Aparte de un país empobrecido y desigual, la crisis nos está
convirtiendo en un país descerebrado: la “fuga de cerebros” va en aumento, para
desgracia de nuestro futuro. Ya saben de qué hablo: la marcha de miles de
investigadores a otros países, una emigración científica que irá a más en los
próximos tiempos, a la vista de los recortes que ya afectan a todo tipo de
instituciones y programas, y a la espera del tiro de gracia en los presupuestos
generales.
La fuga llega tras unos años en que presumíamos de que por
fin, tras una larga historia de atraso científico, nos subíamos al tren de la
investigación, con nuevas promociones de estudiantes que no iban a pensar eso
de que “investigar en España es llorar”, y sobre todo con el regreso a casa de
unos cuantos cerebros ilustres que habían hecho su carrera allende, y a los que
el gobierno español ponía alfombra roja y los recursos necesarios para que, en
expresión de un ministro optimista, emulásemos en el terreno científico los
éxitos de nuestros deportistas.