Especial para La Página |
Al
revisar la historia de América Latina, emergen una serie de hombres que desde
diferentes posturas ideológicas han pasado a la inmortalidad. Hugo Chávez Frías
es la figura que en este momento reclama tan alta dignidad. Desde Salvador
Allende a Juan Domingo Perón, muchos han sido los nombres que iluminan el
panteón de América. Es claro que sus siluetas trascienden la contingencia, su
estatura no se funda en el juicio administrativo de una gestión sino en el
alcance de sus sueños, en la inmensidad de sus anhelos. El
comandante Chávez se inscribe, por derecho propio, entre estos grandes hombres
de América Latina y lo hace de la mano del gran Simón Bolívar.
Lo que hace inmortal a estos inmortales es, precisamente, su reclamo histórico-moral por los más desposeídos, su lucha política por los pobres. Esta identificación profunda entre un líder y su pueblo es la alquimia secreta que va más allá de lo propiamente histórico. No se trata de subsidios o cosas, se trata de un amor profundo de un hombre hacia el pueblo que lo vio nacer. Entender este misterio es comenzar a entender la inmensidad de Hugo Chávez.
Lo que hace inmortal a estos inmortales es, precisamente, su reclamo histórico-moral por los más desposeídos, su lucha política por los pobres. Esta identificación profunda entre un líder y su pueblo es la alquimia secreta que va más allá de lo propiamente histórico. No se trata de subsidios o cosas, se trata de un amor profundo de un hombre hacia el pueblo que lo vio nacer. Entender este misterio es comenzar a entender la inmensidad de Hugo Chávez.
Su
nombre, sus palabras inspiradoras y su imagen estarán presentes por decenios en
la Venezuela del mañana. Como en un bolero, se ha producido el encuentro de
amor y muerte entre un hombre y su pueblo. No se trata, como sostienen algunos,
de un mesías ni de un mito, se trata de un luchador social que inscribió su
nombre a sangre y fuego en los corazones de la gente sencilla. Lo hizo con
palabras sencillas, mostrando que la idea de dios, cuando es genuina, está en
el seno de los pobres. Lo que Hugo Chávez le entregó a su pueblo y a toda
América Latina se resume en una sola palabra: Dignidad.
Pocas
veces, un líder es capaz de entregar un sentido histórico de dignidad a
millones de personas en diversas latitudes, pues bien, a su modo, el presidente
Hugo Chávez Frías ha sido capaz de esta inmensa misión. Por ello, justamente,
este venezolano de excepción es inolvidable para todos los pueblos de nuestra
región. Su decidida oposición ante los poderosos del mundo, su voz inspirada en
Bolívar le da una profundidad y un espesor de siglos a su discurso. Aunque a muchos
les parezca pura retórica o populismo, el mensaje bolivariano de Hugo Chávez
es, ante todo, un mensaje espiritual y, por ende, histórico y político.
Entre
las muchas sutilezas de su discurso, hagamos notar la congruencia entre el
mensaje evangélico con aquél de un socialismo de nuevo cuño. Un socialismo que
supera de impostura de la Guerra Fría para instalarse como una semilla en la
América Profunda, Indo-Afro-Hispanoamérica. Por eso, su
partida es dolorosa para todos, desde México hasta Chile. Hugo Chávez es una
respuesta más a la pregunta sempiterna… ¿qué hace inmortal a los
inmortales? El compromiso y la
honestidad frente a nuestros pueblos para luchar por la dignidad de los que
sufren en toda la extensión de nuestra Patria Grande.