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“Cada hombre trae su danza / Colgada de su angustia. / Hombres hay que la bailan / Y que entonces son libres / Y regalan sus almas.”: José Muñoz Cota (Yumari, 1945)
Por su fecha y por sus temas, Economía colonial en
Brasil en los siglos XVI y XVII es un libro que representa uno de los
primeros esfuerzos teóricos de Celso Furtado por comprender y construir su
país; se trata del manuscrito que, en 1948, presentó como tesis doctoral en
Paris, Francia, esfuerzo que cabalmente no ha terminado dada la innata
naturaleza reflexiva del autor, lo que en parte, y sólo en parte, explica la
transformación y la superación de sus contenidos y estrategia teórica, a lo
largo de casi una década, que culminó con la gran afamada obra que hoy se
conoce con el título de Formación económica del Brasil [1].
La otra parte de la explicación se remonta a aquella pasión
y desafiante característica que lo abrumó desde temprana edad, prometeica y
utópica, que Hugo Zemelman denomina como la “necesidad de mundo”, “necesidad de
conciencia histórica” [2]. Teórica y existencialmente es un texto de “juventud”
que refleja la problemática histórica en la que estaba inserto su país, pero
escrito desde cierto ángulo de colocación que imprimirá a todos sus análisis y
que hace de él un ejemplar latinoamericanista.
Pocos son los intelectuales en América Latina que puede
decirse han dado el alma a la lucha por la construcción de un país más
equitativo y solidario y más aún sostener como viable dicha utopía durante más
de cinco décadas. ¿Cómo comprender ese insistente y recurrente ímpetu de pensar
simultáneamente a Brasil, a Latinoamérica, y a sí mismo, transformándose en
cada proceso y coyuntura político-social que logró superar? Son las lacerantes
exclusiones sociales y económicas que percibe desde niño, y que aún no han sido
paliadas, algunos de los elementos que se conjugan para producir esa angustia
[3], o “deseo de salvación personal” [4] y que puede vislumbrarse claramente en
sus años mozos.
Ese enigma existencial se articula a la problemática del
aparente atraso de ese país que es Brasil dotado de inconmensurables riquezas:
su extensión geográfica y ecología; todo un inagotable continente, codiciado
por las potencias industriales; su población, un melting pot africano-portugués,
así como el reciente arribo de inmigrantes, todo lo cual lo obligaba
insistentemente a reflexionar y comprender al país y sus potencialidades como
nación.
Con sólo veinte años encima ya había laborado como
periodista en la Revista da Semana; en 1942 atravesó el Brasil continental
para entrevistar al cineasta Orson Welles. Un año después aprobó el concurso
del Departamento de Administração del Serviço Público, y se convierte en un
“asistente de organización”; y en 1944 culmina sus estudios en Derecho en la
Universidad de Brasil, en Río de Janeiro. De hecho Furtado cambió de carrera
universitaria, ya que cuando iniciaba a estudiar en la Universidad de Brasil
"las ciencias sociales apenas empezaban a enseñarse. [...] No se impartía
Economía [y para] el tercer año cambié de Derecho a Administración, donde
gradualmente me interesé en problemas de organización"; inclusive
retrospectivamente se piensa “autodidacta” [5].
De esa época datan dos artículos que Furtado escribe en
torno a la Administración Pública de los Estados Unidos de Norteamérica. En uno
de ellos se describe el funcionamiento y estructura de la Comisión encargada de
instrumentar un sistema de méritos para los cargos en la Administración Pública
[6]; en el otro, se expone el organigrama de la carrera del personal del
Gobierno Federal estadounidense [7].
Para 1944, Furtado ya está en Toscana, Italia formando parte
de las fuerzas expedicionarias de Reserva. En 1946 publica su primer libro: De
Nápoles a París - Cuentos de la vida expedicionaria [8]. Este libro tendrá
poca relación con sus futuras publicaciones y “profesión”; una vez más Furtado
cambiaba de rumbo: no sería periodista. La dedicatoria a "Las
Italianas", reza así:
En toda la soledad humana que fue el torbellino de la guerra, el brasileño no estuvo solo. Lo acompañó siempre, gentil y tiernamente, la mujer italiana. En corazones marcados por la soledad antigua, en la sorpresa de un encuentro, vio surgir para la vida una esposa, una hermana, una hija y hasta una madre. Lejos de esta tierra encantada que Mariucha amó sin conocer, en el gesto vacío de un agradecimiento póstumo yo les envío, a las italianas tiernas y gentiles, mis recuerdos y mis saludos [9].
En el año 1946, antes de iniciar sus estudios de doctorado,
recibe una de sus primeras condecoraciones: el Premio Franklin D. Roosevelt del
Instituto Brasil-Estados Unidos, por la elaboración de un ensayo en torno a
"la democracia" [10]. Desde entonces demócrata irreverente en
búsqueda de la plena articulación entre los intereses individuales y los sociales
de una nación. Dicho ensayo ofrece una descripción del “invidualismo”
calvinista y su importancia en la formación política y administrativa en Los
Estados Unidos de Norteamérica así como para su desarrollo industrial y cuyo
eclipse podría ser consecuencia del surgimiento del “hombre masa” así como del
desarrollo de fuerzas sociales antidemocráticas, corporativistas, lo que obligó
a que se desarrollasen nuevas formas educativas y políticas: sólo así pudo
sostenerse el individualismo tan importante para el progreso social y económico
de dicho país. Furtado escribe lo anterior en la época en la que el
autoritarismo varguista reinaba por doquier, lo que ya manifestaba la idea en
Furtado del imperativo ético de los intelectuales en asumir la responsabilidad
para interpretar y buscar alternativas político-sociales.
Ya en París, en 1946, M. Bye lo convence para que se
inscribiera a realizar una tesis doctoral sobre la economía colonial brasileña,
en la Facultad de Derecho en París [11]. Francisco de Oliveira llama a Furtado
“un republicano ejemplar” [12], pero cuyas cualidades yo diría surgen de la
“pulsión autocrítica” que domina al pensador, y que producen toda la serie de
fenómenos que pueden explicarse bajo la “angustia” que subraya Jose Marcio Rego
[13], fenómeno que no siempre va acompañado de una vocación democrática en
todos los intelectuales que han ocupado cargos públicos de importancia.
En varias ocasiones de su vida, Furtado retornará
impulsivamente una y otra vez a reflexionar sobre sus ideas y sus acciones,
intentando explicar las condiciones y las razones de las transiciones
teórico-políticas de su ángulo de mirada: la autocrítica, existencial y
política, y que a partir de la década de mediados de los años setenta ha tomado
el estilo de la precocidad autobiográfica [14].
En otras esa impulsividad ética se manifiesta, y aquí
solamente señalaré un ejemplo, por medio del texto programático clave, como
sería el de Dialéctica del desarrollo, escrito en 1964 a unos meses del
Golpe Militar, que derrota el proyecto de nación y del desarrollo inclusivo que
él lideraba. En ese libro, además de organizar lo que supone ser el sentido de
la historia del Brasil ante las posibles alternativas, dada la oleada
antidemocrática que vivía el país, Furtado una vez más se ubica como el centro
de atención o arquetipo de intelectual, para subrayar la importancia de
reflexionar en torno a la tesis de Marx de que “el propio educador necesita ser
educado”, o más certeramente, “quien planificará a los planificadores”.
La función y las responsabilidades deben ser también el
centro de reflexión y el modus vivendi de los propios intelectuales,
porque son ellos quienes en ocasiones tienen el poder de dar “sentido” a la
historia que se reproduce cotidianamente. ¿No es acaso precisamente ese el
logro de Furtado conFormación económica del Brasil para varias
generaciones desde su aparición?
La inaplazable crítica y la autocrítica hacen alusión al
hecho de que el mundo cambia, a que las relaciones sociales ya son otras y se
debe iniciar, una vez más, la lucha por transformarlas a través de su
resignificación, que en Furtado supone entre otras cosas, la construcción de un
proyecto de nación que asuma como objetivo una mayor igualdad distributiva a
través del desarrollo económico-social.
La única explicación para comprender porqué Furtado es a
veces tan desconocido en su propia tierra no se debe simplemente a que los
intelectuales de los países “subdesarrollados” sean unos “malabaristas”, como a
veces los describe Furtado por dejarse comprar [15]. Sino se debe al hecho de
que Furtado cambia su ángulo de percepción acorde con los cambios que sufren
las relaciones sociales. Cuando uno lee que: “Ciertamente el grave e importante
límite de Furtado son la timidez en la visualización de las posibilidades de una
democracia participativa” [16], se está rehusando conocer su autocrítica y
crítica al Principe en los años subsecuentes a su participación como
alto funcionario en el primer lustro de los años sesenta en el gobierno
brasileño.
Sería más comprensible, más no justificado, encontrar
juicios insostenibles en tierras ajenas, y vale la pena señalar un caso:
Nicholas Georgescu-Roegen, enThe Entropy Law and the Economic Process [17],
después de señalar al Furtado de Dialéctica del desarrollo como un
“economista distinguido”, lo cita precisamente en el lugar donde nuestro autor
está intentando desmitificar el complejo de omnipotencia por parte de algunos
intelectuales, buscando una explicación y comprensión de la función, así como
las responsabilidades que les competen: “Como les corresponde interpretar los
valores en todos los campos de la cultura, los intelectuales están muy bien
situados para identificar las aspiraciones que traducen las tendencias más
profundas del sentir social”, para después rematar con: “Ergo, ellos deben
tomar control de todo” [18]. Que era precisamente contra lo que Furtado
argumentaba. De hecho, si Georgescu-Roegen hubiera sido más cuidadoso unas
líneas más abajo hubiese leído las advertencias de Furtado, dejando fuera de
lugar sus reproches: “Los caminos de la libertad por la vía de la revolución
social han sido, hasta hoy, largos y penosos” [19].
Cito este ejemplo no solamente debido a que algunas de las
ideas de Georgescu-Roegen se tornan cruciales para entender algunas nociones
teóricas del propio Furtado y que surgen en su obra a partir del primer lustro
de los años setenta (“flujo”, “stock”, acumulación “dentro” y “fuera del
sistema de producción”), sino también por que emanaron de alguien, que como
dice Antonio Valero: “Ha sido uno de los grandes pensadores del siglo XX.”
Pero lo principal es recordar precisamente lo que está en
juego en las reflexiones de Furtado y para ello utilicemos las palabras del
propio Georgescu-Roegen: “La naturaleza
no comete errores, son las personas quienes los cometen [...]. El error y el
objetivo están conectados. El error se debe enteramente a la existencia de
objetivos. El objetivo [entonces puede] ser derrotado.”
Pero tampoco es necesario ir tan lejos para señalar ciertas
incomprensiones, que en algunas ocasiones pueden ser producto de voluntades de
poder enfrentadas, cuando se está intentando imprimir algún sentido a la
historia del Brasil como nación, espacio que al igual que otros, Furtado
luchaba por hegemonizar.
Bernardo Ricupero sintetiza diáfanamente el contexto de la
época:
Además, el objetivo que venía orientando al país desde 1930 había sido solamente uno: el desarrollo basado, sobre todo, en una acelerada industrialización. Subsecuentemente, en la segunda mitad de la década del cincuenta ya no se discute tan apasionadamente lo que es el Brasil, ya que todos parecen imaginar que tienen una idea de lo que era eso. La cuestión ahora era otra: era determinar cuál será el lugar del país en el mundo. Lo que hace que el tema del nacionalismo aparezca con toda la fuerza. [...] se puede decir que, si antes se trataba de establecer la nación, ahora el problema es de determinar cual será el destino de esa nación [20].
También hay que considerar otro ángulo: Furtado es y siempre
ha sido un pensador teórico que arriesga, siempre intentando determinar lo
indeterminado, lo que explica su irreverencia de las fronteras o límites
disciplinarios. Y es por ello que es fácil errar el blanco. Por ejemplo, en el
ámbito local de la lucha por conformar lo que debió ser el destino que Brasil
hubo de tomar, Caio Prado Junior y Furtado forman los ejes centrales. De hecho Economía
colonial en Brasil en los siglos XVI y XVII tiene deudas con Caio Prado
Junior, texto que con ciertas elaboraciones es subsecuentemente incorporado al
libro Formación económica del Brasil y que dio un sentido y
unidad muy particular a Brasil. Pero allí parece haberse agotado algún
tipo de interlocución si es que la hubo. Caio Prado Junior, actualizando la
revisión de la bibliografía histórica sobre el Brasil de uno de sus clásicos
libros, Historia Económica do Brasil [21], hace mención de Formación
económica del Brasil con la siguiente nota:
Interpretación sobretodo monetaria de la historia económica o en las palabras del autor, “análisis de los procesos económicos y no la reconstrucción de los hechos históricos que está detrás de tales procesos” [22].
Puede ser sencillamente ironía de la historia que a quien la
derecha reaccionaria de esa época llamaba: “estructuralista”, “estatizante”, o
“comunista”, haya aparecido junto a los “monetaristas” a quienes combatió y
sigue combatiendo hoy día.
Pero el enigma también obedece a otro factor: es propio del
pensamiento de Celso Furtado: su forma muy específica de evolucionar y
reconstruirse a partir de las derrotas, victorias y/o cambios sociales es el
quid del asunto. Enredos de éste tipo también producen efectos de otra
naturaleza: por ejemplo, véanse los recientes libros en torno a Furtado: todos
los autores, desde los más diversos ámbitos discursivos, además de leerlo, se
leen en él [23]. Inadvertidamente, Joseph Love, dio en el blanco cuando pensaba
que describía la tesis doctoral sobre la economía colonial brasileña: "no
contiene mucho análisis económico formal de cualquier tipo" [24]. Es
precisamente ése el elemento de su concepción “estructuralista de la economía”
que nos ha legado; afortunadamente para los latinoamericanos, Furtado, sin
renegar necesariamente de la geometrización de la “economía”, la cual puede
encontrarse en algunos de sus trabajos, nunca fue seducido por los desbordes
pitagóricos de algunos seguidores de la “economía”. Más bien es un teórico
inusual de la “economía”, por eso su insistencia en los elementos
“interdisciplinarios” de las ciencias sociales así como la importancia de
incluir delimitaciones precisas en términos de espacio y tiempo (geografía e
historia), nociones ausentes en la ortodoxia económica neoclásica que ya huyó
despavorida del “equilibrio general de los precios” para abrazarse de la
“teoría de los juegos” y así intentar desarrollar algún tipo de explicación
específica de los agentes económicos.
De hecho es interesante ver como en la mayoría de los casos
Furtado elude ponerse la camiseta del “economista”, la forma en que toma
distancia, y en general no se considera parte de la tribu. En una entrevista,
allá por agosto de 1978 dice:
Si el economista se refugia en su especialidad, como especialista de los medios del desarrollo, él legará la discusión sobre los fines a otros. Al abordar los problemas más generales no estará siendo menos economista; la verdad es que estará siendo mucho más economista cuando sea capaz de explorar esas otras áreas, en el debate respecto de los fines del desarrollo, y que hoy en día está siendo tratado y aparentemente dominado por otros grupos [25].
Para finalizar, y subrayar una vez más ese aspecto tan
latinoamericanista de su ángulo de mirada, vale la pena describir su colocación
ante el mundo y el para qué del conocimiento a partir de dos pequeños ejemplos,
pasado y presente.
En 1959, en plena lucha por conformar la Superintendencia
para el Desarrollo del Nordeste, Furtado realiza una reseña del clásico libro
de Albert O. Hischman, The Strategy of Economic Development. Una vez que
ha dicho que el autor es un “heterodoxo a su modo” [26], menciona qué de
particular interés son sus observaciones “sobre el problema de la inflación” y
el “desequilibrio de la balanza de pagos en países subdesarrollados”, para
después subrayar que
[...] el hecho de que los profesores de prestigio de universidades como Yale comienzan a reconocer que nuestra inflación tiene causas estructurales, que no es consecuencia apenas de un “mal comportamiento” [...] representa para nosotros una gran ayuda, pues todavía son muchos los economistas con influencia entre nosotros que solamente captan la realidad de este mundo en que vivimos cuando tienen delante de sus ojos un texto en lengua inglesa, editado por una universidad de prestigio. Al analizar ese interesante libro de Hirschman, no podemos dejar de reflectar sobre un punto. Gran parte de lo que está dicho en el libro ya fue dicho y repetido por economistas latinoamericanos. En particular, el análisis de los problemas del desequilibrio externo y la inflación son para nosotros extremadamente familiares [...] Entretanto, el autor casi no cita la bibliografía latinoamericana y en particular las contribuciones de la Comisión Económica para América Latina [...] cabe deducir que existe el propósito de ignorar la contribución del órgano que actuó como auténtico pionero en el campo de los estudios del subdesarrollo y, especialmente, en el análisis e interpretación de las economías latinoamericanas” [27].
Otro botón de muestra aparece en un artículo en torno a la
entrega del premio Nobel a Amartya Sen, donde Furtado nos recuerda que en 1957,
él y Sen estuvieron juntos realizando estudios de posgrado en la universidad de
Cambridge, Inglaterra, para después volver a re-encontrarse con Sen en su casa
en la India a mediados de los años sesenta. Fue entonces que gratamente se percató
que se había equivocado sobre el presagio que él supuso para la vida
intelectual de Sen, o sea, como “uno de
esos talentos de país subdesarrollado destinado a ser cooptado por el mundo
universitario rico de los Estados Unidos de Norteamérica” [28].
Finalmente no está de más señalar que el pensamiento de
Celso Furtado contiene ideas que valen la pena rescatar para responder a
nuestras problemáticas sociales legadas por el fundamentalismo del mercado
neoliberal, por un lado, y por el otro, como también he intentado subrayar, aún
queda mucho positivo por descubrir en su obra relativamente desconocida, y qué
mejor lugar de iniciar la marcha con su primer trabajo histórico, la tesis
doctoral sobre la economía colonial brasileña.
Notas
Notas
[1] Para una descripción detallada del proceso de transición
teórica, véase Carlos Mallorquin. Celso Furtado: um retrato intelectual (São
Paulo, Ed. Xamã, 2003, en prensa).
[2] “La conciencia de la necesidad de conciencia supone un
pensamiento abierto a umbrales como puertas de entrada hacia lo inédito. Y que
se cimenta en una lectura no parametral de la realidad, pues significa
reconocer que lo que acontece, como creación del hombre, es posible de
recrearse.”Necesidad de Conciencia. El Colegio de México/Anthropos, 2002, p.
67.
[3] Algunos hablan de “pasión”. Véase Luiz Carlos Bresser
Pereira, “Método e paixão em Celso Furtado”. In: A grande esperança em
Celso Furtado. Luiz Carlos Bresser Pereira y José Marcio Rego (Orgs.). São
Paulo, Ed. 34, 2001.
[4] “Auto-retrato intelectual”. In: Francisco Oliveira
(Org.). Celso Furtado. São Paulo, Ática, 1983, p. 35.
[5] En uno de sus libros autobiográficos señala: "según
las reglas de la época, mi formación de economista era la de un autodidacta,
[apoyándome] en mi formación jurídica y en estudios especializados de
organización y finanzas públicas." La fantasía organizada. Buenos
Aires, Eudeba, 1988 (primera edición en portugués en 1985, p. 15).
[6] "A estrutura da Comissão do Serviço Civil dos
Estados Unidos". Revista do Serviço Público, año VII, v. I, n. 2,
Brasil, febrero, 1944.
[7] "Notas sobre a administração de pessoal no Governo
Federal Americano". Revista do Serviço Público, año VII, v. III, n.
1, Brasil, julio, 1944.
[8] Rio de Janeiro, Ed. Zelio Valdeverde, 1946.
[9] Ib., p. 21.
[10] “Trajetória da democracia na América". Revista
do Instituto Brasil-Estados Unidos. Rio de Janeiro, 1947.
[11] L’Économie Coloniale Brésilenne (XVIe. et XVIIe.
Siècles): Eléments d'Histoire Economique Appliqués. Universidad de París
(1948).
[12] “Um republicano exemplar”. In: A grande esperança
em Celso Furtado, cit.
[13] “A ‘angustia da influéncia’ em Smith, Hirschman e
Furtado”. In: A grande esperança em Celso Furtado, cit.
[14] A diferencia de Rosa Maria Vieira (“Celso Furtado:
Auto-retrato e retórica”), no creo que esta estrategia sea un acto meramente
retórico; véase en A grande esperança em Celso Furtado, cit.
[15] Véase: “Auto-retrato Intelectual”. In: Francisco
Oliveira (Org). Celso Furtado, cit.
[16] Juarez Guimarães. “A trajetória intelectual de Celso
Furtado”. In: Celso Furtado e o Brasil. São Paulo, Ed. Fundação Perseu
Abramo, 1996, p. 30.
[17]
Harvard U. P., Cambridge, Massachussets, 1971.
[18] Ib., p. 311. Utilizo traducción de Dialéctica del
desarrollo. México, Fondo de Cultura, p. 56.
[19] Dialéctica del desarrollo, cit., p. 56.
[20] Caio Prado Jr. e a nacionalização do marxismo no
Brasil. São Paulo, Editora 34, p. 119.
[21] São Paulo, Ed. Brasiliense, 1993, 40ª edición; aparece
por primera vez en 1945.
[22] Ib., p. 359. Los subrayados son míos.
[23] Véanse los recientes libros sobre Furtado: Celso
Furtado e o Brasil, cit.; A grande esperança em Celso Furtado, cit.
[24]
"Economic Ideas and Ideologies in Latin America since 1930". In:
Leslie Bethell (Org.). Cambridge History of Latin America. v. 6. Cambridge,
Gran Bretaña, 1994, p. 434, nota 127.
[25] "Somos sempre escravos da geração anterior de
economistas". Boletim Ierj, agosto 1978.
[26] A. O. Hirschman. The Strategy of Economic
Develpment, reseña publicada en la revista Econômica Brasileira, 5, n. 1-2
Enero-Junio, 1959, p. 64.
[27] Ib., p. 65.
[28] Celso Furtado. “O futuro da economia”. Folha de
São Paulo, 13 de noviembre de 1999.