“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

2/4/13

El silencio de Martin Heidegger

Martin Heidegger ✆ Gato Teo
Jacques Derrida

A menudo se cree en Alemania -y a veces también en Francia- que Beaufret y sus amigos habrían tomado posesión de toda la herencia de Heidegger. Esto no es así. En mi caso, se trata de alguien que estudió después de la guerra, en los años 1948-1952, de alguien que no estuvo de acuerdo con Beaufret y que se interesó por Heidegger sólo a partir de Sartre y Merleau-Ponty; que comenzó a leer al propio Heidegger y empezó a emanciparse de la comprensión de Heidegger y Husserl que tenían Sartre y Merleau-Ponty, siempre sin Beaufret.

Pero tampoco querría que se desconozca -y me siento tanto más libre de decir esto, en cuanto que yo mismo he sido muy crítico de la interpretación de Heidegger de Beaufret- que Beaufret al menos estudió literalmente la obra de Heidegger
y no fue una apropiación rápida al estilo de Sartre y Merleau-Ponty, poniendo una atención en ella, que no fue simplemente negativa.

Luego, en los últimos veinticinco años, tuvieron lugar otras versiones a partir de Philippe Lacoue-Labarthe, Jean-Luc Nancy y de mis propios trabajos, que no estuvieron ni bajo la influencia de MerIeau-Ponty, ni de Sartre, ni de Beaufret. Para el que lee atentamente no hay dudas de que estas versiones denotan también, en modos diferentes, un interés en la dimensión política de los textos, y que evidencian un antiguo recelo que no se limita a los documentos de orden extra-filosófico, que naturalmente ya teníamos a disposición desde 1960-1962.