Especial para La Página |
El gran poeta Francesco Petrarca, en el siglo XIV, se dolía
de las divisiones de su querida patria y de las incursiones que allí hacían
otras potencias europeas. La situación la resumía muy gráficamente con los
siguientes versos:
¡Ay sierva Italia, morada de dolor, nave sin timón en gran tempestad, no señora de ciudades sino burdel!
Desgraciadamente las palabras de este poeta y humanista
podrían aplicarse a la España actual. Un gran buque en medio de una intensa
tempestad en la que
cada uno hace lo que le da la gana. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con las medidas del gobierno, pero ese no es el problema sino otro: da lo mismo lo que acuerden porque, después, cada autonomía lo cumple o incumple según su propio interés. Sin ir más lejos, varias autonomías, entre ellas Extremadura, donde gobierna el Partido Popular, han decidido hacer caso omiso al decreto del gobierno de Madrid y, usando ciertos subterfugios legales, han abonado la paga extraordinaria de Navidad a sus funcionarios. Se alega que ha sido positivo tanto para los bolsillos de los sufridos empleados públicos como para el comercio regional. Y es posible que sea cierto, pero lo grave es que se ha vuelto a vulnerar un dictamen estatal y por miembros del propio partido. Si esto lo perpetran los populares de Extremadura ¿qué no harán los gobiernos del País Vasco o de Cataluña, gobernados respectivamente por el PNV y por CIU? El país, francamente, no tiene solución, entre otras cosas porque reina el desgobierno. Los propios políticos ni cumplen ni hacen cumplir las leyes y eso no deja de ser extremadamente grave.
cada uno hace lo que le da la gana. Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con las medidas del gobierno, pero ese no es el problema sino otro: da lo mismo lo que acuerden porque, después, cada autonomía lo cumple o incumple según su propio interés. Sin ir más lejos, varias autonomías, entre ellas Extremadura, donde gobierna el Partido Popular, han decidido hacer caso omiso al decreto del gobierno de Madrid y, usando ciertos subterfugios legales, han abonado la paga extraordinaria de Navidad a sus funcionarios. Se alega que ha sido positivo tanto para los bolsillos de los sufridos empleados públicos como para el comercio regional. Y es posible que sea cierto, pero lo grave es que se ha vuelto a vulnerar un dictamen estatal y por miembros del propio partido. Si esto lo perpetran los populares de Extremadura ¿qué no harán los gobiernos del País Vasco o de Cataluña, gobernados respectivamente por el PNV y por CIU? El país, francamente, no tiene solución, entre otras cosas porque reina el desgobierno. Los propios políticos ni cumplen ni hacen cumplir las leyes y eso no deja de ser extremadamente grave.
Por si la situación no fuera ya de por sí alarmante,
encontramos un desapego brutal a la clase política y a las instituciones. No es
de extrañar con gobernantes como María Dolores de Cospedal, que en el año 2011
disfrutaron de cuatro enjundiosos salarios por un montante de más de 150.000
euros netos, o ex-presidentes autonómicos, como Bono, que siguen disponiendo de
despacho y de coche oficial como si su cargo fuese vitalicio. Y para colmo de
males, la Corona, que hasta hace poco había sido la única institución libre de
sospechas, pasa por sus peores momentos. Desde un yerno que tiene cuentas en
Suiza con dineros ilícitos a un jefe del Estado que, ignorando el sufrimiento
del pueblo, se marcha a cazar elefantes a África. Puede que la actividad fuese
legal y el dinero suyo. Es posible. Pero, ¿es decoroso que nada menos que el
jefe del Estado español se dedique a cazar paquidermos? Hubiera sido mucho más
constructivo si se hubiese lesionado la rodilla llevando ayuda al Tercer Mundo,
donde más de 800 millones de niños padecen necesidades extremas. Éste si
hubiera sido un digno jefe de Estado del que sentirnos orgullosos.
¿Con qué moral estos políticos pueden exigir esfuerzos a la
ciudadanía? ¿Estamos obligados a cumplir unas leyes que los mismos que las
aprueban no las respetan? Supongo que no, porque los altos cargos que debían
dar ejemplo son los primeros en hacer caso omiso.
La vieja España, como la Italia del siglo XIV, se ha
convertido en un verdadero burdel, donde ya no hay valores y donde sólo se
rinde culto al dinero y al consumo. Corrupción política, nacionalismos
excluyentes y centrípetos, descrédito de la clase política, deuda externa…
¿Hasta dónde vamos a llegar? No lo sabemos; supongo que esto terminará
reventando por algún sitio. Entonces y sólo entonces, el pueblo, que ostenta la
soberanía, tomará las decisiones oportunas y obligará a la clase política a
purgarse. Habrá que recuperar las asambleas populares, el ágora, o los antiguos
cabildos abiertos, donde todos los ciudadanos tenían voz y voto. Habrá que
partir de cero y reimplantar un nuevo modelo de democracia real, eliminando la
actual dictadura de partidos.
Pero que nadie olvide una cosa, mientras eso ocurre nos
queda mucho que sufrir. Desgraciadamente, los presagios son funestos, pero
debemos estar prevenidos. Por si acaso, yo ya estoy contactando con algunos
amigos en el extranjero por si hubiera que salir del país una temporada.
¡Suerte!