“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

8/6/07

Montilla es uno de los mejores, más famosos y apreciados vinos de España y del Mundo

La ciudad de Montilla (Córdoba, España)

Famosa por sus vinos con denominación de origen Montilla-Moriles, fue también cuna de don Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, nacido en 1453. Durante el siglo XVI vivieron en ella San Juan de Ávila, el Inca Garcilazo de la Vega y Miguel de Cervantes. En el punto más elevado de Montilla se alza el Castillo en cuyo interior se hallaba el Alcázar, residencia palaciega donde nació el Gran Capitán y donde se alojaron los Reyes Católicos. También destaca la Iglesia de Santiago, el Convento de Santa Clara, el Oratorio de San Juan de Ávila, la Iglesia de San Sebastián, la Iglesia de la Encarnación, la Iglesia de Santa Ana, la Iglesia de San Agustín, la Iglesia de San Francisco Solano y las famosas bodegas de Montilla.

Las tierras de Montilla son suelos de primera calidad en la obtención del vino. Junto a las altas temperaturas, han sido muy propicias para que haya arraigado la predominante variedad de cepa Pedro Ximénez, originaria del río Rin (Alemania) , de donde se cuenta que fue traída por un soldado de los Tercios de Flandes llamado así, o Peter Siemens, en su versión germánica.

La crianza del vino de Montilla se realiza en "botas" de roble americano mediante el sistema de criaderas y soleras, consistente en ir mezclando parte de los vinos más nuevos, situados en los niveles superiores, con los más viejos, de las filas inferiores, dejando para el consumo los que están sobre el suelo o soleras.

El vino fino es el más extendido, de color amarillento pálido, aroma punzante, seco y levemente amargoso, con un contenido alcohólico de unos 14º, los cuales se consiguen excepcionalmente en estas tierras de forma natural, sin añadidos. El amontillado es un vino generoso, de color oro viejo, de aroma intenso, seco, suave y lleno al paladar, con una graduación alcohólica de entre 16º y 22º. El oloroso es un vino generoso de color caoba oscuro, aromático, con mucho cuerpo, lleno y aterciopelado, seco o ligeramente abocado y enérgico, de graduación entre los 16º y 18º. El Pedro Ximénez es un dulce natural, de color rubí oscuro, obtenido a partir del mosto de uva soleada de la variedad del mismo nombre, que se somete a fermentación alcohólica parcial.

Recientemente se vienen comercializando los vinos jóvenes, que son más ligeros –entre 10º y 12º– y afrutados, elaborados con otras variedades de cepa, y también los vinos de tinaja, frescos, sin pasar por el contacto de la madera ni otros tratamientos. Es un hecho novedoso en Montilla la elaboración de vinos tintos, de los que se está consiguiendo cada año mayor calidad e implantación.

Los vinos típicos de esta zona se elaboran con diferentes variedades de uva blanca. Se someten a crianza bajo velo de flor por el sistema de criaderas y soleras, único en el mundo. Podemos encontrar, según su maduración, vino joven, fino, amontillado y oloroso. Estos vinos van oscureciendo sus tonos, convirtiéndose en vinos generosos, hasta alcanzar una graduación alcohólica máxima de unos 20º.

Los distintos tipos de vinos Montilla-Moriles

Montilla-Moriles es un vino dulce denominado Pedro Ximénez, porque está elaborado con esta variedad de uva. Su consumo se hace cada vez más popular, en buena medida por sus singulares características. Es consumido como acompañamiento para postres o formando parte de recetas dulces, amén de ser degustado en cualquier otra circunstancia.

Elaborados por el clásico procedimiento de crianza biológica bajo el "velo en flor", durante años, en botas del mejor roble, recogidas en naves catedralicias. Póngalo en su catavino -que este vino en ese envase se bebe- y goce con su color, algunos con ligeras tonalidades oliváceas -que en estas tierras se cruzan las raíces de la vid y el olivo- aprecie la sutileza de su aroma punzante, de sus infinitos aromas, añadimos.

De aromas salinos, a levaduras y almendras amargas, se diferencian de los jerezanos por ser algo menos secos en boca. Pálido, seco, ligeramente amargoso y de transparente color pajizo, con reminiscencias de topacio y verdoso en los tipos más delicados. Es el prototipo de los vinos de Montilla-Moriles y el más popular a la hora del copeo. Nada menos podía esperarse de tan noble cuna y de tan singular estilo de crianza. Muy indicado en el aperitivo y para acompañar todo tipo de carnes y mariscos. Imprescindible en la buena mesa. Es un vino natural y noble que se tolera muy bien y no deja secuelas, si no se abusa de él.