Sigmund Freud ✆ Andy Warhol |
Especial para La Página |
Este es el título de un libro que es, para mí, una pequeña
joya para los interesados en la relación entre psicoanálisis y pedagogía o,
simplemente, por la educación. El título, algo provocador, quiere decirnos
varias cosas: 1) El psicoanálisis no es un método educativo sino que, por el
contrario, es su reverso; 2) Freud era totalmente escéptico respecto a la
pedagogía como ciencia de la educación.
Catherine Millot escribió este libro, difícil de encontrar, a finales de los 90. Es una psicoanalista de formación lacaniana pero poco dogmática y sectaria, que nunca quiso formar parte de una escolástica lacaniana. En el libro hace un recorrido sobre la posición de Freud en el tema de la educación a partir de un análisis muy preciso de sus textos. Inicialmente se inclina por una postura no represiva, después insiste sobre todo en que hay que educar para la realidad y hacerlo en una ética de la verdad. Finalmente se vuelve
más escéptico respecto a cualquier teoría pedagógica y considera que hay que basarse en lo empírico, en lo singular de cada caso. En todo caso hay que evitar polarizarse entre la libertad y la represión. Hay que buscar el punto justo y en cada caso es diferente. Pero hay dos cosas claras : la primera es que no hay que hacerse esperanzas excesivas y la segunda que la prohibición es necesaria porque es la que posibilita el deseo. Educar es prohibir, es decir poner límites, pero no es solo esto.
¿Qué puede aportar el psicoanálisis a la educación?
Directamente nada. Indirectamente mucho. El tratamiento psicoanalítico de
padres y educadores por un lado y de niños, por otro, puede ser muy
interesante. Pero en el segundo caso Catherine Millot se pronuncia a favor de
Melaine Klein y en contra de Anna Freud en su polémica sobre psicoanálisis de
niños y educación. Esta última consideraba que el psicoanálisis tenía, en el
niño, una función educativa. Por ello era imprescindible generar en el niño una
demanda a partir de la cual realizar una transferencia positiva entre él y el
analista. El trabajo de Anna Freud se basa en reforzar el yo y la parte
consciente del niño. Toda una escuela de psicoanálisis, la llamada Escuela del
Yo le ha seguido en su tratamiento de adultos y de niños. Melanie Klein
considera que la transferencia positiva es un obstáculo para el análisis. Catherine
Millot está de acuerdo: el análisis es un trabajo sobre el inconsciente. El yo
es la principal sede de las ilusiones y, por tanto, de resistencia para este
trabajo. El trabajo analítico crea las condiciones para una educación posterior
en el niño que sea menos autoritaria. Le hace desaparecer culpa y angustia y le
posibilita una mejor sublimación. Pero el análisis evita la represión y la
educación se basa en ella. ¿Por qué? Porque es un sumisión del principio del
placer al principio de realidad y se basa en el dominio de las pulsiones.
Ahora bien, hubo una influencia del psicoanálisis en la
política y en la educación basado en el malentendido. En el primer aspecto sus paladines
fueron Wilhelm Reich y Herbert Marcuse, que defendieron una sociedad no
represiva y no patriarcal, con plena libertad sexual. Buscaban una sociedad no
castradora basada en el principio del placer. No entendieron que Freud siempre
defendió la represión y la castración primordial como necesaria. Catherine Millot,
igual que otros psicoanalistas franceses no estrictamente lacanianos como
Françoise Dolto, defendieron lo que llamaron la castración simbólica. Se trata
de la superación del Complejo de Edipo. Pero nos dejemos confundir por los
culturalistas. El complejo de Edipo es un mito que ejemplifica un hecho
universal, que es el paso de la naturaleza a la cultura. Este paso, como mostró
el antropólogo Claude Levi-Strauss, es el que posibilita la prohibición del
incesto. Esta marca la separación de la relación dual entre el niño y la madre,
el Otro Primordial, para tener acceso al Otro simbólico. Este Otro simbólico es
la Ley el Lenguaje, es decir, las mediaciones entre el ser humano y la
naturaleza. Pero el acceso a lo Simbólico solo es posible si lo reconoce el Otro
primordial, la Madre. Si no es así el niño queda atrapado en esta relación, que
es la de la psicosis. Lo que es universal es, entonces, la existencia de una
vía para superar esta relación dual, con lo que el objeto primordial del goce
es un objeto perdido. Esta falta es la que posibilita el deseo. El Padre 8 en
cualquiera de sus formas culturales) da al niño un nombre, una significación a
la pérdida. la sexualidad pasa entonces por el desfiladero del significante, es
decir de la palabra. La sociedad liberada de Marcuse sería un paraíso infantil
donde todo es lúdico. Pero también antipedagogías como la que practicó A.S. Neill
en Summerhill pretendía basarse en el psicoanálisis. De hecho la teoría era
superficial, roussoniana. Pero su carisma hizo que el proyecto, de alguna
manera, funcionase. La clave de Neill, sin él mismo saberlo, es no responder a
la demanda del niño respecto a su propia demanda. Cuando éste le dice "Enséñame
algo" y Neill responde "¿Que quieres aprender?" y el niño
contesta "Lo que quieras", él se va. Hace como el analista que no
responde a la demanda del paciente, deja abierta la demanda para que se
mantenga el vacío a partir del cual aparece el deseo. De esta manera se supera
el registro engañoso de la demanda. Hace así el papel del muerto en el lugar
del ideal del Yo. Este es el sentido del anonimato del analista, que le permite
ser el espejo de los jeroglíficos del deseo del analizado. El educador no puede
hacerlo y si Neill lo hace es por su postura de no enseñar.
Pero sobre el inconsciente no se manda, ni lo hace el
educador sobre el suyo ni tampoco el educado. El trabajo de educador, como el
de político y el del analista son imposibles, ya que se basan en el poder de la
palabra y choca contra la roca del inconsciente.
Catherine Millot introduce también una de las explicaciones
más claras que he leído sobre la dialéctica entre el deseo y la demanda en
Lacan. El deseo se constituye siempre, necesariamente, como deseo alienado. En
primer lugar porque aparece en relación al deseo del Otro (de los padres). En
segundo lugar porque las necesidades pasan por el desfiladero del lenguaje, se
transforman en demanda al Otro. Para que aparezca el deseo del niño estos deben
tener un deseo con respecto al niño. De otra forma se imposibilitaría su
estructuración psíquica. El niño debe formar su Ideal de Yo a partir del deseo
de los padres. Lo que ocurre es que la alienación debe dar paso a una
separación, la que nos permite salir del Ideal del Yo y constituir nuestro
deseo. Si no hay esta separación nos sometemos a la demanda del Otro, nos
identificamos con el Yo ideal. Es la satisfacción narcisista de recibir el amor
del Otro. Pero separarse del Otro no es separarse de la ley simbólica, que es
la que regula las relaciones entre humanos, la mediación que nos permite
reconocer y ser reconocido por el otro como sujeto. Es separarse de la
identificación con este Yo ideal que es la imagen que proyectamos para ser
reconocido por el Otro.
Bajo este planteamiento la labor del educador es imposible,
a menos que quiera formar sujetos obedientes, atrapados en este registro
imaginario.La base de la educación es el amor y éste se basa en una imagen
idealizada del Otro. Aquí está lo contradictorio del que quiere potenciar la
autonomía del sujeto que se educa. En todo caso es el respeto al niño debe
prevalecer. No hay una fórmula : es un arte, es el tacto del profesor, que es
la intuición de los procesos inconscientes del otro.
Pero Freud considera que hay que olvidarse de la educación
como camino a la felicidad. Es este un ideal imposible : porque el goce total
nos es prohibido desde que nos separan del Otro primordial y nos sometemos al
orden del lenguaje y de la ley, al orden simbólico. Es el único camino de la
humanización. El objeto del goce, que es la madre, es un objeto perdido para
siempre. Del vacío que deja surgirá la falta y con ella el deseo.Lo único que
podemos hacer los humanos es, como dice Freud, transformar nuestra miseria
neurótica en un objetivo banal y la impotencia en el reconocimiento de lo imposible.
El psicoanálisis es eficaz cuando levanta las represiones
del niño y para los educadores y padres porque les ayuda a desprenderse del
narcisismo del ideal, ya que lo que quiere hacer el padre o el educador es
convertir el niño en su Yo ideal.