Él
prometió esperanza y cambio, pero les dio
LA LISTA DE LA MUERTE ¡Ruegue para que no esté en ella! |
No queda claro desde cuándo se espera que los presidentes
estadounidenses aparezcan en la escena de cada desastre que tenga lugar en el
país. Tal vez George W. Bush es el
responsable de esta espantosa tendencia, luego de que fuera criticado por volar
sobre la devastación provocada por el huracán Katrina en la costa del Golfo de
México en el 2005. Si Bush hubiera
tenido un funcional sistema de respuesta a emergencias, y si hubiera rescatado
víctimas atrapadas por el huracán, a nadie le hubiera importado que volara
sobre la zona sin aterrizar. Pero la
lección equivocada fue aprendida.
Barack Obama no se arriesga.
Aparece en cada desastre. No hay
tornado que toque tierra, inundación que suba, ni incendio forestal que se
extienda sin que el presidente y su equipo fabrique una aparición de fotografía
mediática con desafortunados ciudadanos emocionados de ver al presidente a
pesar del hecho de que hayan sobrevivido algún tipo de calamidad.
Ni siquiera desastres creados por el hombre se salvan de la
aniquilación presidencial. Cuando un
hombre del Estado de Colorado disparó sobre más de 70 personas en un cine, la
exageración mediática se lanzó a alta velocidad, y el presidente que preside
sobre su propia “lista de la muerte”
(Lista de asesinatos extrajudiciales realizados por EEUU en su “guerra contra
el terrorismo” N. del T.) fue primera
plana de los diarios mientras desparramaba montones de simpatías.
A pesar de las horas de espacio televisivo dedicadas a la
historia de un ex estudiante de post-grado quien se identificaba exageradamente
con personajes de la última película de Batman, en realidad no hay tanto qué
decir acerca de este incidente. Estados
Unidos es un país lleno de gente muy loca que desafortunadamente tiene acceso a
grandes cantidades de poder de fuego. Es
una mala combinación, y los incidentes de disparos en masa ya hace mucho tiempo
que han perdido su habilidad de causar conmoción.
El lugar de la matanza puede ser una oficina de correos, el
campus de una universidad, una escuela secundaria, una reunión de congresistas
de una población, o en este caso un cine, pero la historia es la misma: una
persona que se supone ser profundamente perturbada prueba que es exactamente
eso. Sobrevivientes y familiares son
entrevistados; periodistas compiten entre ellos a ver cuál es más
melodramático, y todos esperamos por la próxima masacre.
Es inapropiado para cualquier presidente el usar un
escenario de asesinato local con propósitos políticos, pero en la medida en que
los Estados Unidos se atrincheran más firmemente como los matones del mundo, es
insultante en extremo que Obama se haga el “consolador en jefe”.
Barack Obama no sólo ha asesinado al ciudadano
estadounidense Anwar al-Awlaki en Yemen, sino que también tomó la decisión de
matar al hijo de 16 años del mismo. La
familia Awlaki también lamenta por supuesto la pérdida de sus seres queridos,
tal como las familias de las víctimas de Aurora en Colorado lo hicieron. Pero no nos está permitido pensar en los
Awlaki ni en las incontables familias anónimas de víctimas de los aviones no
tripulados -“Drones”- en Afaganistán o Pakistán. Tampoco se supone que pensemos en cómo los
Estados Unidos ha hecho causa común con “yihadistas” para derrocar al gobierno
sirio, y en el camino matar a miles de hombres, mujeres y niños.
Barack Obama es bueno como presidente, lo que significa que
es bueno en enmascarar los actos de maldad que él comete. Debe instruir a sus acólitos de decirle al
mundo que él personalmente examina bien su “lista de la muerte” y determina
quién debe morir. Entonces, no duda en
actuar como el líder de una nación en duelo y en visitar a las víctimas de los
disparos en sus camas en el hospital.
La hipocresía es abierta, repugnante y conspicua, pero Obama
siempre va a donde sus predecesores no se animaron. Es importante también notar que el presidente
no está solo en su hipocresía. Tiene el
apoyo de millones de estadounidenses mientras derroca gobiernos y mata seres
humanos.
Los estadounidenses todavía se ven a sí mismos como buena
gente, y sus líderes políticos son los árbitros que deciden qué está bien y qué
está mal en el mundo.
Obama tiene razón en asumir que muy pocos estadounidenses
verán sus expresiones de simpatía por lo que en realidad son: un nivel de
inmoralidad que sólo puede conseguir alguien que aspira al cargo más elevado en
el país.
Sus palabras son a veces risibles o escalofriantes,
dependiendo del estado de ánimo de uno al leerlas: “ahora, mientras nos enteramos acerca de cómo ocurrió esto, y de quién
es responsable, tal vez no entenderemos nunca qué conduce a alguien a
aterrorizar a sus semejantes de esta manera.
Tal violencia, tal maldad, no tiene sentido; va más allá de la razón”.
(Cita del presidente Obama sobre los hechos en Colorado en el sitio web oficial
de la Casa Blanca. N. del T.)
Tal vez conocerse a sí mismo es el mayor saber.
Margaret Kimberley |
El presidente se trasladó de la escena del crimen cometido
por una persona probadamente demente.
A diferencia de crímenes cometidos por líderes mundiales
poderosos, el acto de maldad del tirador de Colorado será abominado por
millones de personas. Qué malo que él no
tuviera un alto cargo de gobierno ni una flotilla de Drones bajo su mando.
Si hubiera tenido ese tipo de poder, tal vez hubiera ganado
un Premio Nobel, no importa cuánta gente haya matado.
Traducción especial para La Página Rolando “El Negro” Gómez |