Especial para La Página |
Otro asesinato en masa, otro tiroteo en el que muchas
personas son acribilladas con las balas de un arma adquirida legalmente. Esta
vez fue en Oak Creek, Wisconsin, en un templo sij, mientras los fieles se
congregaban para su culto semanal. El Presidente Barack Obama declaró el lunes:
“Creo que todos reconocemos que este tipo de acontecimientos terribles y
trágicos están sucediendo con tanta frecuencia que es preciso que nos
detengamos a reflexionar”. Palabras vacías en medio de la masacre. A pesar de
que cada día mueren 32 personas por armas de fuego en Estados Unidos, el
equivalente a cinco masacres como la de Wisconsin, tanto demócratas como
republicanos se niegan a abordar una nueva ley que regule la venta y la
posesión de armas. El problema no es el estancamiento político del tema, sino
la falta de consenso.
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Este último asesinato en masa muy probablemente se haya
tratado de un crimen de odio, perpetrado por Wade Michael Page, un veterano del
ejército de Estados Unidos de raza blanca que tenía 40 años de edad, estaba
vinculado a grupos de supremacía blanca y era miembro de grupos de rock
skinheads. Page se crío en Littleton, Colorado, la ciudad donde, en 1999, Eric
Harris y Dylan Klebold conspiraron y llevaron a cabo su plan de asesinato en
masa en la secundaria de Columbine. Page sirvió en el Ejército de Estados
Unidos de 1992 a 1998, reparó sistemas de misiles y más adelante se especializó
en el área de “operaciones psicológicas”, aunque no está claro en calidad de
qué, primero en Fort Bliss, Texas y luego en Fort Bragg, Carolina del Norte.
Page fue dado de baja del Ejército de Estados Unidos sin
honores, lo que es peor que ser dado de baja con honores, pero no tan grave
como la baja por conducta deshonrosa. Los informes sugieren que tenía problemas
de alcoholismo y fue arrestado varias veces por conducir ebrio. Recientemente
había perdido su empleo como camionero por el mismo motivo, lo que quizá haya
acelerado la pérdida de su casa por ejecución hipotecaria. Es probable que Page
fuera una persona perturbada, y lo cierto es que no era ningún desconocido.
Luego de la masacre, la agente especial del FBI Teresa Carlson, de Milwaukee,
le dijo a la prensa: “Es posible que haya referencias a él en varios
expedientes y eso está siendo analizado en este momento. Sin embargo, no
tenemos motivos para creer, al menos por lo que sé ningún órgano de las fuerzas
policiales tenía motivos para creer, que estaba planeando o conspirando algo ni
que era capaz de una violencia tan extrema”.
Wade Page era un miembro destacado de la escena musical
neonazi. El Centro Legal del Sur contra la Pobreza, que releva grupos de odio
de derecha, lo conocía, e incluso fue entrevistado por el profesor adjunto de
criminología de la Universidad de Nebraska en Omaha, Pete Simi, entre 2001 y
2003. A pesar de sus arrestos, a pesar de su historial como miembro de grupos
de odio, Page pudo ingresar a una armería y comprar libremente y de manera
legal una pistola automática de 9mm, según cuenta el dueño de la tienda. El
problema aquí es el hecho de que esto sea legal.
Como si ambos hechos estuvieran coordinados, dos días
después de la masacre perpetrada por Page en Wisconsin, Jared Loughner
compareció ante un tribunal y se declaró culpable de asesinato por haber
llevado a cabo el tiroteo de 2011 en Tucson, Arizona, que dejó un saldo de seis
personas muertas y muchas más heridas, entre ellas la ex congresista Gabrielle
Giffords. A Loughner se le había diagnosticado esquizofrenia y pasará el resto
de su vida en prisión. Patricia Maisch es una de las sobrevivientes del
tiroteo. Cuando Loughner fue reducido aquel día de enero de 2011, Maisch tomó
el cartucho de gran capacidad que Loughner estaba utilizando para recargar su
arma. Maisch y otros dos sobrevivientes del tiroteo lanzaron una campaña junto
con el grupo Alcaldes Contra las Armas Ilegales para exigirles al Presidente
Obama y al gobernador Romney que diseñen un plan para abordar el problema de
las armas en el país.
Al día siguiente de la masacre de Wisconsin hablé con
Gurcharan Grewal, presidente de la Sociedad Religiosa Sij de Wisconsin.
Me dijo: “El problema, en definitiva, tiene que ver con el
control de la venta de armas. No sé cuándo vamos a tomar esto en serio, no sé
cuántas más vidas tendrán que perderse para que se tomen medidas”.
Ni Obama ni Romney consideran que una mayor regulación del
comercio y la posesión de armas sea la respuesta. Será necesario un movimiento
para hacerlo posible.
Amy Goodman |
© 2012
Amy Goodman
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en Español.
Denis Moynihan colaboró en la producción periodística de esta columna
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 550 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 350 en español. Es co-autora del libro "Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
Texto en inglés traducido por Mercedes Camps Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en Español.