“Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad. Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá, por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación” — Bertrand Russell

2/10/12

Pragmatismo decepcionante / Forjamos el orden al dejar de lado las partes desordenadas

Miradas Lola Roig
Eduardo Zeind Palafox

Especial para La Página
Williams James impartió una serie de conferencias en las que trató de comprender, hablando, cuáles son las diferencias filosóficas entre el racionalismo y el empirismo. La charla inaugural se llamó `Los tipos de pensamiento filosófico´, la cual no recorrió los senderos que hay entre la teología, la metafísica, el empirismo, el positivismo, la fenomenología, el estructuralismo y la lingüística. Williams Jemes me decepcionó, pues sus argumentos son exageradamente adornados y provincianos. Pero al menos sabía poesía, y citó esto de Thomas Gray: "Still in the ashes live the wonted fires".

¿La poesía y el idealismo alemán pueden convivir con la ciencia empírica, que pretende conocer la totalidad del mundo a través de sus partes? Los ingleses, decía Goethe, siempre han sido prácticos, mientras que los alemanes siempre se han perdido en enormes sueños y tormentas (‘Sturm und Drang’). El humor inglés, inductivo, hace de lo nimio algo grande. La filosofía inglesa induce desde un átomo un cosmos. Toda la practicidad inglesa, confiesa James (educado con su hermano Henry en Inglaterra, Francia, Ginebra y Roma), ha sido sustituida por las complejas fórmulas germánicas.

Para el germano existe el alma ("sólo es tuyo lo que sientes", dice Schiller), y después, el cuerpo. Para el inglés primero existe el cuerpo, del cual se razona el alma. Dice James: "La individualidad excede toda clasificación y, sin embargo, insistimos en clasificar todo bajo algún rótulo general". El idealista crea etiquetas. Los alemanes, dice José Ortega y Gasset, quien estudió en Alemania, son expertos en generar etiquetas, y lo hacen hasta para las cosas que jamás hemos visto. ¿Podemos contemplar el todo? Sí, pero no siempre. Podemos ser racionalistas al analizar un bosque, pues un bosque es un ente que podemos abarcar con nuestros métodos. Sin embargo, no podemos ser racionalistas para abarcar el cosmos.

No podemos votar por la inducción o por la deducción como se vota por un candidato. Cada problema amerita una solución distinta. En la conferencia James acudió a Sir James Mackintosh, que profirió: "estoy intentando entender esa execrable filosofía alemana". ¿Por qué nadie entiende a Kant? ¿Será acaso que no es necesario entender, sino intuir a Kant? A Spinoza se le reprocha mucho que jamás usara el tercer tipo de conocimiento, se le reclama porque siempre fundamentó sus teorías en el "sentido común".

Los ingleses son prácticos, son inductivos, y martilleando descubren el eco de todas las cosas. En parangón, los alemanes son teóricos, son deductivos, y gritando acallan los detalles de las cosas ("vosotros me matáis todas las cosas", canta Rilke). Pensando en grande terminamos preocupándonos por lo minúsculo, y pensando en lo minúsculo terminamos preocupándonos por lo enorme.

Goethe recomendaba no ahondar demasiado en los asuntos, y pedía que la gente tratara los asuntos humanos con superficialidad, es decir, en la superficie y con los pies en la tierra.

Oxford, dice James, que trabajaba en Harvard, ha sentido que la psicología y que el asociacionismo no resuelven problemas concretos, problemas epistemológicos. ¿Asociamos a través de simpatías, analogías, emulaciones o conveniencias? No lo sabemos. Popper pensaba que el acto creativo no se fundamenta en método alguno. Según Aristóteles el hombre inteligente sabe hacer metáforas, sabe encontrar coincidencias. Para Reverdy una buena metáfora reunía bajo la luz del lenguaje objetos esencialmente aislados, y para Gracián una metáfora era el acto de exprimir relaciones necesarias entre dos objetos distintos.

Todo esto parece ser un mal empirismo, y James propone un "empirismo corregido". No hay empirismo a secas o puro. Russell y Wittgenstein se plantearon el problema. En el Axioma 28 de las `Philosophische Bemerkungen´ se afirma que cuando buscamos algo en el mundo no debemos buscar datos aislados, sino configuraciones. Si tenemos que buscar combinaciones entonces somos racionalistas, no empiristas, pues los empiristas conocen por medio de las partes. Wittgenstein reúne inducción y deducción aseverando algo así: la salivación de un perro no nos dice nada sobre lo que éste espera, los signos se usan y jamás se interpretan, entre el mundo y los signos hay un vacío, entre el espacio y la expectativa hay tiempo, y esperar es construir lo esperado.

Creer en un empirismo ingenuo es como creer ciegamente en los hechos (Hume y Locke), y creer en el racionalismo es como querer resolver los problemas morales con fórmulas lógicas (Descartes). Russell propone el `Realismo analítico´, el cual destroza y teoriza al mismo tiempo. Dicta James: "Forjamos el orden al dejar de lado las partes desordenadas". Y luego, agrega: "Ninguna filosofía puede ser más que un esbozo sumario, una imagen del mundo condensada, una visión sintetizada a vuelo de pájaro de la perspectiva de los acontecimientos". Contradicción de contradicciones. ¿O sólo podemos esbozar o podemos, en realidad, sintetizarlo todo?

Wittgenstein argumentaba que la filosofía es una técnica pensada para desanudar nuestro entendimiento. Al observar el mundo o al leer filosofía, que es lo mismo, detectamos palabras que "suenan huecas", citando a Macherey. En toda teoría hay palabras huecas, y en toda observación hay datos inútiles o huecos. ¿Cómo saber qué sobra y qué falta? Aplicando un método, es decir, un sistema comparativo. La filosofía, según un profesor de Cambridge citado por James, es "el buen pensamiento metódico". Conquistar, construir y comprobar, diría Bachelard. Un mundo es una oración supeditada a la gramática, soñaba y decía Mach. Toda investigación debe buscar "causas próximas" y "rasgos comunes", enseñaba Spinoza.

¿Qué aprendemos leyendo a James? Que el juicio es capaz de elegir entre la inducción o la deducción, entre el racionalismo y el empirismo, entre la "ajenidad" y la "intimidad". También aprendemos a romper con la academia. Dice James, en tono de queja, esto:
"Hay que atar la propia opinión a la de Aristóteles o Spinoza; hay que definirla por su distancia respecto a Kant; hay que refutar la visión del rival identificándola con la de Protágoras".
Tratar a los viejos autores como a nuestros amigos es tratarlos como trata la religión a Dios, es decir, es tratarlos como amigos. Pero tratarlos como trata la teología a Dios nos perderá en los eternos abismos. "Los modos eternos son completamente diferentes a nuestros modos", dicta James. El hombre es el más potente de los modos finitos, pensaba Spinoza. Al parecer en las universidades "hay libertad suma de conciencia/ para idiotas, malsines y tramposos", citando a Villarroel.