“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

20/12/12

Spinoza y nosotros en clave deleuzeana

Baruch Spinoza
✆ Tekening van Eppo Doeve
Alfredo Lucero-Montaño

“Spinoza y nosotros”: esta fórmula manifiesta una inquietud por la contemporaneidad del filósofo judío holandés, a la vez que significa “nosotros en medio de Spinoza”. Tratar de sentir y de comprender a Spinoza por en medio. Deleuze insiste en que cualquiera que quede en medio de Spinoza, que sea arrastrado irresistiblemente por su pensamiento, puede recibir de él unflash, una iluminación repentina. ¿Pero qué sería descubrirse spinozista?

El primer principio metafísico de Spinoza expresa: una sola substancia para todos los atributos, pero también una sola Naturaleza para todos los cuerpos, todos los individuos, una Naturaleza que es ella misma un individuo capaz de variar de una infinidad de maneras. Ya no se trata de la afirmación de una substancia única, se trata del despliegue de un plano común de inmanencia en el que son todos los cuerpos, almas, individuos.

Ahora bien, ¿cómo define Spinoza un cuerpo? Por un lado, un cuerpo conlleva siempre una infinidad de partículas: son las relaciones de reposo y de movimiento entre partículas las que definen el cuerpo, la individualidad de un cuerpo. Por otro lado, un cuerpo afecta otros cuerpos distintos o es afectado por ellos; este poder de afectar o ser afectado define también un cuerpo en su individualidad.

Para Spinoza, los cuerpos y las almas no son substancias ni sujetos, sino modos. Un modo, una individualidad vital, es una relación compleja de velocidad y de lentitud en el cuerpo, pero también en el pensamiento, y es un poder de afectar y de ser afectado, del cuerpo o del pensamiento. Así, se definirá un cuerpo, un animal o un hombre por su capacidad de movimientos y de afectos.

La ética de Spinoza no es una teoría de la moralidad, sino una teoría de los cuerpos y el ritmo en que esos cuerpos se componen en un plano común, esto es, una teoría de las relaciones de velocidad y de lentitud, de los poderes de afectar y de ser afectado en este plano de inmanencia. Para cada individualidad vital, estas relaciones y estos poderes tienen una amplitud, umbrales, variaciones o transformaciones propios. Y seleccionan, en el mundo o en la Naturaleza, lo que corresponde a la cosa, o sea lo que afecta o es afectado por la cosa, lo que mueve o es movido por la cosa. Así, nunca un animal, una cosa o un hombre, puede separarse de sus relaciones con el mundo: lo interior es tan sólo un exterior seleccionado, lo exterior es un interior proyectado; la velocidad o la lentitud de los metabolismos, de las percepciones, acciones o reacciones se encadenan causalmente para constituir tal individuo en el mundo. En concreto, la ética de Spinoza es el estudio de las composiciones de relaciones o de poderes de las cosas; se trata de saber si las relaciones pueden componerse directamente para formar una nueva relación más “extensa”, o si los poderes pueden componer directamente para constituir un poder, una potencia más “intensa”. Se trata de la constitución de un mundo cada vez más extenso e intenso, de una sinfonía de la Naturaleza.

Spinoza no define un cuerpo ni por su forma ni por sus órganos y funciones, ni como substancia o sujeto; lo define por su longitud y latitud. Un cuerpo puede ser cualquier cosa: una piedra o una montaña, un animal o un rebaño, una nota musical o una sinfonía, una palabra o una lengua, una idea o un corpus conceptual, un quark o una galaxia, un individuo o una sociedad. La longitud de un cuerpo cualquiera es el conjunto de relaciones de reposo y de movimiento entre partículas que lo componen. Mientras la latitud es el conjunto de los afectos que satisfacen un cuerpo en cada momento, esto es, los estados intensivos de una fuerza de existir, de un poder de afección. De este modo establecemos la cartografía de un cuerpo.

El conjunto de las longitudes y las latitudes constituye la Naturaleza, esto es, el plano de inmanencia siempre variable, incesantemente transformado, compuesto, recompuesto por los individuos y las colectividades. En fin, un plano de inmanencia es un proceso de composición que debe captarse por sí mismo, a través de lo que se da como una absoluta contingencia.

¿Qué significa pues descubrirse spinozista? Significa una ética, un anti-juicio: uno ya no juzga. Alguien dice o hace algo, uno ya no lo comprende bajo una óptica de valores. Más bien se pregunta uno: ¿Cómo hay que ser para decir o hacer eso? ¿Qué modo de ser implica? Uno busca los modos de existencia envueltos, y no los valores morales o trascendentes. El punto de vista de la ética spinozista es: ¿qué puede un cuerpo? ¿de qué afectos es capaz? ¿qué es lo que puede experimentar? En fin, es preguntarse de qué experiencia se es capaz, qué soportamos y qué hacemos para volver aquello contingentemente necesario. “Nadie sabe lo que puede un cuerpo, sin estar determinado por el alma”. Spinoza dixit.