“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

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11/3/16

L’ordine del discorso filosofico: Bourdieu, Derrida, Foucault

Michel Foucault ✆ David Levine
Jacques Derrida ✆ David Levine
Pierpaolo  Cesaroni   /   Cosa significa considerare la filosofia nella sua dimensione di discorso, nel senso determinato che Michel Foucault attribuisce al termine? Affrontare questo tema non consente solamente di chiarire il senso del lavoro filosofico svolto da Foucault, ma anche di affrontare più generalmente cosa possa significare oggi fare filosofia e come continuare a farla. Il testo più utile a questo fine è la risposta che Foucault indirizzò al saggio di Jacques Derrida Cogito e storia della follia contenuto in La scrittura e la differenza (1967). La risposta di Foucault ha due versioni, entrambe scritte nel 1972: quella più nota fu pubblicata in appendice della seconda edizione di Storia della follia, con il titolo Il mio corpo, questo foglio, questo fuoco; una seconda versione, che verosimilmente è stata scritta per prima, fu invece pubblicata, nello stesso anno, nella rivista giapponese Paideia con il titolo Risposta a Derrida [1]; la rilevanza di questo testo consiste nel fatto che si apre con alcune pagine estremamente interessanti eliminate nella redazione successiva. 

15/10/14

El ser vecino | Otra vez sobre ‘Los Orígenes del Hombre’ de Jacques Derrida

Jacques Derrida ✆ Shigeru Ito
Javier Agüero Águila
Derrida apunta de entrada en el texto Les fins de l’homme (1972) (Los fines del hombre), que después de la segunda guerra mundial se habría instalado en Francia, bajo el nombre de existencialismo, un tipo de pensamiento y filosofía que se entendía y proponía como humanismo. Sin embargo, esta tradición incipiente y novedosa, habría remplazado la noción de hombre por la de realidad humana, desestimando con este gesto a toda la tradición de un humanismo metafísico e imponiendo una terminología neutra, sin una verdadera preocupación ontológica y tendenciosamente descriptiva[1]. Se pretendía, con este desplazamiento de las consideraciones metafísicas sobre el hombre y su naturaleza, arraigar una suerte de humanismo que se concentrara en la unidad del hombre, en aquellas características históricas –ónticas- que describirían una realidad humana de la presencia. Derrida señala: “a pesar de esta pretendida neutralización de las pretensiones metafísicas, es necesario reconocer que la unidad del hombre no es, en ella misma, interrogada”[2].

2/4/13

El silencio de Martin Heidegger

Martin Heidegger ✆ Gato Teo
Jacques Derrida

A menudo se cree en Alemania -y a veces también en Francia- que Beaufret y sus amigos habrían tomado posesión de toda la herencia de Heidegger. Esto no es así. En mi caso, se trata de alguien que estudió después de la guerra, en los años 1948-1952, de alguien que no estuvo de acuerdo con Beaufret y que se interesó por Heidegger sólo a partir de Sartre y Merleau-Ponty; que comenzó a leer al propio Heidegger y empezó a emanciparse de la comprensión de Heidegger y Husserl que tenían Sartre y Merleau-Ponty, siempre sin Beaufret.

Pero tampoco querría que se desconozca -y me siento tanto más libre de decir esto, en cuanto que yo mismo he sido muy crítico de la interpretación de Heidegger de Beaufret- que Beaufret al menos estudió literalmente la obra de Heidegger

13/7/12

México / ¿La pérdida de la esperanza es imperdonable?

Amapola  Petra Rau
José Cueli

Lo imperdonable del proceso electoral mexicano es la pérdida de la esperanza. La pérdida de la esperanza de una juventud que parece no creer en nada. Es así que a los mexicanos, como el Quijote, la esperanza (recordarnos aquí el verso de Tomás Segovia sobre la espera, Ceremonial del moroso) consiste en la sustancia de las cosas que esperan. Espera que consiste en aceptar lo que se tiene. Revestir la vida de espíritu, de ese espíritu espoleado por el anhelo de su categórica intuición creadora: El ser existe y es fluir del tiempo. Y es más, sólo el ser existe.

Ante la complejidad, confusión y la pelea en torno a las elecciones presidenciales, recurro a Jacques Derrida en su teoría sobre el perdón en que opta por abordar el concepto mismo de perdón en sentido colectivo. En el que “la lógica y el sentido común concuerdan por una vez en la siguiente paradoja: ¿Es preciso, a partir del hecho de existir lo imperdonable de que no es acaso lo imperdonable lo único a perdonar? ‘¿Lo único que invoca el perdón?’ Si sólo se estuviera dispuesto a perdonar lo que parece perdonable, lo que la Iglesia llama el ‘pecado venial’ entonces la idea misma de perdón se desvanecería. Si hay algo a perdonar sería lo que en lenguaje religioso se llama el pecado mortal, lo peor, el crimen o el daño irreparable, imperdonable”.

El concepto jurídico de imprescriptible no equivale en lo absoluto al concepto no jurídico de lo imperdonable. ¿Qué significa el concepto de perdón? ¿De dónde viene? ¿Se impone a todos y a todas las culturas? ¿Puede ser trasladado al orden de lo jurídico? ¿De lo político? ¿Y en qué condiciones? ¿Pero, en ese caso, quién lo concede? ¿A quién? ¿Y en nombre de qué, de quién? Derrida es entrevistado en torno del tema por Michael Wieviorka y esa entrevista se encuentra en el libro El siglo y el perdón (Ediciones de la Flor, Argentina, 2003). Allí Derrida dice que “en principio”, no hay un límite para el perdón, no hay medida, no hay moderación, no hay ¿hasta dónde? En palabras del filósofo, el hecho de medir el perdón se ha complicado aún más, “porque se mantiene el equívoco principalmente en los debates políticos que reactivan y desplazan hoy esta noción, en todo el mundo”.