“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

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18/9/15

Diego Rivera y el compromiso del artista

El hombre controlador del Universo Diego Rivera
Recreación de 'El hombre en la encrucijada', mural destruido
antes de su conclusión en el Rockefeller Center de New York
José María Herrera   |   A principios de 1934, una cuadrilla de operarios pertrechados con martillos y cinceles entró en el vestíbulo principal del Rockefeller Center de Nueva York, retiró la lona que cubría  el mural que había pintado Diego Rivera y lo echó abajo. La destrucción fue precedida por una fuerte polémica. Los adeptos del artista pretendían que el trabajo debía preservarse a toda costa, fuera cual fuera su contenido ideológico. Los adversarios consideraban un atropello que el mexicano hubiera alterado el proyecto pactado con los dueños del inmueble y reivindicaban el derecho de estos a hacer con la obra lo que juzgasen más oportuno. Al conocer la noticia de la demolición, el pintor declaró que la posteridad pondría a cada cual en su lugar y que algún día la verdad de su concepción se haría patente al mundo.

Rivera había conocido en Moscú, durante las fiestas de conmemoración del décimo aniversario de la revolución, a dos directivos del Museo de Arte Moderno de Nueva York que lo invitaron a presentar una exposición individual. La muestra, la segunda de la institución, se celebró a finales de 1931 y fue un éxito. Se exhibieron ocho murales móviles, cinco basados en viejas obras y tres inspirados en la experiencia neoyorquina del pintor, quien se sintió aturdido por la riqueza de la ciudad y los efectos de la depresión económica. 

18/1/15

El hombre en la encrucijada | Diego Rivera y el compromiso del artista

Fondos congelados ✆ Diego Rivera
José María Herrera  
A principios de 1934, una cuadrilla de operarios pertrechados con martillos y cinceles entró en el vestíbulo principal del Rockefeller Center de Nueva York, retiró la lona que cubría  el mural que había pintado Diego Rivera y lo echó abajo. La destrucción fue precedida por una fuerte polémica. Los adeptos del artista pretendían que el trabajo debía preservarse a toda costa, fuera cual fuera su contenido ideológico. Los adversarios consideraban un atropello que el mexicano hubiera alterado el proyecto pactado con los dueños del inmueble y reivindicaban el derecho de estos a hacer con la obra lo que juzgasen más oportuno. Al conocer la noticia de la demolición, el pintor declaró que la posteridad pondría a cada cual en su lugar y que algún día la verdad de su concepción se haría patente al mundo.

Rivera había conocido en Moscú, durante las fiestas de conmemoración del décimo aniversario de la revolución, a dos directivos del Museo de Arte Moderno de Nueva York que lo invitaron a presentar una exposición individual. La muestra, la segunda de la institución, se celebró a finales de 1931 y fue un éxito. 

27/4/14

Tres revolucionarios alrededor de una Hembra-Alfa

  • El poeta francés más importante de los años treinta, el líder ruso perseguido por medio mundo y el mítico pintor mexicano convivieron en la célebre Casa Azul de Coyoacán, donde fueron cómplices...
 Jordi Soler  |  “No me acuerdo de haber vivido en otro sitio; los que dicen que me conocieron deben estarse equivocando”; aseguraba el poeta francés André Breton, en uno de los inquietantes ensayos de su primer libro Les pas perdus (Los pasos perdidos, 1924). Breton era poeta y prosista salvaje, y también era el padre de la escritura automática, esa prosa altamente poética que se ejecutaba sin la intervención de la conciencia. Además era el jefe de las filas del grupo Surrealista. La escritura automática, esa técnica que con tanto ímpetu practicaba y que le dio para escribir libros automáticos completos fue, más que descalificada, afeada por Octavio Paz y por el doctor Sigmund Freud, que se había erigido, y así era visto por todo el mundo, como el guardián del subconsciente. Breton insistía en que el Surrealismo era un movimiento artístico democrático y sin jefes, y sus integrantes suscribían esto mismo, pero con un importante matiz: todos somos jefes en el movimiento Surrealista —decían— pero André Breton es más jefe que todos.

25/4/13

Diego Rivera & José Martí: Arte y pensamiento

    Sueño de una tarde dominical ...
    ✆ Diego Rivera (Detalle)
     
  • El investigador e historiador mexicano, Adalberto Enrique Santana, dijo que esto se observa en el mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”.
Diego Rivera (1886-1957) no sólo fue un gran muralista, sino un personaje que se identificó con la ideología de José Martí (1853-1895) y el sandinismo, además de haber sido un latinoamericanista consumado, militante comunista y personaje que creía en el socialismo, aseguró anoche el investigador e historiador mexicano Adalberto Enrique Santana Hernández. Previo a una charla que ofreció en el Museo Mural Diego Rivera, en esta ciudad, el director del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM destacó la importancia de José Martí en la obra del muralista mexicano.

Sostuvo que el político republicano, democrático, pensador, periodista, filósofo y poeta cubano de origen español está presente en la obra del artista guanajuatense, como en el mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central.