Baruch Spinoza ✆ Tekening van Eppo Doeve |
“Spinoza y
nosotros”: esta fórmula manifiesta una inquietud por la contemporaneidad
del filósofo judío holandés, a la vez que significa “nosotros en medio de Spinoza”.
Tratar de sentir y de comprender a Spinoza por en medio. Deleuze insiste
en que cualquiera que quede en medio de Spinoza, que sea arrastrado
irresistiblemente por su pensamiento, puede recibir de él unflash, una
iluminación repentina. ¿Pero qué sería descubrirse spinozista?
El primer principio metafísico de Spinoza expresa:
una sola substancia para todos los atributos, pero también una sola Naturaleza
para todos los cuerpos, todos los individuos, una Naturaleza que es ella misma
un individuo capaz de variar de una infinidad de maneras. Ya no se trata de la
afirmación de una substancia única, se trata del despliegue de un plano común
de inmanencia en el que son todos los cuerpos, almas, individuos.
Ahora bien, ¿cómo define Spinoza un cuerpo? Por un
lado, un cuerpo conlleva siempre una infinidad de partículas: son las
relaciones de reposo y de movimiento entre partículas las que definen el
cuerpo, la individualidad de un cuerpo. Por otro lado, un cuerpo afecta otros
cuerpos distintos o es afectado por ellos; este poder de afectar o ser afectado
define también un cuerpo en su individualidad.
Para Spinoza, los cuerpos y las almas no son
substancias ni sujetos, sino modos. Un modo, una individualidad vital, es una
relación compleja de velocidad y de lentitud en el cuerpo, pero también en el
pensamiento, y es un poder de afectar y de ser afectado, del cuerpo o del
pensamiento. Así, se definirá un cuerpo, un animal o un hombre por su capacidad
de movimientos y de afectos.
La ética de Spinoza no es una teoría de la
moralidad, sino una teoría de los cuerpos y el ritmo en que esos cuerpos se
componen en un plano común, esto es, una teoría de las relaciones de velocidad
y de lentitud, de los poderes de afectar y de ser afectado en este plano de
inmanencia. Para cada individualidad vital, estas relaciones y estos poderes
tienen una amplitud, umbrales, variaciones o transformaciones propios. Y
seleccionan, en el mundo o en la Naturaleza, lo que corresponde a la cosa, o
sea lo que afecta o es afectado por la cosa, lo que mueve o es movido por la
cosa. Así, nunca un animal, una cosa o un hombre, puede separarse de sus
relaciones con el mundo: lo interior es tan sólo un exterior seleccionado,
lo exterior es un interior proyectado; la velocidad o la lentitud de los
metabolismos, de las percepciones, acciones o reacciones se encadenan causalmente
para constituir tal individuo en el mundo. En concreto, la ética de Spinoza es
el estudio de las composiciones de relaciones o de poderes de las cosas; se
trata de saber si las relaciones pueden componerse directamente para formar una
nueva relación más “extensa”, o si los poderes pueden componer directamente
para constituir un poder, una potencia más “intensa”. Se trata de la
constitución de un mundo cada vez más extenso e intenso, de una sinfonía de la
Naturaleza.
Spinoza no define un cuerpo ni por su forma ni por sus
órganos y funciones, ni como substancia o sujeto; lo define por su longitud y
latitud. Un cuerpo puede ser cualquier cosa: una piedra o una montaña, un
animal o un rebaño, una nota musical o una sinfonía, una palabra o una lengua,
una idea o un corpus conceptual, un quark o una galaxia, un individuo o una
sociedad. La longitud de un cuerpo cualquiera es el conjunto de relaciones de
reposo y de movimiento entre partículas que lo componen. Mientras la latitud es
el conjunto de los afectos que satisfacen un cuerpo en cada momento, esto es,
los estados intensivos de una fuerza de existir, de un poder de afección. De
este modo establecemos la cartografía de un cuerpo.
El conjunto de las longitudes y las latitudes constituye la
Naturaleza, esto es, el plano de inmanencia siempre variable, incesantemente
transformado, compuesto, recompuesto por los individuos y las colectividades.
En fin, un plano de inmanencia es un proceso de composición que debe captarse
por sí mismo, a través de lo que se da como una absoluta contingencia.
¿Qué significa pues descubrirse spinozista? Significa una
ética, un anti-juicio: uno ya no juzga. Alguien dice o hace algo, uno ya no lo
comprende bajo una óptica de valores. Más bien se pregunta uno: ¿Cómo hay que
ser para decir o hacer eso? ¿Qué modo de ser implica? Uno busca los modos de
existencia envueltos, y no los valores morales o trascendentes. El punto de
vista de la ética spinozista es: ¿qué puede un cuerpo? ¿de qué afectos es
capaz? ¿qué es lo que puede experimentar? En fin, es preguntarse de qué
experiencia se es capaz, qué soportamos y qué hacemos para volver aquello
contingentemente necesario. “Nadie sabe lo que puede un cuerpo, sin estar
determinado por el alma”. Spinoza dixit.