“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

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14/10/14

El joven Picasso, mirando las barracas de Pekín

Autorretrato, 1896 ✆ Pablo Picasso
Higinio Polo
En la larga vida de Picasso, Barcelona ocupa un pequeño espacio: apenas nueve años, entre 1895, cuando llega con su familia, y 1904, cuando se va a París para siempre, aunque él no lo supiese entonces. Sin embargo, aunque no son muchos, esos años de juventud forjan una mirada y son una educación sentimental que le acompañará a lo largo de toda su existencia. Esa época, ha sido recogida en una pequeña muestra en el Museo Picasso barcelonés con el título Paisatges de Barcelona, que ilustra el libro que publicó Claustre Rafart, con el título Els paisatges de la Barcelona de Picasso, aunque el pintor no fue, en modo alguno, un paisajista.

Cuando Picasso llega a Barcelona, descubre la ciudad moderna, en ebullición durante la regencia de María Cristina, poco antes del asesinato de Cánovas por el anarquista Angiolillo, y con Sagasta dirigiendo consejos de ministros en una España en decadencia pero a cuyos gobiernos no les tiembla la mano en la represión de los movimientos obreros y populares, que pasará por la pérdida de las colonias y el atentado contra Antonio Maura protagonizado por otro anarquista, Joaquín Miguel Artal, que le clavó un cuchillo en el pecho al presidente del gobierno ante la entrada principal de la basílica de la Mercè, justo al lado de la casa donde vivía el joven Picasso con su familia.

27/9/13

Balzac, “La obra maestra desconocida”: Frenhofer, Paul Cézanne, Arnold Schönberg & Picasso

Honoré de Balzac ✆ Aude
Juan Forn  |  Mientras todos sus colegas impresionistas triunfan en París, Paul Cézanne se refugia en Aix, es el viejo loco al que apedrean de lejos los niños del pueblo. Un día recibe en su casa a un aspirante a coleccionista llamado Vollard. El visitante le comenta que acababa de leer un cuento perdido de Balzac entre la montaña de novelas que escribió el autor de La Comedia Humana. El cuento se llama “La obra maestra desconocida”, dice el joven Vollard. Y se apresta a contar de qué trata cuando el viejo pintor se pone de pie tirando la silla al piso, se señala el pecho con los ojos llenos de lágrimas, murmura “Frenhofer soy yo” y abandona la habitación.

“La obra maestra desconocida” es un cuento de pintores. Dos de sus tres personajes eran reales y Balzac los usó con sus propios nombres (Poussin y Porbus), pero inventó un tercero, el tal Frenhofer. La historia es así: el joven Poussin llega a París y va al taller de su admirado Porbus, aunque éste acaba de perder los favores de la corte, desplazado por Rubens. Porbus acepta a Poussin como discípulo cuando entra en el taller un viejo