“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

1/7/12

El Ché se despidió de su esposa leyendo un poema de César Vallejo

El documental de octubre de 2010 dirigido por el argentino Tristán Bauer, “Che, un hombre nuevo”, se extiende por sobre los hechos más resaltantes del Che, quien vio el fin de sus días a los 39 años, en Bolivia. Es así que la obra, basada en materiales de archivos militares y familiares inéditos, también recoge un audio que las fuerzas armadas bolivianas, que ultimaron al argentino, guardaban en sus archivos.
Che recitando a Vallejo 

En él, y a poco de ser fusilado tras su captura, se escucha a Guevara leyendo la obra del celebrado poeta peruano, “Los Heraldos Negros”, luego de una breve dedicatoria a su esposa, de quien se despide con el texto: “Esto es lo único íntimamente mío, e íntimamente conocido de los dos, que puedo dejarte ahora”. Entonces, inicia una sentida lectura de “Los Heraldos Negros”.



Los heraldos negros / César Vallejo
Hay golpes en la vida tan fuertes… ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos;
la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma
¡Yo no se!
Son pocos; pero son . . . abren zanjas oscuras
en el rostro mas fiero y en el lomo mas fuerte,
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna adorable que el Destino Blasfema,
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema
Y el hombre....pobre...¡pobre!
Vuelve los ojos,
como cuando por sobre el hombro
nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos,
y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa,
en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes . . . ¡Yo no se!