“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

1/7/12

Manifiesto de Matzpén [1967] sobre el conflicto israelí-árabe

Introducción de Rolando Gómez

Read in English 
Cuarenta y cinco años han pasado desde que la Organización Socialista Israelí –más conocida como “Matzpén” (“brújula”), por el nombre de su periódico- publicara el manifiesto que acá presentamos. Cuarenta y cinco años han pasado, pero algunas frases del manifiesto parecieran haber sido escritas ayer mismo: “El problema de Eretz-Israel es aún una herida abierta en el cuerpo del Cercano Oriente, fuente ininterrumpida de derramamientos de sangre, sufrimiento y maldad; carga pesada sobre los recursos económicos regionales, pretexto para el intervencionismo militar y la agresión imperialistas, amenaza terrible a la paz mundial…”

 Lire en français
Mucho ha cambiado desde que este documento se escribiera. Muchos de sus considerandos pueden llegar a sonar hoy obsoletos o anacrónicos. Pero su núcleo de razonamiento revolucionario sigue vigente hasta el día de hoy: la base del conflicto es la opresión colonial del pueblo palestino y la única posible solución se encuentra en la lucha por la desionización de Israel y su integración en una Unión Socialista de Medio Oriente.Matzpén” nunca pasó de ser un reducido núcleo de militantes judíos y árabes antisionistas con una proclama que en esos años sonaba totalmente ajena al bon ton nacionalista imperante.

Leggi in italiano 
En el año 1984 tuve la oportunidad de conocer a uno de ellos. Jaím Hanegbi vino al kibutz donde yo vivía a exponer las razones para solicitar apoyo a la plataforma antisionista judeo-árabe que se presentaba ese año a elecciones, la “Lista Progresista por la Paz”. Se dirigió a una audiencia judía sionista de izquierda, sin escatimar en absoluto ni un solo principio, respondiendo a cada pregunta provocadora o ironía política con visión revolucionaria, desprovista totalmente de mezquindad tribal o nacionalista. Su personalidad y perseverancia me sedujeron. Ignoro dónde puede encontrarse Jaím hoy. Matzpén como tal ya no existe; quedó en los anales de la utopía histórica.

Por razones de trabajo me tocó visitar mi propio país, Argentina, en diciembre del año 2001. Más precisamente, el 19 de diciembre de ese año, mientras las masas populares argentinas protagonizaban su propia utopía, el ya conocido “que se vayan todos”. Ese día yo debía tomar mi programado vuelo de regreso. Luego de registrar mi equipaje salí a fumar un cigarrillo, y entablé una casual conversación con una joven mujer que también fumaba antes de su vuelo. La conversación, por supuesto, se centró en los hechos que ya se estaban desarrollando en Buenos Aires. Dadas las circunstancias y el momento, esa fue la primera vez en mi vida de exilio que sentí que podía comentar con una perfecta y total desconocida mi condición de exilado político. Luego de escucharme, la joven mujer se agachó para apagar su cigarrillo, y antes de entrar de nuevo al terminal aéreo dijo sin mirarme, como razonando para sí misma: -“ojalá ustedes hubieran triunfado…”

Jáim, si me escucharas: ojalá ustedes, hubieran triunfado.

Manifestación del Primero de Mayo, en 1979. Archivos de Matzpén.
Comité Central de la Organización Socialista Israelí – Mayo de 1967



Manifiesto sobre el conflicto israelí-árabe

Este mes se cumplirán 19 años de la creación del Estado de Israel. Durante estos 19 años, el conflicto israelo-árabe no se ha aproximado a una solución. El problema de Eretz-Israel es aún una herida abierta en el cuerpo del Cercano Oriente, fuente ininterrumpida de derramamientos de sangre, sufrimiento y maldad; carga pesada sobre los recursos económicos regionales, pretexto para el intervencionismo militar y la agresión imperialistas, amenaza terrible a la paz mundial.

Es en especial grave la situación de los árabes de Eretz-Israel, víctimas directas de las guerras de 1948 y de la confabulación de los “enemigos amigables”: Ben Gurión y Abdula. La mayoría de los árabes de la Tierra de Israel fueron desposeídos de sus casas y sus tierras durante la guerra de 1948 y posteriormente a ella, y se transformaron en refugiados que viven hasta el día de hoy en el sufrimiento y la adversidad en campos de refugiados fuera del Estado de Israel. Los dirigentes de Israel se niegan rotundamente a reconocer su elemental derecho a regresar a su patria. Los árabes que permanecieron en el territorio de Israel sufren profundamente como víctimas de opresión económica, civil y nacional.

Israel fue durante estos 19 años una isla aislada en la región. Un Estado con independencia solamente formal, dependiente desde el punto de vista económico y político de las potencias imperialistas, y en especial de los Estados Unidos. Sirvió constantemente de instrumento en manos de esas potencias contra la nación árabe, contra las fuerzas progresistas en el mundo árabe. La expresión más evidente (aunque no la única) del papel de la política oficial israelí se produjo en 1956, cuando el gobierno de Israel se unió al imperialismo anglo-francés en una confabulación agresiva contra Egipto, y hasta le suministró a esas potencias un pretexto para el intervencionismo militar.

El estado de guerra y de hostilidad entre Israel y los países árabes vecinos se mantiene hace 19 años, y la conducción sionista de Israel no tiene ninguna perspectiva real de cambiar esta situación. La política israelí se encuentra en un callejón sin salida.

La crisis económica que prevalece hoy en Israel, y que causa un severo paro a los trabajadores y gran miseria a las masas populares, resalta el hecho de que el Estado de Israel lo podrá existir a lo largo del tiempo en su forma actual, como Estado sionista, desconectado de la región en la que se encuentra.

Efectivamente, la actual situación es contraria a los intereses de las masas populares árabes. Israel, en su forma actual, representa un obstáculo en la lucha de las esas masas contra el imperialismo y por la unión socialista árabe. La continuación de la presente situación es contraria a los intereses de las masas israelíes.

La Organización Socialista Israelí, que cuenta entre sus filas con miembros árabes y judíos unidos, sostiene que el problema de Eretz-Israel y el conflicto israelo-árabe es posible y necesario resolver de una manera socialista e internacionalista, que tome en cuenta las características únicas en su género de este complicado problema.

Este no es un conflicto nacional común entre dos pueblos; por lo tanto, no es suficiente con llamar a la “coexistencia basada en el reconocimiento mutuo de los justos derechos nacionales de ambos pueblos”.

El Estado de Israel representa el resultado de la colonización de Eretz-Israel por parte del movimiento sionista, a cuenta del pueblo árabe, bajo el amparo del imperialismo. En su forma actual, sionista, el Estado de Israel representa también un instrumento para la continuidad de “la empresa sionista”.

El mundo árabe no puede aceptar el hecho de que en tal cercanía exista un Estado Sionista, cuyo objetivo explícito no es el de servir a su propia población, sino la de ser punta de lanza, instrumento político y destino para la inmigración de todos los judíos del mundo. El carácter sionista de Israel es contrario a los verdaderos intereses de las masas israelíes, porque significa la dependencia perpetua del país de factores extranjeros.

Por lo tanto estamos convencidos de que la solución del problema exige la desionización de Israel. El Estado de Israel debe atravesar un cambio revolucionario profundo que la transforme, de un Estado sionista (es decir, un Estado de todos los judíos del mundo), a un Estado Socialista que represente los intereses de las masas populares que lo habitan. En especial, se abolirá la “Ley del Retorno”, que otorga a todos los judíos del mundo el derecho absoluto y automático a inmigrar a Israel y hacerse ciudadanos. Toda solicitud de inmigración se decidirá separadamente y en particular, sin ningún tipo de discriminación racial o religiosa.

El problema de los refugiados árabes palestinos representa la parte más dolorosa del conflicto israelo-árabe.

Por lo tanto nosotros sostenemos que es indispensable posibilitar a todo refugiado que así lo desee, regresar a Israel y recibir plena restauración económica y social. A los refugiados que prefieran, de propio albedrío, no regresar, es necesario recompensarlos totalmente por la pérdida de sus propiedades y por el sufrimiento que les fue causado.

Asimismo, es necesario abolir todas las leyes y reglamentos dirigidos a la discriminación y la opresión de la población árabe en Israel y a la confiscación de sus tierras. A todas las confiscaciones y a los daños (en tierras, propiedad y daños personales) que se produjeron debido a esas leyes y reglamentos, es obligatorio entregar compensación plena.

La desionización de Israel determina también la anulación de la política exterior sionista, que sirve a los intereses imperialistas. Israel debe tomar parte activa en la lucha de los árabes contra el imperialismo y por la construcción de la unidad socialista árabe.

La colonización sionista de Eretz-Israel se diferencia en un aspecto básico de la colonización en otros países: mientras que en otros países los colonizadores crearon su economía basada en la explotación de la fuerza de trabajo de la población local, en Eretz-Israel la colonización se hizo por vía del desplazamiento y el despojo de la población local.

Este hecho produjo una complicación especial del problema de Eretz-Israel: como resultado de la colonización sionista, se creó en Eretz-Israel una nación hebrea2, con características nacionales propias (idioma en común, economía separada, etc.). Aún más: esta nación tiene una estructura de clases capitalista; hay en ella explotadores y explotados, burguesía y proletariado.

El argumento de que esta nación fue creada de manera artificial, y a cuenta de la población árabe local, no modifica el hecho de que la nación hebrea ahora existe. Ignorar este hecho sería un error desastroso.

La solución al problema de Eretz-Israel debe, no sólo corregir el daño infligido a los árabes de Eretz Israel por parte del sionismo, sino garantizar el futuro nacional de las masas populares hebreas. Esas masas fueron traídas a Eretz-Israel por el sionismo, pero no son responsables de los hechos del sionismo. Un intento de castigar a los trabajadores y a las masas populares israelíes por los pecados del sionismo no podría solucionar el problema de Eretz-Israel, sino que solo traería nuevas tragedias.

Los mismos líderes árabes nacionalistas, aquellos que llaman al Yihad para la liberación de Palestina, obvian el hecho de que, aunque Israel fuera derrotada militarmente y cesara de existir como Estado, aún entonces existirá la nación hebrea. Si al problema de la existencia de esa nación no se encuentra una solución correcta, nuevamente se produciría una situación de conflicto nacional peligroso y extendido, que provocaría derramamientos de sangre y sufrimientos interminables, y serviría de nueva excusa para la intervención imperialista. No es casual que los líderes que llaman a una “solución” de este tipo no sean capaces tampoco de resolver el problema Kurdo.

Adicionalmente, es necesario entender que las masas israelíes no se liberarán de la influencia del sionismo y no lucharán contra el mismo si las fuerzas progresistas del mundo árabe no les presentan una perspectiva de vida en común, no de opresión nacional.

Por lo tanto, la Organización Socialista Israelí sostiene que la verdadera solución al problema de Eretz-Israel exige el reconocimiento a la autodeterminación de la nación hebrea.

Autodeterminación nacional no significa necesariamente segregación. Al contrario: nosotros sostenemos que en pequeño país, de escasos recursos naturales, no puede existir como ente separado. Tiene sólo dos posibilidades: seguir siendo dependiente de las potencias extranjeras, o integrarse en una unión regional.

De esto se deriva que la única solución compatible con los intereses de las masas árabes e israelíes por igual es la integración de Israel como un ente dentro de una unión económica y política en el Medio Oriente, sobre la base del socialismo.

En tal marco podrá la nación hebrea tener una vida nacional y cultural propia, sin que ponga en peligro al mundo árabe, y sin que los árabes pongan en peligro su existencia. Las fuerzas de las masas israelíes se unirán a las masas árabes en una lucha conjunta por el progreso y la abundancia.

Sostenemos por lo tanto, que el problema de Eretz-Israel, al igual que otros problemas fundamentales en el Medio Oriente, puede ser solucionado solamente en el marco de la Unión Socialista de Medio Oriente.

El análisis teórico y la experiencia práctica nos enseñan que la unidad árabe puede crearse y existir de manera estable solamente si tiene características socialistas.

Se puede concluir por lo tanto la solución que proponemos con la siguiente frase: desionización de Israel, e integración del mismo en los Estados Unidos Socialistas de Medio Oriente.

Estamos convencidos de que también el problema del futuro de los árabes de Eretz-Israel debe solucionarse en el marco que se esbozado arriba.

Hay quienes piensan que la justicia obliga la creación de un ente político árabe palestino especial. En nuestra opinión, esta cuestión debe ser determinada por los árabes de Eretz-Israel, sin injerencia extranjera.

Sin embargo, en nuestra opinión, la posición de que del futuro político de los árabes de Eretz-Israel está en un ente separado, independiente de la cuestión de la unidad socialista árabe, es un grave error. Hoy, los árabes de Eretz-Israel se encuentran en la primera línea de combate por la unidad. Si se coloca ante ellos un objetivo separado e independiente, se puede provocar un serio daño al propósito de la unificación árabe. Asimismo, la creación de un pequeño Estado árabe aislado no es compatible con los intereses de la nación árabe, ni con los intereses del pueblo árabe palestino dentro de ella.

Por lo tanto sostenemos que, si los árabes de Eretz-Israel decidieran con todo el derecho la creación de un ente político propio, los arreglos políticos y territoriales necesarios deben hacerse en el marco de la creación de una Unidad Socialista del Medio Oriente. A un arreglo de este tipo deberían contribuir en especial aquellos países que hoy por hoy controlan partes de Eretz-Israel: Israel, Jordania y Egipto.

Llamamos a las fuerzas revolucionarias socialistas árabes y de otros países a analizar este nuestro programa y a abrir una discusión amplia con el objetivo de consolidar una posición común frente al problema de Medio Oriente.

Comité Central de la Organización Socialista Israelí, Mayo de 1967

Notas del traductor

Aunque el nombre “Eretz-Israel”, la “Tierra de Israel”, tenga connotaciones sionistas-chauvinistas e incluso místico-bíblicas, y el uso de dicho nombre pueda representar una debilidad ideológica por parte de los revolucionarios que escribieron el presente manifiesto, consideré necesario dejarlo en la traducción en su forma original. En los años 60 del siglo XX era totalmente aceptado como el nombre “normal” del país. Otras traducciones usan el nombre “Palestina”, y en mi opinión tampoco refleja la intención original de los autores.
Algunas traducciones a otros idiomas que he leído usan acá el concepto de “nación judía”, en vez de “nación hebrea”. Considero equivocada esa traducción. En el original en hebreo dice claramente “nación hebrea”, y es la intención de los autores del manifiesto referirse exclusivamente a las masas judías que viven en Israel y su idioma es el hebreo, y no al concepto místico de “nación judía” mundial usado por el sionismo.

Publicado en hebreo en el No. 36 de “Matzpén” (Brújula), Junio-Julio de 1967, y en árabe en el folleto “Tres Manifiestos”, editado por “Matzpén”, julio de 1967
Matzpen מצפן متسبين
Traducido por  Rolando Gómez