Julio Antonio Mella ✆ Tomás Sánchez |
Aunque normalmente se conmemore el día 10, no es hasta las
dos de la madrugada del 11 de enero de 1929 que moría Julio Antonio Mella en un
hospital mexicano, el mismo en el que fallecería también su compañera Tina
Modotti años más tarde. El revolucionario cubano dejaba atrás una obra sin
precedentes para su corta edad y marcaba el rumbo para un marxismo autóctono,
ajeno a los estrechos dogmas que lastraban al movimiento obrero internacional.
Quizás la mejor cualidad de Julio Antonio haya sido la
herejía, primero contra el papel burgués que se esperaba de un joven de su
clase, luego contra el mayor dictador que había sufrido Cuba hasta entonces y
finalmente contra los esquemas que se autoimponía el propio movimiento
comunista. En su tiempo el movimiento obrero internacional respondía
expresamente a las orientaciones procedentes de Moscú, por lo tanto la creación
de un marxismo latinoamericano y cubano aunque imprescindible, contradecía
directamente la
política vertical de la Internacional Comunista. Mella fue testigo de esto.
política vertical de la Internacional Comunista. Mella fue testigo de esto.
Lejos del estereotipo de militante ortodoxo y disciplinado,
nunca acató las normas que no consideró factibles y esto le conllevó numerosas
dificultades, quizá el primer encontronazo fue su expulsión del partido
comunista. En un caso de increíble falta de previsión política los cubanos
expulsaron deshonrosamente a su miembro de más renombre, irónicamente la razón
de su expulsión era a la misma vez la primera victoria que obtenía el pueblo
cubano en su lucha contra el tirano: la huelga de hambre con la que Mella
desafió a Machado.
El joven tuvo que marcharse a México para huir de la
represión machadista, allá el partido azteca lo recibió con los brazos abiertos
pese a las misivas que llegaban desde Cuba calificándolo como “perfecto y
descarado saboteador de los ideales comunistas”, llegó incluso a sustituir
temporalmente al secretario general en 1928.
Luego del VI Congreso Mundial de la Internacional Comunista
comenzó una tendencia ultraizquierdista que no tardaría en llegar a América
Latina, con esta el estalinismo terminaría por dominar todos los aspectos del
movimiento comunista en el orbe. Mella no era muy ortodoxo en su proceder, en
Moscú pudo tener contactos con la Oposición de Izquierda, en sus escritos
calificó a Trotsky como “poderoso ejemplar de la raza humana” mientras omitía
continuamente Stalin. Si tenemos en cuenta que la limpieza interna contra el
“peligro de derecha” durante la década del treinta sería con sangre, no es vano
especular que quizás el joven cubano no la hubiera sobrevivido.
El pensamiento de Mella integró la vertiente marxista
clásica con el pensamiento antimperialista martiano, buscando al igual que su
contemporáneo Mariátegui, una creación heroica con características propias. Los
últimos días del joven cubano son muestra de la imposición de una corriente de
pensamiento con tintes estalinistas sobre el marxismo autóctono que proclamaban
Mella y Mariátegui.
Antes de morir se planteó la renuncia al partido comunista
mexicano, optó por la lucha armada a contrapelo de que esta era mal vista por
Moscú y para ello creó la ANERC, una organización con membresía supraclasista
que también contradecía las indicaciones de la Internacional Comunista.
Teniendo esto en cuenta no es muy difícil precisar el rumbo que tomaba el
revolucionario cubano.
La herejía que simbolizaba Mella en Cuba, tanto como
Mariátegui en el Perú, vio su declinar con la muerte de ambos. La fecha del 11
de enero de 1929 fue uno de los hitos que provocó que el marxismo “profesional”
sustituyera al marxismo creador y comenzara la época de los apparatchik en América Latina. El
epílogo lo veríamos a finales de siglo, cuando la línea ortodoxa del movimiento
comunista terminaría fracasando y el camino del socialismo autóctono tendría
que ser retomado. La herejía terminaría por demostrar su validez.