“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

25/1/11

Arqueólogo alemán roba el busto de Nefertiti y ahora el gobierno dice que es “propiedad legal” de una Fundación

Busto de Nefertiti
En 1912 el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt “descubrió” en Tell al Amarna, una de las ciudades residenciales del faraón Ajenatón (también conocido como Akenaton), un busto de unos 3.300 años de antigüedad, que después se supo era el de Nefertiti, quien era la esposa del faraón Ajenatón. La obra, de bellos colores,  fue ejecutada por el escultor Tutmosis.

Borchardt en aquella época consiguió el busto engañando a las autoridades de Egipto, que para aquel entonces no era muy difícil. Conocedor del inmenso valor arqueológico y económico de la obra de arte, Borchardt quiso asegurarse de que fuese a Alemania a como diera lugar. Para ello se valió de toda clase de artimañas. La historia asquerosa es que ahora el gobierno alemán niega que se hiciera cualquier maniobra de engaño.

En Alemania no es extraño que esto ocurra. Hitler saqueó tesoros artísticos por toda Europa, principalmente en Rusia y después las autoridades “se hacían los paisas”, como dicen en Colombia, para no devolver a sus legítimos propietarios tales obras de arte. En el Ministerio de Asuntos Exteriores de Alemania se considera que el busto es una “propiedad legal de la Fundación Preussischer Kulturbesitz” y por ello no debe ser devuelta a Egipto.  

Hay que celebrar que ahora el gobierno de Egipto haya exigido oficialmente la devolución del busto de Nefertiti, que se ha convertido en la "joya de la corona" del Nuevo Museo de Berlín.

A tales efectos, el primer ministro egipcio, Ahmed Nazif, firmó la solicitud contenida en una carta al presidente de la Fundación Preussischer Kulturbesitz, Herman Parzinger.

¿Porqué los alemanes dicen que lo robado ahora es “legal” y les pertenece?

Cuando Ludwig Borchardt descubrió el busto de Nefertiti y otras grandes piezas del período Amarna, la situación jurídica era la siguiente: A falta de regulaciones internacionales sobre el tratamiento de las piezas arqueológicas, se aplicaba el principio del “reparto de lo descubierto”, por el cual la mitad de las piezas encontradas se quedaba en el país que había financiado y organizado las excavaciones, mientras que la “otra mitad” se quedaba en Egipto. Desde los tiempos de Alí Babá se simplificaba la operación así: “Esta para mí, aquella para ti, estas para mí, esta pequeñita para ti…, etc.”

Pero, siempre hay un pero, el director del Consejo Superior de las Antigüedades de Egipto, Zahi Hawass sostiene que, sin desconocer de plano tal principio jurídico, el alemán Borchardt hizo quiquirigüiqui, y entre otras cosas ensució con barro el busto para ocultar a las autoridades de la época su verdadero valor.  La gracia del cuento es que al frente de la Oficina de Antigüedades de Egipto en 1912 no se encontraba un egipcio, sino… ¡un francés!, y voilá, la estatua de Nefertiti voló.

No hay que ser muy imaginativo para recrear el espectáculo que se producía en la Oficina de Antigüedades cuando había que proceder al “reparto de lo descubierto”, que ahora cándidamente el gobierno alemán avala sin pudicia.