“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

12/4/13

Sobre Nietzsche, la política y la democracia

Luis Roca Jusmet

Especial para La Página
Hace ya bastante tiempo, Nicolás González Varela escribió un texto en Rebelión. Afirmaba que el proyecto de Nietzsche se podía calificar como político y además como claramente reaccionario. Yo le contesté cuestionándole que a partir del libro al que se refería (El nacimiento de la tragedia), pudiera sacar esta conclusión. González Vera me contestó de manera prepotente y despectiva, tratándome de " profesor universitario que quiere seducir a sus alumnos explicando un Nietzsche idealizado". N.G.V. buscó además un texto que había escrito hacía un tiempo en Rebelión ("Nietzsche y la política") y lo quiso desmontar punto por punto. La verdad es que no soy un profesor universitario, ni pretendo seducir a nadie con Nietzsche, ni siquiera había escrito el artículo con fines académicos.
Era un ensayo basado en mis lecturas (que las había hecho a fondo, por cierto) de Nietzsche y de algunos filósofos críticos que lo utilizaban en el sentido que criticaba N.G.V. Yo le contesté y N.G.V. volvió a atacarme, de manera agresiva y poco dialogante. Finalmente acabé la polémica, porque tengo otras cosas que hacer que discutir sobre Nietzsche. Finalmente, González Varela publicó el libro que me ocupa en la editorial Montesinos, de mi amigo Miguel Riera, con el que colaboro en El Viejo Topo. No sólo esto, sino que Salvador López Arnal, al que respeto mucho personal, intelectual y políticamente, le hizo una entrevista en dicha revista. Como luego me confirmó personalmente, a Salva le pareció un libro imprescindible. 

Aunque no iría a tomar un café con N.G.V., me pareció que sí valía la pena leer el libro Su título era claro: Nietzsche contra la democracia. El pensamiento político de Friedrich Nietzsche (1862-1872). Mi conclusión es ambivalente: en parte me ha gustado y en parte no.

Empezaremos por los aspectos que valoro positivamente. Me ha gustado, en primer lugar, como ejercicio de sociología de la filosofía. Me parece que es muy necesario este trabajo en la línea apuntada por Randall Collins y que en nuestro país realizan filósofos como Francisco Vázquez García o José Luis Moreno Pestaña. Pienso que una filosofía se ha de contextualizar biográfica y socialmente, es decir, históricamente. En segundo lugar González Varela realiza un análisis muy riguroso y documentado de los análisis y posiciones de Nietzsche frente a los acontecimientos políticos de su tiempo. Postura que es inequívocamente reaccionaria, es decir, contraria a los movimientos emancipatorios de los trabajadores.

Lo que no me ha gustado es que González Varela fuerza complemente los hechos para confirmar su hipótesis. ¿Cuál es su hipótesis? Que Nietzsche es básicamente un filósofo político que mantiene una unidad sistemática en su obra, de un carácter explícitamente reaccionario. Que esta unidad sistemática la conforma es el período estudiado (1862-1872) y que posteriormente endurece y radicaliza sus planteamientos. En realidad lo único que prueba el autor es lo que he dicho anteriormente, aunque tampoco en la manera exagerada que lo hace. Es decir, que aunque queda claro que Nietzsche está informado e interesado por la vida política y que se define siempre en términos reaccionarios, lo que no resulta evidente, como afirma con rotundidad N.G.V. es que esta sea su preocupación filosófica fundamental. Pero aun aceptando esta afirmación no podemos extenderla al período más fecundo e interesante de Nietzsche, que es el que va de 1882 a 1888. Lo que hace González Varela es seleccionar los fragmentos que le interesan de algunos libros de esta época, básicamente La Genealogía de la moral y El Anticristo. Justamente las partes que me parecen menos interesantes de estos dos libros de su época y que no son, para mí, los mejores. Me parece que los más son sugerentes y fecundos son los que no cita o lo hace muy coyunturalmente: La gaia ciencia, El crepúsculo de los dioses y Más allá del bien y el mal. Igualmente me parece imprescindible Así habló Zatatustra, texto fundamental al que prácticamente no se refiere. Lo que se puede comprobar leyendo con atención estos últimos libros, es que el proyecto de Nietzsche es la transformación radical de todos los valores. Proyecto que no es político, sino cultural. Lo cual no quiere decir que no tenga implicaciones políticas. Pero hay, más allá de ellas, un análisis sobre múltiples aspectos de la cultura y la sociedad en la que vive: el conocimiento, el lenguaje, las creencias, las normas, los valores.... También hay una apuesta ética que me parece muy interesante. Y la ética no se reduce a la política. Como bien afirma González Varela la política es una teoría sobre los medios y los fines del Estado. Por lo menos en la época moderna. Aquí el autor cita a varios filósofos que inician estas reflexiones pero se olvida del primero y uno de los fundamentales, Maquiavelo, del que hubiera sido muy productivo hablar. Pero la vida humana es, aparte de la política, una ética. Como dice Paul Ricoeur la finalidad de la vida humana es "vivir y convivir bien, en el marco de las instituciones justas". Pero Nietzsche también habla de este vivir bien. De lo que es una apuesta trágica por la vida. De prácticas transformadoras del sujeto en el sentido que más parte apuntará Michel Foucault (al que definirá de una manera bastante ridícula el autor del libro, como "un gran archivista"). 

Pero lo que podemos aprender de Nietzsche no le interesa al reduccionista N.G.V. Él, a lo suyo. En la línea de inquisidores como Víctor Farías. Gente que empieza aportando documentos pero que acaban obsesionados por la descalificación de un filósofo. También pasa de puntillas por la ruptura con Wagner, por su decepción de la cultura alemana, su desprecio a los movimientos antisemitas o su admiración por la cultura francesa (contraria a la francofobia de la que nos habla en el libro).

El estilo pedante de González Varela me conduce a precisar muchos de sus errores. Por ejemplo, decir que David Hume era un político conservador porque planteaba un sufragio para propietarios. Esto es no entender lo que fue el liberalismo, que desde Locke plantea un sufragio censatario. Otros eran los conservadores. Precisamente toda la genealogía de la moral de Nietzsche está orientada contra los herederos de Hume. También es muy parcial, porque le interesa, González Varela al hablar de la enorme influencia de Platón sobre Nietzsche. Por supuesto que existió pero fue muy ambivalente, porque Nietzsche lo defiende en un sentido y lo critica radicalmente en otro. Porque el enemigo de Nietzsche no es solo el igualitarismo, es sobre todo el espiritualismo y la moral cristiana. Igualmente es dudoso afirmar con tanta contundencia que Nietzsche no leyó directamente a Goethe o a Spinoza. En concreto en la correspondencia de Nietzsche se nota un conocimiento bastante claro y preciso de lo que decía Spinoza, como apunta su tan odiado Deleuze. Es totalmente erróneo, por otra parte, referirse a Platón como un filósofo profesional. En primer lugar porque es dudoso que el término sea correcto para hablar de tiempos anteriores al S.XVIII-XIX. Pero sobre todo porque, como bien ha argumentado el gran filósofo e historiador de la filosofía Pierre Hadot, hasta finales del helenismo no se entendía la filosofía como trabajo sobre textos. Los filósofos planteaban formas de vida, que discutían en centros como, por ejemplo, la Academia.

González Varela parece odiar a los profesores universitarios, aunque cae en un academicismo excesivo, citando múltiples fuentes secundarias en cada afirmación. Aunque se olvida, por ejemplo, de dos de los filósofos que iniciaron esta lectura que él critica, que fueron Bataille y Klosowski.

El libro debe ser leído, sin duda, por los interesados en Nietzsche o en la sociología de la filosofía. Que cada cual diga sus reservas si las encuentra: yo ya he dicho las mías.