza ‘e ñema. Yo sé pan canilla, quién te rellena a ti, porque si tú me vienes con esas palabritas, tú sabes, p’impresioname, ¡no qué vao!, yo sé que tú vienes rodando pu’el barranco ‘e Chávez, que es burda de malo y quien probable es que te paga pa’tacame. Y te voy a jodé si te ponés popy. Tú lo que’stás buscando es batí un champú conmigo. Yo no’stoi preocupao por esa vaina de “Tuqueca”, porque mientras tanto ’toy cuadrando una chamita para darle chuleta, que por cierto es burda de rica, y si se pone balurda le voy a dar también mortadela.
Chamo, lo mío es tripeá…, tú saaaabes…, una playiiiita…, una jeva que me pistoneó…, eso sí, que esté burda de güena con sus chorcitos… ¡qué rico papá!, y zuas!, ¿quién dijo que La Guaira es lejos?, ¿me entiendes?, chamín, me voy por la trocha y ya!
Chamo, no me sigas mordiendo la paciencia, okey, que tú eres equis, burda de nulo, mira que en el Litoral es que yo…, soy yo!, chamo, ¿oíste?, a mí me va bandera, full diversión en la navesota que le tumbé con unos panas que me farolearon, a Alfonzo, ese que rasparon de la Maizina Americana, mi tronco ’e líder empresarial; la conseguí datiao por Marcel, allá burda de lejos, en el Alto Hatillo. Me vine ¿entiendes?, to’smechao, pa’bajo, y con el volumen a to’a mecha oyendo mi salsita, esa…, la que me gusta… la de Tito Rojas. Así que chao contigo pescao, que la rumba me espera pa’ después seguí en lo mío, a disfrazame y hablá con el manual que me dio “Tuqueca” y a bandeame con los carritos, ¿me entiendes?, ahí a’onde no tengo competencia, tú sabes. Así que, ¡dale pues…!, pendiente, es lo que’stamos.”
OTRA ACLARATORIA
Me he permitido la licencia de colocarle a la carta anterior los signos de puntuación y a la vez hacerle burda de correcciones gramaticales, para facilitar a mis lectores la mejor comprensión, tratando de respetar que jode la originalidad del texto. Si no hubiera sido por la paciencia en la traducción y asesoría de mi sobrino Ángel Rafael Castillo Hernández, --¡burda de inteligente y decente ese chamo, vale!--, la tarea me hubiera sido imposible darle mortadela. Te debo esa segunda, sobrino, ¡pendiente pues! O.M. Vale.