En su cine tiene lugar una representación del ser humano en
la que éste es objeto tanto de burla como de compasión, un espectáculo del
absurdo inspirado en el show de clowns y freaks propios del mundo del
circo. Todo esto evocado
mediante complicadísimas composiciones escénicas corales, acompañadas por la particular música que, para todas sus obras hasta 1978, compuso el maestro Nino Rota.
mediante complicadísimas composiciones escénicas corales, acompañadas por la particular música que, para todas sus obras hasta 1978, compuso el maestro Nino Rota.
Según el propio director, su cine trata de ilustrar aquellos aspectos
de su propio ser que le resultan inteligibles. Resultaría inútil tratar de
desgranar racionalmente cada elemento simbólico presente en sus películas. El
cine de Fellini es misterio, y tratar de iluminarlo conlleva la pérdida de su
propia esencia.
Su estilo cinematográfico está dotado también de una artificialidad
muy acusada que lo acabó alejando del neorrealismo, debido a que solía rodar en
los estudios Cinecitta y nunca hacía uso del sonido directo. Estos
recursos le otorgaban plena libertad creativa, permitiéndole plasmar en el
celuloide su mundo mental con mayor fidelidad. Cumplen además una finalidad
metalingüística, ya que indican de forma intrínseca al espectador el carácter
ficticio del contenido que está viendo. Fellini es por tanto, en sus propias
palabras, un “mentiroso, pero sincero”. Difunde mentiras en sus discursos
previniendo de ello al público.
20 años después de su fallecimiento, sus películas no han
sido superadas por el domesticado cine europeo contemporáneo en lo
que a creatividad y vanguardismo se refiere. Su cine supone una aportación
fundamental a la descripción de la sociedad europea del siglo XX, el retrato
que realizó de las miserias causadas por el fascismo, la moral cristiana y la
sociedad de consumo continúa lúcido y vigente en la actual Europa del
capital.
Tres ferias de celuloide
La revelación: 'La
dolce vita' (1960) Película de tintes autobiográficos en la que
Fellini retrata con dureza el ambiente de las celebridades y el mundo del
espectáculo en Roma. En esta película inició su colaboración con Marcello
Mastroianni. El simbolismo propio del universo felliniano comienza a tomar
forma en esta cinta en la que, a su vez, comienzan a aparecer personajes
arquetípicos cuya presencia será habitual en su obra.
El caos: 'Fellini
ocho y medio' (1963) Tras el éxito de La dolce vita, Fellini entró en
una crisis personal, presionado por conflictos con sus productores asociados y
por periodistas que profetizaban una crisis creativa. En medio de este caos
decidió embarcarse en una aventura sin rumbo que acabó derivando en Fellini 8
½, un retrato intimista de ese periodo confuso que estaba atravesando en el que
comenzó a profundizar en su propio mundo mental.
El recuerdo: 'Amarcord'
(1973) El director vuelve a sus orígenes en Rímini para retratar los
periodos de su infancia y adolescencia. La película traza una visión
caricaturesca del entorno rural en la Italia fascista de los años 30 a través
de los diversos personajes que pueblan una región vagamente situada en el
espacio y el tiempo. El título viene de “a m’acord”, que en el dialecto de la
zona significa “yo me acuerdo”.
El 31 de octubre de 1993 fallecía Federico Fellini a la edad
de 73 años. Un derrame cerebral sumió en la oscuridad la mente de un cineasta
cuya aportación al lenguaje cinematográfico podría compararse, en el lenguaje
pictórico, con la de figuras como Miguel Ángel o Van Gogh. Junto a Michelangelo
Antonioni, Fellini constituye el pilar fundamental del nuevo cine
italiano.
Nació en Rímini, un pequeño pueblo con balcón al Adriático
donde vivió hasta los 17 años. Se trasladó después a Roma, donde vivió el resto
de su vida. En los primeros años allí, subsistió como periodista y
dibujante de caricaturas y tiras cómicas en diversas revistas de humor, hasta
que conoció a Roberto Rossellini, con el que comenzó su carrera como guionista
en títulos como 'Roma, Ciudad Abierta' (1945) y 'Paisa' (1946). Sus vivencias
tanto en Rímini como en la ciudad, fueron retratadas a lo largo de su obra y
mezcladas con otras fruto de su imaginación, dificultando a sus biógrafos la
fijación del límite concreto entre el recuerdo y la fantasía.
El universo felliniano, el Fellini creador es hijo
directo del neorrealismo italiano, esta influencia resalta especialmente en
films de su primera etapa en los años 50 como 'Los Inútiles' (1953), o 'La
Strada' (1954). Pero no será hasta Fellini 8 ½ (1963) donde tendrá lugar el
punto de inflexión en su filmografía, en la que tomó forma definitiva el
llamado universo ‘felliniano’.'
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