Traducción del inglés
por Ramón Vera Herrera
Hacer predicciones en el corto plazo (para uno o dos años)
es un juego tonto. Hay demasiados vuelcos y giros en el mundo real
político/económico/cultural. Pero podemos intentar hacer afirmaciones
plausibles para el mediano plazo (una década o más) basados en un marco teórico
trabajable, combinado con un sólido análisis pragmático de tendencias y
limitaciones.
¿Qué es lo que sabemos del sistema-mundo en el que estamos
viviendo? Primero que nada, que se trata de una economía-mundo capitalista,
cuyo principio básico es la incesante acumulación de capital. Segundo, que es
un sistema histórico que, como todos los sistemas (desde el universo como un
todo hasta los más mínimos sistemas nanoscópicos), tiene vida.
Surge a la existencia, vive su vida “normal”, de acuerdo con reglas y estructuras que crea, y luego, en cierto punto, el sistema se aparta demasiado del equilibrio y entra en una crisis estructural. Tercero, que nuestro actual sistema-mundo ha sido un sistema polarizante, en el que existe una brecha que crece constante entre los Estados y al interior de los mismos.
Surge a la existencia, vive su vida “normal”, de acuerdo con reglas y estructuras que crea, y luego, en cierto punto, el sistema se aparta demasiado del equilibrio y entra en una crisis estructural. Tercero, que nuestro actual sistema-mundo ha sido un sistema polarizante, en el que existe una brecha que crece constante entre los Estados y al interior de los mismos.
Ahora estamos en una crisis estructural así, y hemos estado
en ella por unos 40 años. Continuaremos en esta crisis por otros 20 a 40 años.
Este es el promedio de tiempo que dura una crisis estructural en un sistema
histórico social. Lo que ocurre en una crisis estructural es que el sistema se
bifurca, lo que esencialmente significa que emergen dos modos alternos para
finalizar la crisis estructural cuando colectivamente se “elige” una de las
alternativas.
La principal característica de una crisis estructural es una
serie de fluctuaciones caóticas fuertísimas de todo –los mercados, las alianzas
geopolíticas, la estabilidad de las fronteras estatales, el empleo, las deudas,
los impuestos. La incertidumbre, en el corto plazo, se vuelve crónica. Y la
incertidumbre tiende a congelar la toma de decisiones económicas lo que, por
supuesto, empeora la situación.
He aquí algunas de las cosas que podemos esperar en el
mediano plazo. Casi todos los Estados enfrentan, y seguirán enfrentando, un
apretón entre la reducción del ingreso y el incremento de los gastos. Lo que
casi todos los Estados están haciendo es reducir los gastos en dos maneras. Una
ha sido recortar (o incluso eliminar) muchísimas de las redes de seguridad que
se han construido en el pasado para ayudar a la gente ordinaria a lidiar con
las múltiples contingencias que enfrenta. Pero hay un segundo modo también.
Casi todos los Estados están recortando las transferencias de dinero a las
entidades estatales subordinadas –las estructuras federativas, si el Estado es
una federación, y los gobiernos locales. Lo que esto hace es simplemente
transferir la necesidad de incrementar impuestos a estas unidades subordinadas.
Si hallan esto imposible pueden ir a la bancarrota, lo que elimina otras partes
de las redes de seguridad (notablemente las pensiones).
Esto tiene un impacto inmediato en los Estados. Por un lado,
los debilita, conforme más y más unidades buscan escindirse si lo consideran
ventajoso económicamente. Pero por otro lado, los Estados son más importantes
que nunca, conforme las poblaciones buscan refugio en las políticas
proteccionistas (mantener nuestros empleos, no los suyos). Las fronteras
estatales siempre han cambiado. Pero hay la perspectiva de que cambien con
mucha mayor frecuencia ahora. Al mismo tiempo, las nuevas estructuras que
vinculan los Estados existentes (o sus subunidades) –tales como la Unión
Europea (UE) y la nueva estructura sudamericana (Unasur)– continuarán
floreciendo y jugando un papel geopolítico creciente.
Los malabares entre los múltiples sitios del poder
geopolítico se tornan mucho más inestables que nunca en una situación en que
ninguno de estos sitios estará en posición de dictar reglas interestatales.
Estados Unidos fue alguna vez un poder hegemónico con pies de barro, pero que
sigue siendo lo suficiente poderoso como para provocar daños por torpeza. China
parece tener la posición económica emergente más fuerte, pero es menos fuerte
que lo que ella misma o los otros piensan. El grado al que se acerquen Europa
occidental y Rusia sigue siendo una pregunta abierta, y sigue estando en la
agenda en ambos lados. El modo en que India juegue sus cartas sigue siendo algo
que en gran media no ha decidido India. Lo que esto signifique para las guerras
civiles como la de Siria, hasta ahora tiene que ver con cómo quienes
intervengan desde fuera se cancelen mutuamente y los conflictos internos se
organicen más que nunca en torno a grupos de identidad fratricidas.
Reiteraré mi postura largamente argüida. Al final de la
década veremos algunas realineaciones importantes. Una es la creación de una
estructura confederada que vincule a Japón a una China (reunificada) y a una
Corea (re-unida). La segunda es una alianza geopolítica entre esta estructura
confederada y Estados Unidos. Una tercera es una alianza de facto entre la
Unión Europea y Rusia. Una cuarta es la proliferación nuclear a una escala
significativa. Una quinta es un proteccionismo generalizado. La sexta es una
deflación mundial generalizada, que puede tomar dos formas –sea una reducción
nominal de los precios o inflaciones rampantes que tienen la misma
consecuencia.
Obviamente, éstos no son resultados felices para casi nadie.
El desempleo mundial aumentará, no va a caer. Y la gente ordinaria sentirá los
pinchazos de forma muy severa. La gente ya ha mostrado que está lista para
responder luchando de múltiples formas, y esta resistencia popular crecerá. Nos
encontraremos en medio de una vasta batalla política para determinar el futuro
del mundo.
Aquellos que tienen riqueza y privilegios hoy no se sentarán
sin hacer nada. Será más y más claro para ellos que no pueden asegurar su
futuro a través del sistema capitalista existente. Buscarán implementar un
sistema que no se base en un papel central del mercado, sino en una combinación
de fuerza bruta y engaño. El objetivo clave es asegurar que el nuevo sistema
garantice la continuación de tres rasgos clave para el actual sistema
–jerarquía, explotación y polarización.
Por otra parte, habrá fuerzas populares por todo el mundo
que buscarán crear una nueva clase de sistema histórico, uno que todavía no ha
existido, uno basado en una democracia relativa y una relativa igualdad. Es
casi imposible de prever lo que significará esto en términos de las
instituciones que el mundo podría crear. Aprenderemos en la construcción de
este sistema en las décadas venideras.
¿Quién ganará esta batalla? Nadie lo puede predecir. Será el
resultado de una infinidad de acciones nanoscópicas emprendidas por una infinidad
de nanoactores en una infinidad de nanomomentos. Y en algún punto la tensión
entre las dos soluciones alternativas se inclinará definitivamente en favor de
una o la otra. Esto es lo que nos brinda esperanza. Lo que cada uno de nosotros
haga en cada momento acerca de cada uno de los puntos inmediatos cuenta. Alguna
gente le llama a esto el “efecto mariposa”. El batir de las alas de una
mariposa afecta el clima de uno al otro extremo del mundo. En ese sentido, hoy
todos somos pequeñas mariposas.